De Pío XII al cardenal Roche pasando por Pablo VI: la diferencia que puede hacer una palabra

La actual jerarquía eclesiástica, empezando por el Papa, acostumbra afirmar que el Concilio Vaticano II (1962-1965) es la base de las reformas que sigue llevando a cabo en la constitución de la Iglesia (con la sinodalidad), en la doctrina (con la Declaración Ecuménica de Abu Dabi) y en la moral cristiana (haciendo unas concesiones sin precedentes, litúrgicas y de todo tipo, para parejas irregulares de todos los colores), así como para justificar su incesante lucha contra la Misa de siempre, también conocida como Misa Tradicional, cuya total desaparición a todas luces desea, por lo que son tantas las restricciones y prohibiciones que a día de hoy se aplican a su celebración.

Es más, el férreo control que impuso el papa Francisco a esta Santa Misa mediante el motu proprio Traditiones custodes del 16 de julio de 2021 es justificado invocando los decretos del Concilio: «Los libros litúrgicos promulgados por los santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, son la única expresión de la lex orandi del Rito Romano» (TC, art.1).

Como explicó en una entrevista concedida el 24 de febrero de 2022 al semanario católico inglés The Tablet y recogida en su blog por Jeanne Smits el 26 del mismo mes (Le blog de Jeanne Smits : Mgr Arthur Roche sur Traditionis custodes: a new interview confirming the change in the lex credendi), el cardenal Roche, prefecto del Dicasterio para el Culto Divino, declaró que el objeto del motu proprio Traditiones custodes era dar cumplimiento a la constitución conciliar Sacrosanctum Concilium sobre la  liturgia.

Así pues, lo que el Papa se proponía era dar unidad a la Iglesia acabando con la idea de que había dos iglesias, cada una con su liturgia. No había dos formas (ordinaria y extraordinaria) del mismo rito, como decía la rebuscada tesis de Benedicto XVI, sino dos ritos que proceden de iglesias diferentes. Es decir, dos ritos que expresaban cada uno una lex credendi diferente.

Esta intención hacía imposible su coexistencia. Pero debemos preguntarnos cómo hemos llegado a esta situación. Situación que supone la prohibición del ancestral Rito Romano de la Misa, celebrado durante innumerables siglos por los pontífices como un rito cuyo canon, en la piadosa opinión de ellos, se remontaba al tiempo de los Apóstoles, incluso al mismísimo San Pedro. La Misa católica por excelencia, la perfecta expresión de la lex credendi, ¿iba a prohibirse por las reformas que el Concilio había promovido en la Santa Iglesia Católica?

Lo menos que se puede decir es que es una paradoja, y si nos fijamos bien, es insostenible y explica de por sí por qué desde el Concilio el catolicismo se las ve con una crisis tan espeluznante: la base de toda la reforma litúrgica es el propio Concilio, que, como declaró expresamente el cardenal Roche, había creado un nuevo concepto de la Iglesia, y en consecuencia una nueva lex credendi.

Las inevitables conclusiones había que sacarlas con relación a la lex orandi. ¿Y cuál era el nuevo concepto de la Iglesia que había surgido del Concilio? ¿Cómo podía un concilio meramente pastoral, como el propio Vaticano II se había definido a sí mismo, crear un concepto nuevo de Iglesia que no se ajustara a la Tradición por haber sido actualizado ex profeso conforme a la mentalidad de la época?

¿Cuál era, según monseñor Roche, la nueva concepción de la Iglesia que había formulado el Concilio? Explica que la constitución dogmática Lumen gentium (que ni define dogmas ni condena errores, y sabe Dios por qué se llamará dogmática) se aparta del modelo de Iglesia entendida como sociedad perfecta (concepto basado en la metafísica aristotélico-tomista) para acercarse a la noción escriturística de Iglesia como pueblo de Dios en marcha. Según monseñor Roche, en el primer modelo era el sacerdote «el que presentaba las intenciones del pueblo» y las transmitía a Dios en la liturgia. El Concilio cambió eso:

Gracias a que se entiende el sacerdocio como común a los bautizados, ya no es el sacerdote el único que celebra la Eucaristía; todos los bautizados concelebran con él.

A esto comenta Jeanne Smits:

Lo que se pone por tanto en discusión es el concepto de sacerdocio y sacrificio eucarístico desde la perspectiva de Traditiones custodes, y la principal motivación no es resaltar la continuidad entre el Concilio y la tradición de la Iglesia, sino lo que ha modificado el Concilio.

Como se ve, la cuestión es de doctrina. El rechazo de la Iglesia como modelo de sociedad perfecta –modelo definido por eminentes canonistas como el cardenal Alfredo Ottaviani, prefecto del Santo Oficio antes del Concilio y durante éste– supone abandonar el concepto de Iglesia como entidad jerárquica y orgánicamente estructurada según las normas jurídicas y basándose en valores claramente definidos de origen sobrenatural. Por eso, la Iglesia se ha convertido en una entidad fluida e indefinible (comunión, sinodalidad, pueblo de Dios), en estado de cambio perpetuo, y susceptible por tanto de toda clase de transformaciones e hibridaciones. Ello ha quedado sobradamente demostrado por el fallido experimento postconciliar, que ya dura más de sesenta años, con una Iglesia visible a punto de extinguirse socialmente en muchos países, y no sólo por la falta de vocaciones sino también por la falta de interés en ella y en su nueva liturgia por parte de los fieles.

Por eso es necesario y urgente un debate abierto y objetivo sobre el Concilio Vaticano II para que todos vean con claridad y se ponga fin a tanto espejismo.

En tanto que bautizados, los miembros del Pueblo de Dios (los fieles, miembros del Cuerpo Místico de Cristo) son también sacerdotes, si bien en un sentido totalmente espiritual, como aclaró Pío XII en su encíclica Mediator Dei del 20 de noviembre de 1947, dedicada a la liturgia. Por otra parte, el Concilio los exalta como un pueblo de Dios dotado de verdaderas atribuciones sacerdotales, alterando de esa forma el sentido del célebre elogio de San Pedro a los cristianos como pueblo de Dios y sacerdocio real.  en lugar de los judíos, que niegan al Mesías y son por tanto indignos de tal honor (1 Pedro 2,5; 9-10). A partir de esta glorificación simbólica, el cardenal Roche sacó la impropia consecuencia de que los bautizados son sacerdotes que participan   simpliciter  en la celebración eucarística concelebrando con el oficiante. Ya no están en una posición subordinada, por el voto o deseo y en cierto modo, como había especificado Pío XII en Mediator Dei.

Las palabras de monseñor Roche no dan lugar a equívocos: los bautizados celebran de la misma forma que los sacerdotes. Esta innovación, de tan tremenda y subversiva importancia espiritual, fue introducida por el Concilio, según nos aseguran las más altas autoridades eclesiásticas, con lo que nos proporciona la verdadera interpretación del Concilio de un tema tan vital y tan delicado.

¿Dónde dice el Concilio que todos los bautizados concelebran con el sacerdote? Lo dice en los artículos 10 y 11 de Lumen gentium,y con más claridad todavía en el artículo 48 de Sacrosanctum Concilium, la constitución sobre la liturgia, citando con una significativa alteración el pasaje de Mediator Dei. SC 48 afirma: «Aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la Hostia inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él [sed etiam una cum ipso offerentes]».Lo que en realidad dice Mediator Dei es: «En cierto modo con él ofrecen el sacrificio» [sed etiam una cum quodammodo Sacrificium offerunt].

El pasaje parece idéntico, pero al borrar la frase adverbial en cierto modo se altera el sentido. En efecto, según la doctrina usual, la ofrenda eucarística de los fieles puede tener lugar una cum (en unidad) con el sacerdote, pero sólo «bajo otro aspecto», ya que como no son sacerdotes carecen de autoridad para consagrar las Sagradas Especies, ofrecen puramente por el deseo, de un modo espiritual y simbólico. Hacen una ofrenda de deseo expiatoria, impetratoria, de acción de gracias y de alabanza. La expresión «en cierto modo» (quodammodo) se explica con más detalle en Mediator Dei, que expone el sentido preciso en que hay que entender la ofrenda de los fieles «por el voto o deseo». Además de la susodicha expresión, el Concilio desechó las muchas y clarísimas explicaciones de Pío XII sobre el carácter puramente espiritual y no sacramental de la ofrenda eucarística de los fieles.

No era la primera vez que se introducían variantes doctrinales en el Magisterio oficial de la Iglesia antes del Concilio. Pocos meses antes de la clausura, ante la creciente anarquía generalizada y las interpretaciones heréticas de la transubstanciación que comenzaban a circular (el connotado teólogo belga Schillebeecks, partidario de la fenomenología, no escatimaba elogios a la transignificación, con lo que reducía el cambio a un mero cambio de significado), se vio obligado a promulgar la encíclica Mysterium Fidei el 3 de septiembre de 1965 sobre la doctrina y culto de la Sagrada Eucaristía.

En el prefacio dice:

«En efecto, los Padres del Concilio, al tratar de restaurar la Sagrada Liturgia [de instauranda Sacra Liturgia agentes], con su pastoral solicitud en favor de la Iglesia universal, de nada se han preocupado tanto como de exhortar a los fieles a que con entera fe y suma piedad participen activamente en la celebración de este sacrosanto misterio, ofreciéndolo juntamente con el sacerdote, como sacrificio a Dios por la salvación propia y de todo el mundo y nutriéndose de él como alimento espiritual».

Gracias al Concilio, lo que Pío XII llamó un error capcioso se había convertido, parece mentira, en doctrina oficial de la Iglesia. Falsa doctrina que hoy es reiterada por el cardenal Roche, que afirmar pensar y actuar en plena sintonía con el papa Francisco.

Paolo Pasqualucci

(Traducido por Bruno de la Inmaculada. Artículo original)

RORATE CÆLI
RORATE CÆLIhttp://rorate-caeli.blogspot.com/
Edición en español del prestigioso blog tradicionalista internacional RORATE CÆLI especializado en noticias y opinión católica. Por política editorial no se permiten comentarios en los artículos

Del mismo autor

Para los registros: la nueva entrevista Papal

La entrevista completa puede encontrarse en La Nación, el decano de...

Últimos Artículos

Mons. Schneider: próximo papa debe reafirmar doctrina sobre matrimonio, sexualidad y clero masculino

Según monseñor Schneider, el próximo pontífice tendrá que aclarar...

La causa principal del drama del aborto

El 25 de marzo la Iglesia celebra la solemnidad...

¿Ramadán islámico o Cuaresma cristiana?

En el Corriere della sera del pasado día 13...