Del convite de Cristo y calumnias de los fariseos

Meditación para el lunes de la decimosexta semana

PUNTO PRIMERO. Considera el riesgo de los convites, pues el mismo Cristo halló en ellos enemigos. Pondera los que tiene en cualquiera de los convites tu alma, de gula, embriaguez, destemplanza, lujuria, murmuración, calumnias, disgustos, contiendas y enfermedades; que todos estos frutos suelen cogerse en los convites, y no pocos han sido los que han perdido la vida en ellos (1): los del pueblo se sentaron a comer y se levantaron a idolatrar; y raro o ninguno de ellos sale como entró, y por esto lo mejor es evitarlos y quitar las ocasiones de enfermar en el cuerpo y en el alma. Saca de este convite propósitos firmes de excusarlos cuanto en ti fuere.

PUNTO II. Considera como los fariseos le miraban a las manos cuando comía para calumniarle: mira cómo te miran a ti, y vive con la cautela que debes, pues en todas partes tienes enemigos, y pondera que si Cristo padeció esta guerra, no es mucho que la padezcas tú: aprende de su paciencia a vencerla con paciencia y buenas obras como Cristo, dando el pan de vida a quien le calumniaba, y su propia sangre a quien le quería beber la sangre.

PUNTO III. Considera la malicia de los fariseos, que resplandeciendo Cristo en tantas y tan heroicas virtudes, no atendían a ninguna, y todas sus mentes ponían en buscar alguna falta de que poder acusarle. Mete la mano en tu pecho y considera si te ha tocado el contagio de esta lepra, y si has caído en este pecado tan propio de los fariseos, notando las faltas de tus prójimos sin atender a sus virtudes, buscando estiércol como escarabajo, y no las flores como las abejas, no teniendo ojos ni lenguas para ver y alabar lo bueno, sino para notar y publicar lo que no es tal. ¡Oh vicio de fariseos, que no perdono al mismo Señor! Ruégale que no te permita caer en él, sino que te dé su mano para que como discípulo suyo calles siempre lo malo, y prediques a todos lo bueno que tuvieren tus hermanos. Dadme esta gracia, Señor, que no tenga ojos para ver, ni oídos para oír, ni lengua para hablar, ni entendimiento para pensar sino lo que fuere de loa y alabanza de mis prójimos, y para que mire sus cosas como propias, amándolos de todo corazón como a mí mismo.

PUNTO IV. Considera las contradicciones que pasó este pobre hidrópico para alcanzar salud, cómo Cristo las venció todas, y no te acobarden las que los hombres te pusieren en la salud de tu alma, sino confía en el Señor, que te dará su gracia y te sacará de todas con victoria como sacó a este enfermo. Siempre el demonio contradice nuestro bien; pero si tienes a Cristo por valedor,  no podrá nada contra ti; pídele su favor contra los enemigos que te hacen la guerra y quieren impedirte la salud de tu alma y el aprovechamiento de tu espíritu; pelea como varón y le tendrás a tu lado, y Él te ayudará y te sacará vencedor hasta coronarte de su mano en la eterna gloria.

Padre Alonso Andrade S.J

(1) rod. 33.

Meditación
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Meditaciones diarias de los misterios de nuestra Santa Fe y de la vida de Cristo Nuestro Señor y de los Santos.

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