[imagen: casa natal de Luis de Trelles, fundador en España de la Adoración Nocturna]
El otro día me encontraba comprando unos cuadros para mi casa y cuando llegué y vi, que verdaderamente, ni siquiera tenía ya sitio físico para poner nada más, empecé a pensar, en como llenamos nuestros hogares de objetos innecesarios. Sin darnos cuenta, compramos y nos regalan, miles de cosas sin uso, que en ocasiones, incluso, hacen un flaco favor a la decoración. La pregunta es, si con nuestra alma pasa algo parecido… ¿No la llenaremos tantas veces de cosas innecesarias y lo verdaderamente importante, queda fuera, por falta de espacio en nuestro interior?
Me comentaba un amigo, hace unas semanas, los innumerables problemas que está viviendo por la crisis económica que asola nuestro país. Después de escucharlo largo rato, le pregunté si había puesto su problema en el Sagrario. Me llamó la atención su respuesta, “déjate de beaterías”. Y esto, no es que lo diga gente que no va nunca a la Iglesia, NO, los mismos que acudimos regularmente, somos los que utilizamos estas expresiones tan poco piadosas. Es obvio y evidente que no tenemos muy clara la presencia de Nuestro Señor en el Sagrario, hay una gran crisis, pero no en nuestro país, sino a nivel mundial y es una crisis de Fe. Resulta sorprendente que alguien pueda estar en la puerta de una Iglesia, llorando sus problemas durante una hora y que sea incapaz de entrar y ponerse de rodillas ante Dios y pedirle ayuda al único que pueda dárnosla. Así están los Sagrarios… Completamente abandonados y así están nuestras almas, como el desierto de Arizona. ¿De quién es la culpa? Sin duda, de los malos Pastores, que no fomentan el amor a Jesús Sacramentado y de nosotros mismos, que nos dejamos tentar por el demonio y cambiamos al Señor, por algo tan simple y efímero, como por ejemplo, una tarde de cine.
Hace un mes, me acerqué a una Catedral con un privilegio desde tiempos inmemorables, por lo visto desde el S XV, “Exposición permanente del Santísimo” y mi sorpresa fue mayúscula, dos señoras hablando dentro de la capilla de oración, como quién está sentado en una cafetería, pasados cinco minutos, se marcharon y allí se quedó el Señor, SOLO. ¡Cuánta miseria humana! Empezando por los de arriba… ¿Ni siquiera un Sacerdote dando ejemplo en el Sagrario? Y a esta ciudad, en un tiempo pasado, se le llamó, “Ciudad del Sacramento”. El panorama es desolador, si esto pasa en una Catedral, ¿Qué estará ocurriendo en sitios menos transitados, en Iglesias pequeñas? La respuesta es clara y salta a la vista, las Templos están más tiempo cerrados que abiertos, ¿Dónde están los Párrocos? ¿Dinamizando en sus casas? ¿Y dónde están los laicos comprometidos, esos que nos aturden con cien mil moniciones durante la Santa Misa?
¿Qué está pasando en nuestros Templos? En las Parroquias, hay continuamente reuniones hasta para debatir si las bombillas que se ponen en la Iglesia, es mejor que tengan luz amarilla o blanca y sin embargo, donde hace falta luz, hay una gran oscuridad. Realmente, ¿De qué hemos llenado nuestra alma? ¿Es así como construimos nuestro edificio interior? Los Sacerdotes y Laicos que tendríamos que ser un gran ejemplo, ¿A qué estamos? ¿A la decoración de los locales parroquiales y al café de las cinco?
Observo en muchas Iglesias que se anima a la gente a ser “ministros extraordinarios de la Comunión”, cuando la única vez que se acercan al Sagrario en toda la semana, es en el preciso momento de representar un papel de figurante ante una Comunidad Parroquial, como si esto se tratase de una función teatral. Y nos atrevemos a eso ¡Qué vergüenza! Laicos abriendo y cerrando el Sagrario como si fuera la nevera de casa y después, ni un minuto de recogimiento al terminar la Santa Misa. No hace falta hacer preguntas, brotan por si solas, no estoy contando nada que no se vea todos los Domingos. No se trata de juzgar, se trata de reflexionar.
Estos días se hablaba de la causa de Luis de Trelles, fundador en España de la Adoración Nocturna, si alguien quiere saber lo recordado que es este hombre, no tiene más que pasar por la que fue su casa natal, donde, literalmente, hay una escombrera y lo único que recuerda su nacimiento allí, es una miserable placa, con un contenedor de basura a sus pies, recordando a un hombre, que posiblemente se moriría de pena al ver a lo que hemos llegado. ¡Adoración nocturna! Si ni siquiera la hay diurna…
Difícilmente podemos animar a la gente a estar en el Sagrario si precisamente, los que tienen confinado el cuidado de nuestra alma, no lo frecuentan y dan ejemplo. Qué sucedería si cuando alguien pregunta ¿Dónde está el Párroco? Alguien contestara: en el Sagrario…Entonces, si que haríamos lío de verdad, porque habría muchas posibilidades de que por fin se entendiese, que justamente ese, es el mejor sitio de la Parroquia.
«La impiedad y el indiferentismo religioso cunden desgraciadamente por nuestra sociedad de una manera espantosa, y nos amagan mayores males.- Los tiempos son malos para la fe, porque nada en el mundo la favorece.- Son éstos tiempos de indiferentismo y de impiedad- En los tiempos presentes se halla frío el sentimiento religioso.- La ausencia de todo tierno y humano sentimiento caracteriza este siglo (XIX) bursátil y sibarita en que vivimos”. (Luis de Trelles)
¿Cuándo se escribieron estas palabras en el S XIX o en el S XXI?
Sonia Vázquez