Ecumenismo: un ensayo de Don Pietro Leone

Cinco años después de la primera contribución de don Pietro Leone a nuestro sitio, sobre la liturgia romana, estamos felices de presentar el siguiente ensayo sobre el ecumenismo. También recomendamos a nuestros lectores la encíclica de Pío XI Mortalium Animos, emitida el 6 de enero, en la festividad de la Epifanía de 1928 y que contiene todo lo que un católico debe saber a fin de evaluar el ecumenismo correctamente. Don Pietro Leone es el seudónimo de un sacerdote que celebra la misa tradicional, en comunión plena y pacífica a su ordinario, en algún lugar de la gran cuna de la civilización conocida como Italia.

Para el aniversario de Mortalium Animos de Pío IX, publicado en la Fiesta de la Epifanía en 1928

ECUMENISMO

Por don Pietro Leone

«En el principio era el ecumenismo y el ecumenismo estaba con Dios y el ecumenismo estaba por encima de Dios.» Aggiornamento/Actualización para todos los Evangelios, capítulo IV, Esther Maria Ledda, 2013, Bonanno)

En el taller infernal, el departamento de Armas y Arsenal de Satanás, sin duda se hace un lugar de honor al ecumenismo. Pídale que le muestre este lugar, en su viaje por el infierno, si alguna vez tiene la desgracia de acabar allí. Esta poderosa arma es de fecha reciente. Se ha elaborado para la era presente cuando la fe empieza a congelarse, y está diseñada para acelerar el proceso. Su primera reacción será de admiración: «¡Qué hermoso artefacto!» dirá usted. Su segunda reacción, cuando se mire con más cuidado, será de sorpresa, al descubrir que es completamente hueco. «Todas nuestras armas son huecas», él le responderá de manera cortante. ¿Aún no has entendido nada de nada? Lo que es importante es el aspecto del aparato. Pero es cierto, reconoce él después de pensarlo un momento, ‘éste es particularmente hueco’.

***

El ecumenismo no tiene sustancia: es hueco de manera lógica y moral.

I HUECO

  1. Lógica de lo hueco

Hay dos formas de ecumenismo. El primero apunta a la unión de todas las confesiones cristianas, o todas las ‘religiones’ (o ‘confesiones’), sosteniendo que todas son ciertas; el segundo apunta a esta unión sobre la base de su mínimo común denominador.

Presentaremos la incoherencia lógica de cada una.

a) La Incoherencia de la Primera Forma de Ecumenismo

En cuanto al primer tipo, citamos a san Pío X en la Pascendi: «Los modernistas no niegan, pero en realidad admiten, algunos de manera encubierta, otros abiertamente, que todas las religiones son verdaderas.» El Papa se refería a una concepción subjetivista de la religión que se reduce a la experiencia personal que cada persona tiene de Dios en su propia religión, junto con el simbolismo que le pertenece. Esta concepción fue condenada por él en el Decreto Lamentabili y mencionada en la Encíclica Pascendi.

Sin embargo, esto no significa, que haya pocos que se complacen en afirmar que todos los credos y religiones son verdaderos, incluso en el concepto objetivo de la fe y la religión. Cabe responder que esta afirmación es contraria al principio de no-contradicción, ya que sólo hay una realidad, y cada fe o religión presenta una visión diferente y exclusiva de la misma. Por esta razón, el creyente convencido de cualquier religión o fe, afirma que su visión es correcta y las visiones de los otros creyentes están equivocadas: en fin, afirma que su fe o su religión es la única fe y religión verdadera que existe.

La santa Iglesia católica romana puede ir aún más lejos y decir no sólo que su fe es la única religión verdadera, pero que es la única fe y religión en todo el orbe. Debido a que la Iglesia enseña que la fe es un tipo de conocimiento, es decir, el conocimiento de la realidad: la realidad de lo que es Dios; y puesto que sólo hay una realidad y un solo Dios, no puede haber más de un conocimiento de ésta realidad, que es Dios. Por otra parte, la Iglesia enseña que sólo la fe católica (junto con el bautismo) nos une a este Dios, y que por lo tanto la fe católica es también la única religión, ya que «religión» no significa nada distinto de aquel sistema espiritual que nos une (ligat en latín) a Dios.

La popularidad de la teoría de que todas las ‘confesiones’ o ‘religiones’ son objetivamente ciertas nos muestra hasta qué punto el hombre de hoy se ha vuelto incapaz de pensar racionalmente, incluso si lo absurdo de dicha teoría no la hace menos respetable a los ojos de cualquiera de los modernistas.

b) La Incoherencia de la Segunda Forma de Ecumenismo

La segunda forma de ecumenismo reduce la fe a una amalgama de diferentes creencias que se comparan con los de otras «religiones» o «creencias» en la búsqueda de una base común para la unión. La Iglesia, una, santa, católica romana, por el contrario, enseña que la fe constituye una unidad indivisible, que se deriva de su objeto: Dios tal como es en sí mismo. Por esta razón, no es posible prescindir de cualquier doctrina católica que sea de interés para la conformidad de las demás como una sola.

  1. Vacío Moral

El ecumenismo se presenta como un tipo de unión espiritual que tiene por objeto un bien espiritual. En una palabra, se presenta como un tipo de amor espiritual, es decir, entre los miembros de la Iglesia católica y los que están afuera. Pero no constituye el amor espiritual, ya que no consiste ni en unión espiritual (en ningún sentido sustancial del término) ni en ningún tipo de bien espiritual.

a) Falta de Unión Espiritual

i) A la Iglesia católica se le ha dado el mandato de Nuestro Señor de establecer un tipo único de unión espiritual con los no católicos y que es la triple unión que consiste en:

a) La unión bajo la autoridad de la jerarquía católica;

b) La unión de los siete sacramentos;

c) La unión de la fe católica.

Este es el único tipo de unión que la Iglesia católica tiene como mandato de establecer con los demás, ya que sólo este tipo de unión puede tener efecto en su bien espiritual, en el sentido último de la palabra. Es decir, su salvación. La unión buscada por el ecumenismo, por otra parte, es simplemente una unión parcial, en la medida en que uno o más de estos tres elementos desaparecen. Por esta razón, no tiene el poder para redimir.

ii) Entonces, la unión espiritual buscada por el ecumenismo no es redentora. Por lo general tampoco es sobrenatural, ya que el ecumenismo típicamente reduce el catolicismo a la fe (entendida simplemente como una colección de diferentes creencias) y al hacerlo, hace caso omiso de los sacramentos, que son los medios necesarios para unirnos a Dios aquí en la tierra y en el cielo. Tomamos nota de que en los dos documentos del Concilio Vaticano II, Ad Gentes y Nostra Aetate, que se refieren a la relación entre la Iglesia y las religiones no cristianas, el término «sobrenatural» no se puede encontrar por ningún lado.

iii) La unión espiritual buscada por el ecumenismo, tampoco es típicamente moral, ya que tiende a reducir la fe, a aquellas doctrinas que se refieren a la naturaleza y la realidad de Dios. Al hacerlo, sin embargo, se deja de lado las doctrinas morales que son una parte esencial de la Fe, y que también son necesarios para la vida eterna, ya que la fe es la luz que nos muestra el camino al Cielo.

b) Falta de Bien Espiritual

El tipo de bien promovido exclusivamente por el ecumenismo no es la salvación, sino que simplemente busca la paz terrenal y la felicidad, que no es un bien espiritual en absoluto. Además, esta no es la tarea primaria o esencial de la Iglesia. La Iglesia, como acabamos de indicar, fue fundada para el bien eterno del hombre, su salvación. El ecumenismo, por otro lado, tiene como objetivo exclusivo el bien terrenal. No es entonces una iniciativa espiritual, sino simplemente una de carácter político. El bien terrenal del hombre es a lo sumo un deber secundario de la Iglesia, como consecuencia de su tarea principal que es  garantizar su bien eterno.

II SENTIMENTALISMO

  1. La Naturaleza del Amor Ecuménico

Tal vez algunos tratarán de defender este falso ecumenismo, que es la búsqueda del bien terrenal del hombre, sosteniendo que no deja de ser una forma de amor, incluso si no es espiritual, y mencionando que «el amor es suficiente», que en un análisis final, el amor es la razón de nuestra vida y que Dios mismo es amor: en el sentido de que la Santísima Trinidad es un misterio de amor entre las Tres Personas Divinas.

Vamos entonces a investigar con más detalle la naturaleza del amor ecuménico, primero el elemento de unión, y a continuación, el bien que esta unión está destinada a producir.

a) Unión Ecuménica

¿Qué es lo que une a las partes en las iniciativas ecuménicas? Creencias e ideales comunes, con exclusión de las diferencias doctrinales. Este principio se expresa normalmente con el lema: «Es importante lo que tenemos en común, no lo que nos separa». En relación con las otras religiones, en particular, a menudo se expresa en el lema: «Nosotros adoramos al mismo Dios».

Estas creencias e ideales comunes constituyen la base de ‘Diálogo’, un proceso que no está orientado a establecer la verdad objetiva, sino a un simple intercambio fraterno, un proceso que coloca a las dos partes en igualdad de condiciones en el entendimiento implícito de que no va a tratar de imponer su visión de la verdad sobre el otro. Proporcionan la base igualitaria para las empresas comunes, tales como asambleas inter-religiosas o inter-confesionales o gestos diplomáticos tales como plantaciones de árboles y abrazos.

Lo que es notable acerca de la unión ecuménica es que se prescinde de la verdad objetiva. Sin embargo, esto es irracional, si el objetivo final es entablar relaciones con otras confesiones cristianas o de otras religiones en forma racional, realista, ya que se debe tener en cuenta toda la verdad y no sólo una parte de ella: no sólo las creencias e ideales comunes sino también las diferencias doctrinales.

De hecho, después de un momento de reflexión, podemos ver que no es mucho lo que tenemos en común con otras confesiones y religiones, que esto es importante de asimilar, y que hay que considerar aquello que nos separa: ya que lo que nos separa es la fe, y la fe es la clave de la vida eterna.

Tomemos el ejemplo de las otras religiones monoteístas: el judaísmo y el Islam. El hecho de que «adoran” al mismo Dios como nosotros es irrelevante. Ya que el dios que adoran es el mismo Dios de la fe católica sólo en un sentido filosófico: como el ser mismo, como Creador y fin de todas las cosas; mientras que el dios que adoran no es el mismo que el Dios de la fe católica en un sentido teológico, en el sentido de la fe, porque Dios en un sentido teológico es la Santísima Trinidad, la cual ellos niegan. Lo que es importante aquí, pues, como acabamos de explicar, es lo que nos separa: la creencia en el Dios de la fe católica, porque sólo esta creencia es la salvífica.

b) El Bien Ecuménico

¿Qué bien es previsto por el ecumenismo? El bien terrenal o político del hombre. Esto de hecho justificaría la empresa ecuménica si no fuera por los males que engendra esta empresa (véase la sección III). En una palabra, el ecumenismo ofrece al hombre un bien terrenal a expensas de su bien espiritual.

Llegamos a la conclusión de que el ecumenismo no es el tipo de amor que es adecuado entre la Iglesia y otras religiones o confesiones. El tipo apropiado de amor es más bien la evangelización, ya que, como cualquier forma de amor racional, su objetivo es el verdadero bien del otro, de hecho por su bien supremo que es su salvación, que pretende asegurar a través de su conversión.

El tipo de amor que propone el ecumenismo es inadecuado y se puede ilustrar con la siguiente imagen: una cantidad de personas que están tratando de cruzar un océano. Un número de ellas está viajando en un gran barco construido para sobrevivir a las tormentas y todo tipo de peligros y amueblado con todo lo necesario para un largo viaje. Otros viajan en embarcaciones más pequeñas: veleros, botes de remos; otros en balsas o colchonetas; otros van simplemente nadando. Sólo el gran barco llegará al otro lado de manera segura; algunos de los otros botes pueden llegar a la costa, pero con gran dificultad; los otros botes y la gente en el otro lado, sin duda no van a llegar.  Los que van en el barco grande no tratan de persuadir a las personas para subir a bordo, simplemente los saludan alegremente a su paso. Como el lector habrá comprendido, el barco grande es la Iglesia católica; el océano es el mundo; las personas fuera de la embarcación son aquellos que no pertenecen a la Iglesia, o al menos no al Cuerpo de la Iglesia.

Evidentemente, es más fácil y también más divertido, al menos por el momento, el saludar y sonreír alegremente al otro desde un hermoso barco, que decirle que él está cometiendo un error, para lograr persuadirlo de abandonar su embarcación (que probablemente a él también le gusta bastante), y que suba a bordo del barco de uno mismo. Lo que es más, si él viene a bordo, vendrá con toda la molestia que implica cuidar de él.

Dijimos que el falso ecumenismo es un tipo inadecuado de amor. ¿Cómo podríamos caracterizarlo con más precisión? En la medida en que prescinde de la verdad objetiva, es irracional, como hemos sugerido anteriormente, y por lo tanto no constituye un amor racional, sólo un amor emocional. Se lo puede caracterizar con mayor precisión como el sentimentalismo. Este sentimentalismo hizo su primera aparición oficial en la Iglesia en los textos del Concilio Vaticano II, en su lenguaje y actitudes hacia otras religiones, y sobre todo hacia el mundo contemporáneo y en una nueva doctrina ética suave y conciliadora, donde el fin primordial de el matrimonio es el «amor». Como un sustituto del amor verdadero, es decir, de la virtud del amor, este amor sentimental es afeminado y castrado. En virtud de la falta de formación y vigilancia del clero y de los fieles, este “amor” fue capaz de hacerse pasar en el anteriormente mencionado concilio, como el amor verdadero.

  1. El Error Metafísico del Ecumenismo

El error metafísico del ecumenismo subyacente en la prioridad del orden del bien sobre el orden de lo verdadero.

a) A Nivel de lo Natural

El alma del hombre tiene dos facultades principales: el conocimiento y la voluntad (o el amor racional), y ambos necesitan ser empleados en su forma de actuar. La razón más profunda de esto es que ambas capacidades son necesarias para que el hombre pueda glorificar a Dios por completo. A la objeción de que «el amor es suficiente», entonces nosotros respondemos con la afirmación de que el conocimiento es también necesario.

Es necesario agregar, además, que el conocimiento tiene precedencia (lógicamente) sobre el amor, ya que el amor es ciego, y tiene que ser guiado por el conocimiento: Antes de amar, tenemos que saber qué amar y cómo amar. Si un borracho me pide cien euros » y yo les doy esta cantidad, yo no lo estoy amando. Y si alguno está tratando de cruzar el océano a nado, no voy a simplemente amarlo al saludarlo desde mi hermoso yate cuando pase a su lado.

b) A Nivel Sobrenatural

En el plano sobrenatural, el conocimiento a considerarse es el de la fe y el amor en consideración es el de la caridad. Ambos, fe y caridad, deben ser empleados en las acciones del hombre. No es suficiente tener fe para estar salvado; no es suficiente para amar, para estar salvado: la fe y la caridad son necesarias.

Por otra parte, la fe (como el conocimiento sobrenatural) tiene prioridad lógica sobre la caridad (como el amor sobrenatural). El objeto de la fe es Dios, la Santísima Trinidad, y no podemos amarlo con caridad (y al prójimo en Él y por el bien de Él) antes de conocerlo por la fe.

A un nivel más profundo, podemos decir con el profesor Romano Amerio en su admirable libro, Iota Unum, que el conocimiento precede al amor en el sentido último de la Santísima Trinidad en sí misma, ya que el conocimiento de Dios a través de la Palabra precede al amor de Dios a través del Espíritu Santo: la Procesión del Hijo del intelecto del Padre precede a la Procesión del Espíritu Santo desde el Amor recíproco del Padre y del Hijo. De esta manera, podemos decir que Dios, antes de ser un misterio de Amor, es un misterio de la Verdad. La prioridad que se trata aquí, como antes, es una prioridad lógica: el Padre y el Hijo son consustanciales y sus relaciones recíprocas no son temporalmente distintas.

Vemos entonces que los ecumenistas están equivocados cuando actúan como si el amor fuera todo lo que importa, ya que, lo repetimos, tanto el conocimiento y el amor son necesarios, donde el conocimiento tiene prioridad lógica sobre el amor: la fe sobre la caridad: el orden de la Verdad sobre el orden de lo Bueno.

III EL MAL DEL ECUMENISMO

Hemos llamado al ecumenismo un amor sustituto. ¿Quién lo inventó si no el diablo, el imitador de Dios y el maestro de todo engaño? Es su invención, o más bien un nuevo uso de un antiguo invento suyo, que es el de las religiones falsas. Pues él creó la mentira o las religiones no católicas, con el objeto de sacar al hombre de su fin último, que es el Cielo. Para ello, el Exterminador tuvo cuidado de preservar algunos elementos de la Verdad Objetiva y Bondad en ellos, con el fin de hacer que su producto  sea más atractivo y aceptable para sus víctimas. En la época actual se ha utilizado estos mismos elementos, los ha presentado como algo positivo, es decir, como: «Lo que tenemos en común» con el fin de organizar la gran farsa ecuménica de un amor sentimental y condimentado para la corrosión de la fe católica: religiones sustitutas para la evangelización subrogadas por el amor de alquiler.

¿Qué males comprenden esta corrosión de la fe católica?

1) El primer mal del ecumenismo es que oscurece la fe. De hecho, como una iniciativa modernista, el ecumenismo es, por su propia naturaleza oscurantista. Si el Papa abraza al Dalai Lama, si ora con él o algún otro líder religioso; si un sacerdote católico recita las palabras de la Consagración de la Santa Misa junto con un pastor protestante, que parecen tener algo en común espiritual, pero ¿en qué precisamente consiste todo esto? No está claro.

Lo que el ecumenismo particularmente oscurece es la singularidad de la fe católica. Porque al poner la fe católica al mismo nivel que otras «religiones» o «confesiones», se oscurece el hecho de que es la única y verdadera fe y religión, y la única que puede salvar al hombre, ya que contiene en sí misma la plenitud de la doctrinas y sacramentos necesarios para la salvación.

2) El católico que en algún gesto ecuménico está interesado sólo en lo que tiene en común con otras confesiones cristianas o de otras religiones y lo que le une a ellos, se debilita en la fe (la suya y la de los otros que puedan ser testigos del gesto) y en el conocimiento de su propia fe que pasa por alto.

Por ejemplo, el que sólo está interesado en lo que le une a los luteranos, silencia y posteriormente, debilita la fe en la naturaleza de sacrificio de la santa misa y los siete sacramentos, así como el culto a la Virgen; el que está interesado en aquello que lo une los judíos o musulmanes, silencia y debilita la fe en el misterio de la Santísima Trinidad y la divinidad y la misión redentora de Nuestro Señor Jesucristo, que constituyen el núcleo de la fe.

3) El que oscurece y debilita la fe, disminuye la posibilidad misma de la salvación (la suya y la de los otros que puedan presenciar el gesto).

4) El ecumenismo humilla a la Iglesia al posicionar a la Inmaculada Esposa de Cristo al mismo nivel que los inventos del diablo.

5) Se ofende a Nuestro Señor Jesucristo como fundador de la Iglesia al ubicarlo a Él al mismo nivel que los fundadores de las otras «religiones» que niegan, rechazan o blasfeman.

6) En la medida en la que el ecuménico oculta y silencia la fe, humilla a la Iglesia, y ofende a Nuestro Señor Jesucristo, incurre en desagradar al Señor que dice: «Porque quien se avergonzare de mí y de mis palabras, de él se avergonzará el Hijo del hombre cuando venga en su gloria y en la del Padre y de los santos ángeles.» (Lucas 9   26).

7) El que en este proceso ilegítimo de acercamiento hacia otras confesiones o religiones va tan lejos como para negar así sea un solo artículo de la fe, no sólo debilita su fe, pero cae en la herejía y la pierde por completo.

8) El que niega toda la fe, o el núcleo de la fe, cae en la apostasía.

9) A nivel mundial, el catolicismo, a través del ecumenismo inter-confesional, se derrumba, como ya somos capaces de presenciar dolorosamente, en una especie de humanismo vago ligeramente teñido por el cristianismo.

10) A través del ecumenismo interreligioso, por el contrario, el catolicismo se disuelve en una religión puramente naturalista, apartada de la gracia. Esta religión puede asumir una de dos formas:

a) una amalgama de todas las religiones, que se convierte en una especie de humanismo vago sin ni siquiera un rastro de cristianismo;

b) una amalgama de religiones monoteístas.

Esta segunda forma de religión tiene dos tipos: la primera, un vago deísmo; la segunda, un monoteísmo que conserva lo que las tres grandes religiones monoteístas tienen en común teológicamente, es decir, al menos teóricamente, el Antiguo Testamento. De esta manera, el catolicismo se disuelve efectivamente en el judaísmo, o más precisamente en la religión judeo-masónica mundial conocida como ‘noajismo’ (los hijos de Noé). ¿Fueron estas las razones por las que en la Pasión y muerte en la Cruz de Nuestro Señor se diera a través de los más atroces espasmos de dolor?

El mal del ecumenismo es en resumen, lo que oscurece, silencia, y debilita la fe; disminuye la posibilidad de la salvación; humilla a la Iglesia, ofende y desagrada a Nuestro Señor Jesucristo; tiende hacia la herejía y la apostasía; empuja al catolicismo en la dirección del humanismo, deísmo y ‘noajismo’. Entonces no es de extrañar que en el momento de las primeras reuniones entre las diversas confesiones no cristianas católicas, la Iglesia declaró explícitamente a través de la boca del Romano Pontífice Pío XI (Mortalium Animos 1928) que: «… es claro que la Sede Apostólica no puede bajo ninguna razón, participar en sus asambleas, ni es de ninguna manera lícito para los católicos, ya sea para apoyar o para trabajar para este tipo de empresas; porque si lo hacen van a estar dando un rostro a un falso cristianismo bastante ajeno a la única Iglesia de Cristo.»[8] Es evidente que el principio que aquí se aplica a las relaciones entre la Iglesia y otras confesiones se aplicarán mutatis mutandis a las relaciones entre la Iglesia y otras religiones.

CONCLUSIÓN

Concluimos este ensayo resumiendo brevemente los puntos en los que el ecumenismo y la evangelización convergen y divergen.

Tanto el ecumenismo y la evangelización tienen una pretensión de universalidad. El primer término, que se deriva de una palabra griega que significa «mundo», significa, en efecto, amoldar la fe católica, a todas los demás confesiones o religiones del mundo. El segundo término, según se desprende de un vistazo al final de todos los evangelios sinópticos, significa la catequesis, el bautismo y la conversión de todo el mundo a la única fe católica.

Tanto el ecumenismo y la evangelización son tipos de un amor: ambos apuntan a la unión entre las partes a la vista de un potencial bien. El ecumenismo busca la unión sobre la base de creencias compartidas, de ‘diálogo’ entendido como una forma de movimiento perpetuo, y de abrazos. Se ve dirigido hacia una bondad meramente terrenal o política. La evangelización, por el contrario, busca la unión sobre la base de la verdadera fe, los siete sacramentos, y la sumisión al Romano Pontífice. Busca el bien eterno del hombre en el Cielo.

El ecumenismo y la evangelización divergen más notablemente en lo que respecta a la Verdad. El ecumenismo no está interesado en la verdad; la evangelización por el contrario la mantiene como lo más importante, ya que la evangelización consiste precisamente en el anuncio de la Verdad: en la comunicación de la Verdad a alguien que está en la ignorancia, para que él también pueda entrar en posesión de la misma, y así ser salvos. Esta Verdad en el sentido último no es otra que la Santísima Trinidad, Quien ha creado al hombre para que el hombre y todos los hombres sin excepción, puedan conocer y amarlo aquí en la tierra, y así lograr su felicidad eterna en el Cielo. Amén.

[Traducido por Cecilia González Paredes. Artículo original.]

RORATE CÆLI
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