¿"Efecto Francisco"? – La influencia moral católica se derrumba en Italia

¿»Efecto Francisco»? – La influencia moral católica se derrumba en Italia cuando el parlamento aprueba el «Divorcio Rápido»

Avanti
Portada del periódico comunista “Avanti” de 1970, celebrando la aprobación del divorcio en Italia

La «apertura» de la Iglesia posterior al Concilio Vaticano II tuvo consecuencias terribles para la influencia de la doctrina moral católica en la legislación italiana; siendo los ejemplos más increíbles de esto la legalización del divorcio y el aborto bajo el pontificado de Pablo VI. Juan Pablo II tuvo como una de sus tareas más difíciles la reconstrucción de la presencia católica en la vida política de Italia, lo cual hizo gradualmente con la gran ayuda del Cardenal Ratzinger y el Cardenal Ruini, Vicario de Roma e influyente Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), pese al sabotaje intelectual de figuras como el Cardenal Martini, arzobispo jesuita de Milán en aquella época.

El símbolo de este renacimiento de la influencia católica en la legislación italiana fue el Referéndum de 2005 sobre las leyes de fertilidad, en el que prevalecieron las posiciones de la derecha política y las de la moral católica con el apoyo del Papa Benedicto XVI.

Ahora, el frente católico unificado que se formó esmeradamente bajo los pontificados de Wojtyla y Ratzinger simplemente se ha derrumbado como un castillo de naipes y los ataques a la moralidad están avanzando prácticamente sin ninguna oposición en el parlamento italiano. ¿Podría ser esto lo que normalmente se entiende como el «Efecto Francisco»? Sandro Magister lo explica en su único blog en italiano, tomando en cuenta la nueva ley de divorcio exprés- ¡Y con la ayuda de los profesores de las mismas universidades católicas!

Los católicos y el divorcio rápido

 

Sandro Magister

Settimo Cielo

27 de abril de 2015

 

Después de que la mayoría de los medios de comunicación le dio la bienvenida con entusiasmo al divorcio rápido, este se muestra a sí mismo como una prueba cruel, y quizás, como el fin definitivo de lo que por años se consideró como “la excepción italiana”, es decir, de la habilidad que este país tuvo por medio del catolicismo político en el espacio público para ir de forma efectiva contra la corriente en temas clave acerca de la vida y la familia.

El periódico “Avvenire” de la Conferencia Episcopal Italiana, al comentar la ley con su editorial en palabras de condenación inequívoca, llevó por titular “El divorcio rápido, un objetivo incivilizado: Una devastadora pendiente resbaladiza anti-familia”. Sin embargo, este “escándalo” en los noticieros seculares se indexó como “la ira de los católicos” y fue dado de baja de inmediato.

En efecto, el número de votos con el que se aprobó la ley habla por sí mismo: 398 votos a favor, 28 en contra y 6 abstenciones. Y esto en un parlamento repleto de católicos y en un gobierno donde el mismo Primer Ministro y muchos otros ministros son católicos, además de la mismísima proponente de la nueva ley, Alessia Morani, abogada especializada en derecho matrimonial, que se define a sí misma como una “católica madura y democrática”.

En una carta a “Avvenire” del 26 de abril, Franco Monaco, delegado del PD (Partido Democrático), ex-presidente de la acción católica de Milán, asesor principal del Cardenal Maria Martini y escritor fantasma en el área de la política, hizo una lista de los múltiples factores negativos de la nueva ley junto con la preocupación personal por el cambio a matices agnósticos, individualistas y libertarios que esta ley representa. Sin embargo, él dice que votó ‘sí’ de todos modos. En un comentario “sobre los católicos en la política” escribe:

“Hoy están menos presionados por el mundo eclesiástico como para tomar el peso de lo que son “los principios no negociables”. Esta no es una buena razón para bajar la crítica exigente como umbral de la responsabilidad. Más bien se trata de lo contrario: ahora que no estamos presionados desde el exterior, tenemos que acarrear esta responsabilidad nosotros mismos.”

Pero si el ‘sí’ al divorcio rápido es una señal de este “discernimiento crítico” autónomo de los católicos que ya no están más bajo presión por parte de la jerarquía, también es igualmente interesante para entender los motivos que ocasionaron el apoyo de este nueva dirección católica. La indicación más reveladora sobre el tema se encuentra en una pequeña columna publicada en el “Corriere della Sera” el 24 de abril.

El escritor, Mauro Magatti, es un contribuyente regular para “Avvenire”, pero lo es aún más para el famoso periódico italiano secular. Posee la cátedra de Sociología en la Universidad Católica de Milán y fue Decano de la Facultad entre 2006 y 2012. Además, enseña en la Facultad de Teología de Milán, y es sobre todo, un intelectual importante consultado por la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) –no por cierto aquella que antaño fue combatiente, sino más bien la que hoy es débil, representada por su Secretario General, Nunzio Galantino.

Así que, como la CEI ha perdido toda relevancia en el área política, lo mismo ocurre con el pensamiento católico, el cual debería tener alguna influencia en el ámbito de la política. El comentario de Magatti sobre el divorcio rápido ilustra perfectamente el estado actual de la situación.
Escribe:

“En una época donde celebramos la rapidez y la flexibilidad, y en la cual se solicita tanto la claridad de los “nuevos comienzos”, el divorcio rápido se adecúa perfectamente al espíritu de los tiempos”.

No hay ninguna crítica en absoluto. Luego señala:

“Los seres humanos tienen una capacidad extraordinaria de adaptación. Incluso se adaptarán a un modelo social en que el matrimonio para toda la vida se cambia al matrimonio con límites. Esto quiere decir que habrá más libertad para las elecciones individuales con menos fuerzas vinculantes a nivel social”.

Solo se alza una vaga incertidumbre sobre el futuro:

“El tiempo nos dirá si esta decisión nos hará verdaderamente felices. Todos deberíamos ser capaces de conservar relaciones inestables haciendo un esfuerzo para estar a la altura [de la situación]”.

Concluye de este modo:

“Veremos qué pasa. Por ahora, como dice el poeta: “Quien quiere ser feliz, que lo sea, del mañana no hay certeza” (Lorenzo de Medici).

 Publicado por New Catholic, 28/4/2015 03:00:00 P.M.

[Traducido por Carlos Arriaza. Artículo original]

RORATE CÆLI
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