Estamos en Adviento: preparémonos para la Navidad

Estamos en Adviento, pero no todos saben qué es el Adviento. Don Guéranger lo explica muy bien en El año litúrgico. Adviento es el nombre que da la Iglesia al tiempo destinado a preparar a los fieles para la celebración de la Navidad. Las dos grandes solemnidades de la Iglesia son Navidad y Pascua de Resurrección: la primera conmemora el nacimiento de Nuestro Señor, y la segunda su muerte y Resurrección. Ambas solemnidades son precedidas por un tiempo de penitencia: Adviento en el primer caso y Cuaresma en el segundo. El Adviento es un tiempo cuaresmal, porque está destinado a la penitencia, y la penitencia sirve para que nos preparemos mejor de cara a la festividad. Aunque la Cuaresma dura cuarenta días, en realidad son algunos más, pero no nos vamos a meter en cálculos complejos. El Adviento de la Iglesia latina dura un mínimo de 22 días si Navidad cae en lunes, y un máximo de 28 si cae en domingo. Aunque es un tiempo movible, siempre contiene cuatro domingos. Parece ser que la institución de este tiempo litúrgico se remonta a San Gregorio Magno. La palabra Adviento viene del latín adventus, que significa llegada. En el lenguaje de la Iglesia se refiere a la venida del Señor, que es triple. «En la primera –explica San Bernardo– Jesús viene en carne y en debilidad; la segunda vez en espíritu y en potencia, y la tercera en gloria y majestad. La segunda es el medio por el cual se pasa de la primera».

La primera venida de Jesús es la encarnación del Verbo; la tercera es la Parusía, la tercera venida del Señor a la Tierra al final de los tiempos; y la segunda es la que tiene lugar en la fiesta de Navidad, para la que debemos prepararnos espiritualmente todos los años.

El primer domingo de Adviento es el que inaugura el año litúrgico. La estación es en Santa María la Mayor. La palabra estación, del latín statio, significa el acto de parar y el lugar donde se hace, y en un tiempo designaba a las iglesias a las que se dirigía en procesión el Papa, acompañado del clero y todo el pueblo, para celebrar la Misa solemne. Esta costumbre se remonta al menos al siglo IV. En Santa María la Mayor se venera la cuna de Belén, y es lógico por tanto que esta celebración inaugure cada año el ciclo litúrgico. Las primeras palabras de la Iglesia en el oficio nocturno del primer domingo de Adviento evocan al profeta Isaías: Regem venturum Dominum, venite adoremus: Viene el Rey, el Señor; ¡adorémoslo!

Con estas palabras, Regem venturum Dominum, venite adoremus, da comienzo también la clásica novena de Navidad, que dura del 16 al 24 de diciembre. El mundo entero aguarda al Redentor, y la Iglesia inicia el nuevo año con esta espera. La primera palabra que dirige la Iglesia al Señor tiene que ver con su venida: venid a adorar al Señor, que llega en las tinieblas.

La noche está avanzada, dice San Pablo, pero el día se acerca (Rm, 12, 11-14). La luz no tardará en resplanndecer. Hoy esperamos al Señor en su misericordia y lo adoramos como un Niño divino, pero sabemos que al final de los tiempos volverá como Juez con toda su majestad y su justicia. Don Guéranguer recuerda las palabras de San Juan Cristóstomo: «Una muerte repentina ocurrida a vuestra vista, un terremoto, la amenaza de una súbita calamidad os aterra y abate; ¿qué será cuando os falle la tierra bajo los pies, cuando veáis la destrucción de la naturaleza y oigáis el sonido de la fatal trompeta, cuando el soberano Señor del Universo se muestre a vuestras miradas en toda su majestad?»

San Juan Crisóstomo se refiere al fin de los tiempos. Pero tan temible como el día del fin del mundo y el juicio universal será el del juicio particular, que será el momento de nuestra muerte, cuando cada uno de nuestros actos, palabras y omisiones sea infaliblemente juzgado por el Redentor. Es la fe de la Iglesia: en la conclusión de su vida, todo hombre comparecerá ante Dios, Señor y Juez supremo, para recibir su premio o castigo. Espiritualmente, el alma comprende que es juzgada por Dios, e iluminada por la luz divina la propia conciencia pronuncia el veredicto divino. La sentencia será irrevocable, y su ejecución inmediata.

En Adviento recordamos la primera venida de Cristo Redentor en el establo de Belén y le pedimos que vuelva a visitarnos para redimirnos de nuestros pecados e infundirnos la vida sobrenatural. Ésa es su segunda venida, que es la festividad navideña. Pero nos preparamos también para la tercera, la del juicio final, de la cual será anticipo nuestra muerte.

Con dicha actitud, en la estación de Santa María la Mayor, adoremos al Niño Jesús que ha venido al mundo, y sigue viniendo al mundo cada navidad para salvarnos y santificarnos.

¿Qué otra finalidad podría tener nuestra vida sino nuestra salvación y santificación?

(Traducido por Bruno de la Inmaculada)

Roberto de Mattei
Roberto de Matteihttp://www.robertodemattei.it/
Roberto de Mattei enseña Historia Moderna e Historia del Cristianismo en la Universidad Europea de Roma, en la que dirige el área de Ciencias Históricas. Es Presidente de la “Fondazione Lepanto” (http://www.fondazionelepanto.org/); miembro de los Consejos Directivos del “Instituto Histórico Italiano para la Edad Moderna y Contemporánea” y de la “Sociedad Geográfica Italiana”. De 2003 a 2011 ha ocupado el cargo de vice-Presidente del “Consejo Nacional de Investigaciones” italiano, con delega para las áreas de Ciencias Humanas. Entre 2002 y 2006 fue Consejero para los asuntos internacionales del Gobierno de Italia. Y, entre 2005 y 2011, fue también miembro del “Board of Guarantees della Italian Academy” de la Columbia University de Nueva York. Dirige las revistas “Radici Cristiane” (http://www.radicicristiane.it/) y “Nova Historia”, y la Agencia de Información “Corrispondenza Romana” (http://www.corrispondenzaromana.it/). Es autor de muchas obras traducidas a varios idiomas, entre las que recordamos las últimas:La dittatura del relativismo traducido al portugués, polaco y francés), La Turchia in Europa. Beneficio o catastrofe? (traducido al inglés, alemán y polaco), Il Concilio Vaticano II. Una storia mai scritta (traducido al alemán, portugués y próximamente también al español) y Apologia della tradizione.

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