Estos jóvenes extremistas

Estimado sí sí no no, 

me encontré a un ilustre “don” de mi diócesis, que fue formador en el seminario, y después párroco, y ahora de nuevo formador. Intercambiado el saludo, me dijo: “Sabes, tengo 70 años y no consigo entender una cosa. Cuando nos pusimos la sotana mis coetáneos y yo, no veíamos la hora de quitárnosla, de lo fastidiosa que es. Una señal evidente y clara de que somos sacerdotes es necesaria, esto no se discute, pero la sotana… ¿cómo se puede llevar sotana? En cambio, estos sacerdotes jóvenes apenas ordenados están contentos de llevar sotana y van por ahí a menudo y a gusto con la sotana… ¡y lo bien que la llevan! Piensa: hace algunos días, algunos seminaristas veinteañeros nuestros fueron a Roma con este calor… y se pusieron la sotana e incluso el bonete… Bueno, ¿qué decir? Ve tú a comprender a los jóvenes. Ahora no hay ninguna obligación de llevar la sotana, lo contrario… ¡y los jóvenes se la vuelven a poner! El que es joven es siempre extremista”. 

Le respondí: “Sin duda, est modus in rebus, pero ¿no te parece que estos seminaristas en teología, estos jóvenes sacerdotes, redescubren el hábito talar, precisamente porque han redescubierto que el sacerdote tiene una identidad completamente propia, de hombre de Dios, de llamada al Absoluto, de “alter Christus”, de padre de las almas, que ellos quieren hacer resaltar lo más posible? ¿No te parece hermoso todo esto, que jóvenes de hoy, sin ninguna obligación, solamente por elección propia e intuición personal de fe, quieran hacer ver el sacerdocio hacia el que caminan o que han recibido ya del Obispo, porque están orgullosos del sacerdocio de Cristo?”.

El ilustre “don” movía la cabeza en silencio… después dijo: “Y pensar que la Iglesia con el último Concilio quiso hacer más fácil y aceptable nuestra elección… y los jóvenes eligen lo que es más arduo. ¡¿Quién los entiende?! ¿Entonces nos hemos equivocado?”.

El “don” ilustre me miró sin responderme, con la mirada triste. Se puso los paramentos y se dirigió al altar con la mirada baja, muy baja. Pensé con alegría en lo que me dice a menudo un queridísimo amigo, un christifidelis laicus: “No temas, querido hermano, Jesús, a pesar de los modernistas, actúa en las almas, actúa en las almas juveniles… y se prepara con esmero a Sus amigos y a los apóstoles Suyos y nuestros, para hoy y para mañana”. 

Antes de subir al altar, el “don” ilustre me dijo: “He leído la historia de Rolando Rivi, un seminarista de 14 años de Reggio Emilia: lo mataron porque llevaba sotana… y no se la había quitado nunca”. Le respondí: “Conozco bien la historia de Rolando: su martirio fue reconocido por los “Teólogos”. Pidamos que hoy el Señor nos dé muchos Rolandos, extremistas de amor a Jesús como Rolando Rivi, siempre con la sotana, pequeños y grandes “alteri Christi”. 

Carta firmada

(Traducida por Marianus el eremita)

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