Fátima y las bestias apocalípticas

El sagrado libro del Apocalipsis nos expone un drama impresionante, el de la secular lucha entre el bien y el mal, ahora llegada a su culminación, y por ende radicalizada.

En el telón de fondo aparecen los dos grandes protagonistas por así decirlo. Ante todo Cristo, el Señor de la Historia, el Kyrios, el Cordero que abre el libro sellado, manifestando así su dominio plenario sobre los acontecimientos históricos. Él es el Liturgo que preside en el cielo el majestuoso culto de los ancianos, los ángeles y los seres vivientes, el Guerrero, montado sobre blanco corcel, con su túnica salpicada en la sangre de su martirio victorioso, que galopa seguido por los ejércitos de los cielos, también en caballos blancos, y en cuyo muslo está grabado su nombre: Rey de Reyes y Señor de Señores.

Frente a Cristo, el Dragón, el demonio, el abanderado de las fuerzas del mal. Aquel que al comienzo no trepidó en gritar Non serviam, encabeza ahora la rebelión decisiva y terminal, escoltado en la demanda por dos auxiliares: la Bestia del Mar, que será el dominador en el plano político (en la Escritura el mar simboliza el orden temporal), y la Bestia de la Tierra, que llevará a cabo la falsificación del cristianismo (la tierra es el símbolo de la religión); ambas Bestias en estrecha conexión y alianza.[1]

La Primera Bestia o Anticristo es, según sentencia común, el símbolo de las potencias que luchan contra el Reino de Dios, o la encarnación del Anticristo con sus secuaces. La unión de elementos tan disímiles en la misma bestia significa que las tendencias más opuestas entre sí se unirán (cf. Sal. 2, 2) para destruir la obra del Redentor, engañando a los desprevenidos (2 Ts. 2, 9 s.) con apariencia de piedad (2 Tm. 5, 3) y de paz (1 Ts. 5, 3). La historia de la Iglesia es ya una prueba de ello, porque «el misterio de la iniquidad» obra desde el principio como enseña S. Pablo (2 Ts. 2, 6 s.) y el mismo S. Juan (1 Jn 4, 3). Pero aquí se trata de la crisis final de este misterio, llevado a su colmo con el endiosamiento del hombre (2 Ts. 2, 4) en forma no ya disimulada como hasta entonces en aquel misterio, sino abierta, desembozada y triunfante (vv. 4, 12, 15, etc.).[2]

Bestia monstruosa, cruel y astuta como un leopardo, fuerte como un oso y feroz como un león, y lleva en sus cabezas títulos blasfemos (Ap 13, 1). En cada época César tratará de apropiarse de las cosas de Dios, como el culto divino. Todos los habitantes de la tierra lo adorarán, pero no aquellos cuyos nombres están inscritos en el libro de la vida, éstos perseverarán fielmente, aun cuando su fidelidad a Cristo pueda significarles el cautiverio o la muerte (Cf.: Ap 13, 5-10).

Dios nos dio el Decálogo, pero las leyes masónicas, ateas y antinaturales de hoy día se colocan por encima de la Ley de Dios.

El Padre Leonardo Castellani en sus obras parece sostener una suerte de manifestación gradual del Anticristo. Las Siete Trompetas del Apocalipsis, que simbolizan siete grandes jalones heréticos en la historia de la Iglesia, aludirán a siete sucesivos Anticristos, en el sentido en que habla Juan en su epístola, precursores del último, al cual preparan sin saberlo, acumulativamente.[3] A medida que se aproximan al «Hombre de Pecado», las herejías van creciendo en fuerza y malignidad.

«Y la venida del Anticristo está precedida por la Apostasía. El Anticristo instalará el culto pagano en el lugar santo, la abominación de la desolación, que es el culto del mismo satanás. Obviamente esa abominación de la desolación es precedida por la instalación del culto idolátrico, y eso será en el lugar santo.

Estamos así en el momento histórico más espantoso. Estamos comenzado a ver esta apostasía ante nuestros propios ojos. La vemos promovida por sacerdotes católicos… por obispos católicos…, y por el silencio y/o connivencia de otros obispos… Esto también sigue ocurriendo debido al silencio, connivencia y promoción de débiles, malos o desencaminados obispos, arzobispos y cardenales, por dignatarios en el mismo Vaticano».[4]

La apostasía general no debe llenarnos de pasmo, pues es anunciada por Jesucristo y por los apóstoles como antecedente del Anticristo y preludio del triunfo de nuestro Redentor. Siempre quedará un pequeño grupo de verdaderos y fieles cristianos, la «pequeña grey» (Lc 12, 32), aun cuando se haya enfriado a caridad de la gran mayoría (Mt 24, 12) al extremo de que si fuera posible serían arrastrados aún los escogidos (Mt 24, 24). Jesús nos enseña que sarán librados sus amigos (Lc 21, 28 y 36); los que velen guardando sus palabras y profecías «como una lámpara en lugar oscuro hasta que amanezca el día» (2 Pe 1, 19).

La Bestia surgida de la tierra, representa el brazo religioso del pagano Imperio Romano. Los dos cuernos simbolizan ese brazo, porque el sumo sacerdote judío llevaba en su cabeza una mitra con dos cuernos. Y el cordero ha sido siempre el símbolo del sacrificio, por ejemplo el cordero pascual, y el Cordero de Dios. Así pues, la bestia con dos cuernos como de cordero representaba a los sacerdotes de la Roma pagana. Quienes siguen a la Bestia pensarán y actuarán como ella. Hará del dinero su dios, del placer su única meta en la vida, haciendo de su propio yo el centro de todas sus acciones. Aceptará el ateísmo y rechazará a Dios. Será en una palabra, un materialista y un secularista.

Esta segunda bestia, que tiene mucha semejanza con el pastor insensato de Za 11, 15 ss., sirve a la primera, y ambas sirven al dragón (cf. 16, 13; Mt. 24, 23 ss.). Tertuliano y S. Ireneo creen que esta segunda bestia simboliza un gran impostor que aparece con la mansedumbre de un cordero (cf. Mt. 7, 15 y nota), pero engaña por su astucia a los hombres a tal punto que los lleva a adorar a la primera bestia (v. 12). Cf. 11, 18; Sb. 13, 6 y nota; 2 Ts. 2, 9 ss. En 16, 13; 19, 20 y 20, 10 se le da el nombre de falso profeta. Es de notar que el Cordero en el Apocalipsis no tiene dos cuernos como éste sino siete (5, 6) cf. Za. 3, 9 y 4, 10. Pirot recuerda también la advertencia de Jesús sobre los lobos que se vestirán de corderos y, luego de señalar interpretaciones que suponen haberse realizado esto en el siglo III con los sacerdotes del culto imperial romano, concluye expresando que se puede ver en la segunda Bestia todo un sistema de pensamiento que sustituye al ideal divino un ideal terrestre –estatolatría, culto de la humanidad– para hacerle adorar.[5]

La Bestia de dos cuernos como de cordero, nos indica la infiltración anti-católica en el seno de la misma Iglesia Católica a través de la masonería eclesiástica.

La Segunda Bestia es un Pseudoprofeta, el brazo derecho del Anticristo en su fáustico intento. También él se parecerá a Cristo: «Hablaba como el Dragón, pero tenía dos cuernos como de cordero» (Ap 13, 11). Si la Primera Bestia salió del mar (cf. Ap 13, 1), ésta surge de la tierra firme (cf. Ap 13, 11), es decir, del ámbito religioso, y su propósito será que todo el mundo adore al Anticristo: «Hizo que toda la tierra y sus habitantes adoraran a la Primera Bestia» (Ap 13, 12).[6]

«El misterio de iniquidad, que consiste en la inversión monstruosa del movimiento adoratorio hacia el Creador en hacia la creatura se ha verificado del modo más completo posible, sin suprimir uno solo de los dogmas cristianos…, solamente con convertirlos en mitos, es decir, en símbolos de lo divino que es lo humano» (P. Leonardo Castellani).

Estamos viviendo los días del Apocalipsis –los últimos días de nuestra era… Dos grandes fuerzas, el Cuerpo místico de Cristo, y el cuerpo místico del Anticristo, están formando filas para la catastrófica contienda.[7]

El gran Papa Pío XII en su luminoso magisterio pontificio ya nos había advertido respecto de los duros y amargos sufrimientos que padecería la humana raza: la humanidad debe prepararse para sufrir como nunca lo ha hecho, y describió a nuestros tiempos como los más tenebrosos desde el diluvio. El Pontífice dijo: la hora ha sonado para combatir en la batalla más extensa, más amarga, y más feroz que el mundo haya presenciado jamás, y habrá que luchar hasta el fin.[8]

El estado actual del mundo, como declaró Pío XII, puede fijarse así:

En realidad, el problema radical del universo está ya fundamentalmente resuelto y se apoya en la importante disyuntiva que jamás se había planteado a la libertad humana: con Dios o contra Dios. Esta es la elección que hoy planea sobre el destino de la humanidad.

San Ignacio de Antioquía, San Antonio del Desierto, y San Ignacio de Loyola nos dicen que estamos en medio de una gran batalla espiritual, ya sea que la reconozcamos o no.

En una entrevista a la revista Jesus en 1984 el entonces cardenal Ratzinger, Prefecto de la Sagrada Congregación para la doctrina de la fe, conectó respecto mensaje de Fátima, tres elementos: el Tercer Secreto, la Sagrada Escritura y otras apariciones marianas aprobadas por la Iglesia como auténticas: el contenido de ese «Tercer Secreto» corresponde a lo que ha sido anunciado en la Escritura, y lo que ha sido dicho una y otra vez en muchas otras apariciones marianas.

El Padre Joaquín Alonso y Fray Michel de la Sainte Trinité –fatimistas eruditos- nos han proporcionado inestimables penetraciones sobre el significado y contenido del Mensaje de Nuestra Señora de Fátima en su conjunto.

En 1966, el P. Alonso, sacerdote claretiano fue encomendado por el Obispo de Leiria-Fátima -con el objeto de defender el Mensaje de Fátima– realizar un completo estudio crítico de la historia de las revelaciones, ante los pérfidos ataques de los progresistas discípulos del jesuita modernista P. Edouard Dhanis.

Diez años más tarde el docto sacerdote había concluido su riguroso estudio titulado «Textos y estudios críticos de Fátima». Obra impresionante que presenta 5.396 documentos abarcando desde los inicios de las apariciones hasta el 12 de noviembre de 1974.

Asimismo «Toda la verdad sobre Fátima. El Tercer Secreto» es la monumental obra de 850 páginas de Fray Michel de la Sainte Trinité, profundo estudio en el que el reconocido erudito del Mensaje de Fátima apunta el hecho de que cuando la Hermana Lucía fue consultada sobre el contenido y significado del Secreto, ella respondió: «¡Está en el Evangelio y en el Apocalipsis, léalos!», y, observa que ella había señalado particularmente los capítulos VIII y XIII se refieren específicamente al ascenso del Anticristo).

Fray Michel en su potente estudio sobre el Tercer Secreto, concluye consistente y convincentemente en que el Tercer Secreto es una grave advertencia de apostasía dentro de la Fe Católica y una acusación seria a aquellos miembros de la Jerarquía Eclesiástica que han promovido la disidencia y la herejía.

En las conclusiones de su estudio sobre el Tercer Secreto, sintetiza de la siguiente manera:

Al llegar al final de nuestra investigación, podemos discernir, casi con certeza, los elementos esenciales del secreto final de Nuestra Señora: mientras «en Portugal, se conservará siempre el dogma de la Fe», en muchas naciones, tal vez en casi todo el mundo la Fe se perderá. Los pastores de la Iglesia faltarán gravemente a los deberes de su oficio: por culpa suya, las almas consagradas y los fieles en gran número se dejarán seducir por errores perniciosos repartidos por todas partes. Será el momento de la batalla decisiva entre la Virgen y el diablo. Una oleada de desorientación diabólica se cernirá sobre el mundo. Satanás mismo se introducirá hasta la cumbre más alta de la Iglesia. Él cegará las mentes y endurecerá el corazón de los pastores, y Dios los entregará a sí mismos como un castigo por negarse a obedecer las peticiones del Inmaculado Corazón de María. Esta será la gran apostasía predicha para los «últimos tiempos»; «el falso cordero» y «el falso profeta» traicionarán a la Iglesia para beneficio de «la bestia», de acuerdo a la profecía del Apocalipsis.

Los acontecimientos en el mundo están sucediendo con tal rapidez que apenas podemos comprenderlos. El misterio de iniquidad está en medio de nosotros, la batalla se está librando en el ámbito de las finanzas, la política, la sociedad, la familia y la Iglesia. Un gobierno mundial único, introducido por muchos anticristos, ha sido planeado por muchas generaciones.

Fray Michel de la Sainte Trinité recordó que una profecía es más clara cuando comienza a realizarse. El diablo ha logrado traer el mal (a la Iglesia) bajo el disfraz del bien y los ciegos están comenzando a conducir a otros:

Los apóstatas pretenden ser católicos mientras quieren silenciar a los verdaderos católicos. Ellos pretenden ser hijos obedientes de la Iglesia Católica. Ellos pretenden ser católicos fieles. Ellos pretenden la dignidad de los oficios que han usurpado. A cualquiera que los cuestione, que señale su apostasía y cuestione sus negaciones del Dogma Católico, lo atacan personalmente, más que responder a sus legítimas interrogantes. Sin embargo, nosotros debemos continuar nuestra resistencia. Para defender la Fe y para defender a las almas, debemos poner en duda su buena voluntad y señalar su hipocresía cuando reivindican ser católicos, mientras niegan los dogmas católicos.[9]

Germán Mazuelo-Leytón 

[1] SÁENZ S. J., ALFREDO, El Apocalipsis según Leonardo Castellani.

[2] STRAUBINGER, JUAN, Biblia comentada.

[3] SÁENZ S. J., ALFREDO, El Apocalipsis según Leonardo Castellani.

[4] GRUNER S.T.L., S.T.D. (Cand.), P. NICHOLAS, Preludio del Anticristo.

[5] STRAUBINGER, JUAN, Biblia comentada.

[6] SÁENZ S. J., ALFREDO, El Apocalipsis según Leonardo Castellani.

[7] SHEEN, Arzobispo Mons. FULTON J., Cf.: El Trueno de Justicia. Maxkol Communications, Sterling (VA), 1993, p. 20.

[8] Cf.: VINCENT, R., Please come back to Me and My Son, pág. 7.2.

[9] GRUNER S.T.L., S.T.D. (Cand.), P. NICHOLAS, Preludio del Anticristo.

Germán Mazuelo-Leytón
Germán Mazuelo-Leytón
Es conocido por su defensa enérgica de los valores católicos e incansable actividad de servicio. Ha sido desde los 9 años miembro de la Legión de María, movimiento que en 1981 lo nombró «Extensionista» en Bolivia, y posteriormente «Enviado» a Chile. Ha sido también catequista de Comunión y Confirmación y profesor de Religión y Moral. Desde 1994 es Pionero de Abstinencia Total, Director Nacional en Bolivia de esa asociación eclesial, actualmente delegado de Central y Sud América ante el Consejo Central Pionero. Difunde la consagración a Jesús por las manos de María de Montfort, y otros apostolados afines

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