Entiendo que el título de este artículo asombra y hasta puede escandalizar a algunos lectores, pero de forma breve y directa deseo dar una respuesta clara junto a la intencionalidad de este texto.
Vamos al contexto: estamos en la madrugada del viernes santo. Nuestro Señor Jesucristo ha sido prendido en el huerto de Getsemaní y llevado brutalmente a la autoridad judía (Anás y Caifás). Crece el miedo entre todos los apóstoles: unos huyen y otros siguen la comitiva de lejos. Pero en un momento concreto unos servidores del templo reconocen a Pedro y éste, preso del pánico, llega a negar tres veces que conoce a Jesús. Más adelante se arrepentirá y llorará con amargura ese pecado, pero en las horas posteriores a la negación no sabemos donde se encuentra el que ha sido nombrado primer Papa de la Iglesia de Cristo. El caso es que cuando Jesús es crucificado apenas quedan amigos suyos en el monte calvario: la Santísima Virgen María, y otras santas mujeres junto a uno solo de los doce apóstoles: el joven Juan. Y en este instante quiero detenerme: Juan no se queda acompañando a Pedro, ni para justificar lo que ha hecho ni para taparlo ni para cualquier otro motivo. A Juan solo le mueve estar al pié de la cruz junto al Salvador. A partir de ahí nos preguntamos:
¿Rompe Juan la unidad con el Papa apartándose de él para estar junto a Jesús?
¿Se puede acusar a Juan de tener intención de sobresalir ante Dios por el hecho de no secundar la negación del primer Papa?
¿Puede definirse a Juan como cismático de primera hora por priorizar la lealtad a Cristo que la fidelidad al superior?
Recordemos que más tarde, ante el sepulcro vacío, este mismo Juan con toda humildad se detiene antes de entrar para dar paso a Pedro. Con ese gran detalle de obediencia Juan deja clara la legitimidad de Pedro como roca de la Iglesia. Pero a la hora suprema de la verdad Juan supo donde tenía que estar.
Dedico pues este brevísimo artículo a todos aquellos que hoy, ya sea de forma individual o corporativa, defienden a ultranza y con radicalidad (propia de secta) la unidad con el Papa por encima de toda consideración moral, litúrgica o dogmática. Que cada cual saque su conclusión de conciencia pero lo cierto, e irrebatible, es que Juan evangelista no dudó en estar al lado de Nuestro Señor cuando la negación de Pedro de momento le hacía no mostrar la unidad de la Iglesia en su estructura jerárquica.