Ser gay y no ejercer, no es guay

La conferencia de Philippe Ariño, homosexual convertido al celibato, organizada por la Delegación Diocesana de Pastoral de Juventud, no ha dejado indiferente a nadie. El lobby gay subiéndose por las paredes hasta el punto de que el Sr. Arzobispo de Barcelona hubo de presentar un escrito oficial a la Comisión de Igualdad del parlamento de Cataluña para salir al paso del expediente que ha incoado a la diócesis por la supuesta homofobia de la conferencia. La ley en defensa del LTGB que rige en Cataluña puede hacer que te caiga la del pulpo por hacer sólo un chiste sobre el tema. Por ello, D. Juan José aseguraba que el conferenciante quiere sencillamente dar su testimonio de vida mostrando cómo y por qué vive la castidad en unión a Jesucristo, que los católicos proclamamos Hijo de Dios. E incidía el prelado en el meollo de la cuestión: respetamos a todas las personas, aunque eso no quiere decir que debamos estar de acuerdo con todas las propuestas que se hacen desde las diferentes opciones sociales o éticas, lo cual no impide estar abiertos al diálogo y a la comprensión.

La lástima es que hoy en día el diálogo y la comprensión se entiendan como aceptación y espaldarazo. Pero supongo que eso ya no es problema nuestro… Aún así las palabras del arzobispo son muchísimo más contundentes que los balbuceos del delegado episcopal de juventud, el P. Bruno Vílchez ante los periodistas que le preguntaban por sus intenciones: Ariño viene a explicar su historia, no dice qué se ha de hacer o no, y dice cosas interesantes porque no es un discurso típico. Y remacha el clavo: Que le hayamos invitado no quiere decir que estemos de acuerdo con lo que dice. Allá se podrá replicar y decir que no estás de acuerdo porque se trata de un espacio de debate. El asunto es poder hablar, no convencer, ni estar de acuerdo. O sea, que el que venía a dar testimonio de la fe era el invitado, no el P. Bruno para el cual no se trataba de decir lo que estaba bien o mal, ni siquiera estar de acuerdo con un hombre que proclama a los cuatro vientos que prefiere el celibato a la vida gay.

Parece que el delegado no recordaba que el propio Juan José Omella había prologado el libro de Phipippe Ariño La homosexualidad en la verdad con estas palabras: Reconoce su práctica homosexual diciendo con toda claridad a dónde conduce esa práctica y confiesa con valentía y sencillez su conversión a Cristo y a las enseñanzas de la Iglesia católica sobre este tema. Pero el arzobispo va todavía más allá: Estoy seguro de que este libro ayudará a muchas personas a en­­tender qué es exactamente la tendencia homosexual y a evitar caer en el sofisma de que no se puede ser feliz viviendo las enseñanzas de la Iglesia sobre moral sexual. Gracias, D. Juan José. Donde hay patrón, no manda marinero.

Vayamos a la conferencia del domingo 12 de febrero en la parroquia de Santa Ana en pleno centro de Barcelona. A las 18.45, en la calle Rivadeneyra, único acceso, pues el de la calle Santa Anna estaba cerrado por los mossos de escuadra, aparece el incombustible Kiko Figueras, secretario técnico de la Delegación de Juventud (envejecido en ella desde hace más de veinte años), y con ese tono del que va sobrado me dice: El aforo está completo. Por razones de seguridad no puede entrar nadie más. Ni siquiera yo. Los mossos de escuadra no lo permiten. Cuando le digo que, hombre, a un cura podrían dejarle pasar, me espeta: Hay otros curas, sí. ¡Pero han llegado puntuales! Ay, Kiko, y también la media docena de activistas gays que llegaron puntualísimos y que no filtraste en la entrada y que montaron el follón al comenzar la conferencia. Sin ellos hubiéramos podido entrar seis curas más y con esos treinta periodistas a los que no pediste acreditación, que recibiste con los brazos abiertos y que al Sr. Ariño le han puesto a parir panteras en TV320 Minutos,  El Periódico, en el Diari Ara y El País, hubieran podido entrar las cinco familias católicas que se quedaron en la calle para que otros pudiesen quedar bien.

Otra cosa es que la conferencia, a la que he tenido acceso a través de medios ajenos y hasta contrarios a la Iglesia, pues sólo ellos pudieron estar presentes, adoleciera -con todos sus méritos- de algún defecto de planteamiento por parte del Sr. Ariño que no puedo dejar de señalar: “Nunca presenta la homosexualidad como un error o como un pecado ni como una anomalía psicosómatica o psíquica”. Por tanto, ¿Qué es al final? No se acaba de saber… Por otro lado, no hay ninguna referencia al ser de las cosas ni a la finalidad última de la sexualidad humana. Como mucho -dice- los gay viven una sexualidad limitada porque no hay diferencia de sexos.

El recurso continuo a la experiencia personal crea -supongo que a pesar suyo- como única referencia de bien y de mal la propia subjetividad. Es desde ella, desde donde reconoce que el celibato y el seguimiento de Cristo es bueno para él. Ciertamente, la comunicación de Dios mismo se produce en una historia de salvación y de una manera especial y definitiva en Jesucristo; pero parece que el Sr. Ariño expresa una distancia entre la verdad moral de la homosexualidad en sí misma y la verdad tal como la posee en su experiencia. En fin, mejor es eso que nada… o lo contrario. Pero como son justamente los contrarios los que nos han pasado la información, es difícil saber qué es lo que dijo exactamente el conferenciante.

Menos mal que Mons. Omella, amigo de juventud del padre de Philippe Ariño, se ha comportado como un verdadero anfitrión y padre. Menos mal que su humilde pero valiente testimonio episcopal ante el lobby LGTB del Parlament de Catalunya, ha dado un poco de lustre a un evento que hubiera quedado un tanto deslucido y vergonzante sin la intervención de D. Juan José. Me alegro de poder dar este testimonio porque lo cortés nunca ha quitado lo valiente.

Padre Custodio Ballester Bielsa

Padre Custodio Ballester
Padre Custodio Ballesterhttp://www.sacerdotesporlavida.es/
Licenciado en Teología Fundamental-Apologética. Delegado de Sacerdotes por la Vida en España.

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