Interesante y original pregunta, sin duda, que requiere respuesta (y en este artículo se propone una muy clara). La respuesta «formal» es que NO la hay (no se recoge en ningún ritual de sacramento) pero la respuesta REAL es que SI puede hacerse y…..en estos tiempos….muchos creemos que DEBE HACERSE. Y me explico:
Me refiero, sobre todo, a la comunión recibida indebidamente. Es cuando se recibe en pecado mortal. La doctrina católica nos enseña que la Eucaristía no se puede recibir en pecado mortal, y que para recibirla hay que confesarse (sacramento de la misericordia divina). La comunión perdona los pecado veniales, pero NO los mortales (sino que los agrava, pues se comete el pecado de SACRILEGIO). Cierto que hay una excepción: cuando se hace un acto de perfecta contrición y con la promesa de confesar de inmediato. Pero, en mi opinión y de otros muchos sacerdotes más doctos que yo en la materia moral, es un riesgo que no merece la pena correr. Es mejor dejar de comulgar, por dudas, que hacerlo indebidamente. Hace mucho más daño al alma el sacrilegio que el dejar un día de comulgar pudiendo, quizás, haberlo hecho.
Pero, ¿cual es la praxis hoy cada vez más extendida?: por desgracia, y por diversas causas (la más grave es la ausencia de sentido de pecado y/o la misma indiferencia sacramental), muchas personas acuden a comulgar sin poder hacerlo (al no estar en Gracia de Dios) y esto sucede bastante en:
– Misas con bautizos
– Misas con bodas
– Misas Exequiales o funerales
– Misas de primera comunión
– Misas de confirmación
– Misas solemnes con motivo de festividades locales y/o de hermandades (cultos de regla)…
Pues en esas Misas citadas vienen muchos fieles que NO acuden a Misa todos los domingos ni tampoco confiesan (ni una vez al año, al menos, o tampoco lo hacen si han faltado a Misa dominical).
También sucede, aunque en menor medida, en Misas dominicales durante todo el año u otros días de precepto, por parte de personas que van a Misa de vez en cuando y desconocen que faltar a Misa UN domingo (sin causa justificada como enfermedad o cuidado de enfermo) es Pecado MORTAL.
Y por supuesto sucede en otros ámbitos de la moral, desde la ignorancia (culpable a veces o no culpable a causa de una formación no recibida) sobre el pecado grave que supone, por ejemplo, la situación de vivir juntos en pareja sin estar casados por la Iglesia, el uso regular de anticonceptivos artificiales…etc, hechos que como «hace la mayoría» se cree que ha dejado de ser pecado.
En todos esos casos el sacerdote celebrante se encuentra ante un inminente flujo de comuniones sacrílegas y, claro, NO puede negar la comunión a nadie a no ser que se trate de un pecador público escandaloso, y siempre bajo la autorización del Obispo.
¿Qué se puede hacer? ¿Hay alguna monición expresa a tal efecto? Se ha dicho que no la hay. Pero si hay una opción, que es usada hoy día por, gracias a Dios, no pocos sacerdotes, y es algo tan sencillo como ADVERTIR, con palabras caritativas pero a la vez firmes y claras, que NO deben acercarse a comulgar las personas que NO puedan hacerlo. ¿En qué momento de la Misa?: dependerá del contexto, pero aunque no está mal advertirlo en la misma homilía (si puede enlazarse con el argumento de la misma), lo ideal es hacerlo JUSTO ANTES de dar la comunión, para que de ese modo nadie pueda distraerse del aviso.
Yo comparto en este artículo la que suelo hacer:
«Con todo cariño, es mi deber advertir que sólo pueden recibir la comunión los que estén en Gracia de Dios, o sea, los que hayan confesado al menos en el último año y desde la última confesión no tengan conciencia de pecado mortal. No deben acercarse los que hayan faltado a Misa un domingo (o más) y no se hayan confesado después. Hacerlo indebidamente es, como enseña San Pablo, comer y beber la propia condenación».
Algo así, más o menos en palabras…..pero algo así.
¿Les parece exagerado a alguno? Sólo diré, en honor a la verdad, que desde que tengo la costumbre de hacer esta advertencia, ha descendido muy sensiblemente el número de personas que comulgaba y que durante todo el año ni aparecía por la Iglesia o el confesonario. Creo que MERECE LA PENA. Obvio que meterse en estos caminos lleva consigo una superación de «temores humanos» y una indiferencia a la «catalogación o etiquetado» que del sacerdote se haga. Pero, ¿qué más dan esas razones puramente humanas? Lo importante es ayudar al prójimo en su salvación, y reducir los ultrajes a Jesús Sacramentado.
Claro que lo más «fácil» es dejarlo todo como está y drogarse la conciencia con eso de «el Señor ya lo arreglará todo», en claro paralelismo con la tentación del diablo a Cristo «Tírate al abismo que tus ángeles no permitirán que tu pie tropiece con una piedra»
Merece la pena, por amor fraterno y amor a Dios.
PD: En este blog se está haciendo una campaña en pro del reclinatorio para comulgar: que todos los lectores sepan que, siendo el fervor al recibir la Eucaristía un aspecto importante, lo más ESENCIAL es recibir a Cristo en Gracia de Dios.
Sirva este artículo para que todos los lectores y seguidores del blog tengan claro cual el es orden de prioridades para nosotros.
OREMOS pues para que todos nosotros recibamos siempre la comunión en Gracia de Dios, con el corazón limpio. Y, desde esta premisa fundamental, los que puedan y quieran que lo hagan de rodillas.
Todo sea para Gloria de Dios, que es la Salvación de las Almas.