Vale para todas las épocas: confiemos sólo en Cristo, y, desde Cristo, amemos al prójimo como a nosotros mismos. En la actualidad brillan con luz propia la infidelidad, la deshonestidad, la difamación, la desconfianza, la apostasía….; si nos apoyamos en Cristo nuestra fe nunca se perderá y seremos perseverantes hasta el final.