La «masa muerta»

1. El Cuerpo Místico de Cristo

La vida de la Iglesia es una prolongación de la vida de Nuestro Señor Jesucristo, lo mismo que en cada uno de sus miembros, ya que la Iglesia no existe sin sus miembros, lo cual constituye una abrumadora responsabilidad.

Constituye una doctrina revelada que la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo, por lo que sin un conocimiento cabal de la misma, uno no llega a comprender lo que es realmente la Iglesia Católica.

Santo Tomás de Aquino había afirmado que la doctrina del Cuerpo Místico de Cristo, es la doctrina central de la Iglesia, de ahí que la misma debe ocupar su debido lugar, bien se la pudiera llamar el alma de las demás doctrinas.

Es San Pablo quien la desarrolla ampliamente. La analogía que hace del cuerpo humano con la Iglesia nos da un concepto claro de su unidad y diversidad. La unidad de este organismo es tan profunda que no duda en decir1, como traduce Santo Tomás, vosotros sois con Cristo una sola persona mística.

Las epístolas de San Pablo contienen 163 referencias respecto de esta doctrina.2

En el organismo humano, el funcionamiento sólo de algunos de sus órganos sería catastrófico con el efecto probable de la muerte. Análogamente, si el funcionamiento del Cuerpo Místico fuera solo parcial, ¿qué consecuencias habría?, ya que en el cuerpo ninguna parte puede actuar independientemente de las demás. Cada órgano afecta a los otros de tal forma que basta que uno falle para que todos los demás sientan su pérdida.

Nuestro Señor se compara a la vid, de la que los hombres son los sarmientos,3 «pero esa unión común no existe si el laico es sólo miembro pasivo, un mero usufructuario, un ser inerte, una materia sobre la cual actúan los clérigos. Sería entonces el seglar “una especie de ´homo religiosus´, análogo al ´homo oeconomicus´ que tanto criticamos, o al ´homo policitus´ en un régimen totalitario”».

«Estos seglares serían en la Iglesia vegetantes, parásitos que chupan, pero no transmiten vida. Estarían en ella para su bien, pero no para bien de la Iglesia. Serían una masa, opuesta al pueblo de Dios, a ese laos del que los laicos reciben etimológicamente su nombre»4, ya que de acuerdo a la doctrina paulina del Cuerpo Místico la Iglesia no es un simple y amorfo aglutinamiento de individuos, ese sería un cuerpo insano.

«La razón es que las acciones de los hombres que no están en gracia de Dios, aunque tengan su valor, no rebasan los límites de lo humano. En cambio, cuando un hombre está en gracia de Dios es miembro del Cuerpo Místico de Cristo, y entonces sus obras, por sencillas que sean, pertenecen a un plano sobrenatural, infinitamente superior a todo lo humano».5

2. Masa inerte de fieles en la Iglesia

A quien sinceramente contemple la realidad eclesial actual, se le cae el alma a los pies, por la existencia de una enorme masa de católicos bautizados, que son peso muerto, puesto que por el pecado continuo han perdido la unión con Jesús y caminan fuera de los rieles de la salvación. Múltiples desgracias que afectan a la masa de católicos que lo son solamente de nombre, ¿cuáles son estas desgracias?

Primera desgracia: que están alejados de la práctica religiosa, porque ni participan en la liturgia, ni reciben los sacramentos, ni se dedican en el mayor conocimiento de la doctrina, ni participan en las obras de su misericordia de su ambiente, son como fantasmas que no tienen cuerpo ni alma, que apagaron voluntariamente la luz y el calor divinos que recibieron en su bautismo.

Segunda desgracia: que no han sido educados en la Religión Católica, por lo que ignoran su dignidad de hijos de Dios, la hermosura de una vida recta, la utilidad de la verdadera oración y del auténtico sacrificio voluntario, de la religión saben menos que un analfabeto de las fórmulas matemáticas más complicadas.

El mal de hoy en día estriba en que dejamos desaparecer a las personas en medio de la masa, y es una verdadera desgracia olvidar que una masa de mil individuos es en realidad un millar de almas, cada cual con todas las posibilidades de hacer el bien o para el mal.

Tercera desgracia; que no se sienten parte de la Iglesia que les eduque, en su vida privada y pública no llevan señal alguna de su catolicismo, ya que se comportan como si fueran puramente paganos, son el descrédito, la angustia de la Iglesia, una tragedia espiritual.

Y cuarta desgracia: que no se han integrado al apostolado activo de la Iglesia, cuando más, asisten al templo para participar en la boda de algún familiar o en el funeral o Misa recordatoria de un difunto amado. Y en esa ocasión da pena verles, pues que desconocen cuándo se han de arrodillar o ponerse de pie, o sentarse o santiguarse, menos aún qué han de responder a las fórmulas de invitación del sacerdote.

El Papa Pío XI también se había referido a éstos como cristianos «semicirculares». La participación ocasional de las masas en celebraciones religiosas ha desembocado en una no práctica, la que sin lugar a dudas está conduciendo a un período de incredulidad.

3. Pueblo y masa

Distinguió claramente el Papa Pío XII en su Radiomensaje de Navidad de 1944, que:

«Pueblo y multitud amorfa, o, como suele decirse, masa, son dos conceptos diferentes. El pueblo vive y se mueve por su vida propia; la masa es de por sí inerte y sólo puede ser movida desde afuera. El pueblo vive de la plenitud de vida de los hombres que lo componen, cada uno de los cuales, en su propio puesto y según su manera propia, es una persona consciente de su propia responsabilidad y de sus propias convicciones. La masa, por el contrario, espera el impulso del exterior, fácil juguete en manos de cualquiera que explote sus instintos o sus impresiones, presta a seguir sucesivamente hoy esta bandera, mañana otra distinta».6

En efecto, el hombre masificado es un hombre gregario, que ha renunciado a la vida autónoma, adhiriéndose gozosamente a lo que piensan, quieren, hacen u omiten los demás. Es de la masa todo aquel que siente como todo el mundo. No se angustia por ello, al contrario, se encuentra cómodo al saberse idéntico a los demás. Es el hombre de la manada. No analiza ni delibera antes de obrar, sino que adhiere sin reticencias a las opiniones mayoritarias. Es un hombre sin carácter, sin conciencia, sin libertad, sin riesgo, sin responsabilidad.7

El hombre-masa es el hombre que se ha perdido en el anonimato del , una especie de ello universal e indiferenciado.

De ahí la importancia de las ideologías para la masa, ya que los que la integran ven en el consentimiento universal o en la expresión de la mayoría, lo más aplastante posible, el mejor sucedáneo de su desierto interior.

«De la fuerza elemental de la masa, manejada y aprovechada con habilidad, puede servirse también el Estado: en las manos ambiciosas de uno solo o de muchos, agrupados artificialmente por tendencias egoístas, el propio Estado —con la ayuda de la masa, reducida a simple máquina— puede imponer su capricho a la parte mejor del verdadero pueblo…. La libertad, en cuanto deber moral de la persona, se transforma en una pretensión tiránica de dar libre desahogo a los impulsos y a los apetitos humanos, con perjuicio de los demás. La igualdad degenera en una nivelación mecánica, en una uniformidad monocromática; el sentimiento del verdadero honor, la actividad personal, el respeto a la tradición, la dignidad, en una palabra, todo aquello que da a la vida su valor, poco a poco se hunde y desaparece».8

Sin ambages sustenta la izquierda católica su «eclesiología militante»:

«Del Cuerpo Místico de Cristo, digamos que, una vez anulada por la Teología de la Liberación toda dualidad de naturaleza y gracia, una vez absorbida la gracia en la historia “total” de la humanidad, ese Cuerpo (la Iglesia) ya no tiene razón de ser: es cósmico y lo abarca todo»9,

es decir la extinción del Cuerpo místico de Cristo absorbido por la masa.

Germán Mazuelo-Leytón

1 GÁLATAS 3, 29.

2 Cf.: 1 Cor. 10, 17; 12, 12-27; Ef. 1, 13; 2, 16; 3, 6; 4, 4 y 12-16; Col. 1, 18 y 24; 2, 19; 3, 15.

3 SAN JUAN, 15.

4 MORALES SJ. TOMÁS, La hora de los laicos.

5 LORING SJ, JORGE, Para Salvarte, 34ª edición.

6 PIO XII, Benignitas el humanitas, Radiomensaje de Navidad de 1944.

7 Cf: SÁENZ SJ, ALFREDO, El hombre moderno.

8 PIO XII, Benignitas el humanitas, Radiomensaje de Navidad de 1944.

9 BOFF, LEONARDO, Iglesia, carisma y poder, pág. 241.

Germán Mazuelo-Leytón
Germán Mazuelo-Leytón
Es conocido por su defensa enérgica de los valores católicos e incansable actividad de servicio. Ha sido desde los 9 años miembro de la Legión de María, movimiento que en 1981 lo nombró «Extensionista» en Bolivia, y posteriormente «Enviado» a Chile. Ha sido también catequista de Comunión y Confirmación y profesor de Religión y Moral. Desde 1994 es Pionero de Abstinencia Total, Director Nacional en Bolivia de esa asociación eclesial, actualmente delegado de Central y Sud América ante el Consejo Central Pionero. Difunde la consagración a Jesús por las manos de María de Montfort, y otros apostolados afines

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