Sr. Director:
Esta mañana me encontré con un artículo de Radio Vaticana del 06/11/2015 [1] que me produjo gran sorpresa y estupor: una carta del Cardenal Tauran a los hindúes con motivo de la celebración realizada ayer de una de sus fiestas principales: el Deepavali. No me sorprende que el Vaticano se deshaga en cumplidos y ponga en ejercicio sus habilidades diplomáticas en momentos especiales, como siempre lo ha hecho. Pero es llamativo que un representante del Jefe religioso de la Iglesia Católica, cuya misión principal es la de “llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra” se preocupe por alentar a los miembros de otras religiones a seguir realizando celebraciones paganas, que considera “maravillosas” sólo por el hecho de estar relacionadas con la naturaleza, e indirectamente con la ecología. ¿Cuál será el motivo?
El hinduísmo, al igual que otras religiones antiguas, contiene elementos idolátricos, errores gravísimos en lo concerniente a la estructura de la sociedad, el matrimonio, las prácticas religiosas, etc., que seguramente lo sitúan muy lejos de provocar“experiencias de armonía y felicidad” como quisiera el Cardenal. La auténtica felicidad viene del conocimiento y el trato con Jesucristo. Pero con la ausencia total de expresiones que reflejen el espíritu misionero, por temor a todo proselitismo -o por intenciones inconfesables-, se priva a los paganos de esta felicidad verdadera. Sin embargo, estas tradiciones son puestas aquí como paradigma de lo ecológico, y por supuesto sobre todo, de una novedosa “ecología humana”.
Todos estamos de acuerdo en que la Creación es un regalo de Dios, y que por tanto, debemos cuidarla. Pero por encima de la Creación material y de la naturaleza se encuentra el hombre. ¿En qué lugar del Evangelio se habla de practicar “virtudes ecológicas”?¿Qué valor tienen esas prácticas para la salvación de las almas? “La ecología humana apunta a la relación y responsabilidad que los humanos tienen hacia el planeta tierra, y el cultivo de las virtudes ecológicas. Estas virtudes incluyen un uso sustentable de los recursos de la tierra, a través de la adopción de políticas a nivel nacional e internacional que respeten la interconexión e interdependencia de los seres humanos y la naturaleza. Estos temas, como lo sabemos, no sólo afectan directamente la salud actual de nuestro planeta, el hogar de la familia humana, sino también a las futuras generaciones”, puntualizó el verde cardenal. ¿En qué momento se preocupó este pastor de la Iglesia en mencionar nuestro estado de peregrinos por este mundo hacia una Patria más feliz? En ninguno. Sólo habla de la tierra como único hogar del hombre, la tierra, nuestro planeta, la naturaleza, los
Por otra parte, el ecologismo, una de las tantas facetas de la ideología dominante, que combinadas con el marxismo, panteísmo, materialismo y relativismo conforma la constelación de ideas sustentables, nada tienen que ver con la misión que vino a cumplir Cristo en la tierra, ni la que ha dejado a los papas y obispos. Se habla “del egoísmo humano”, y uno puede pensar esperanzado que se hace referencia a los vicios contra los que hemos de luchar en nuestra vida espiritual. Sin embargo, nada de eso, se trata de otra cosa: de la custodia de los espacios verdes, del uso permitido de los recursos, etc. ¿Sería posible pensar siquiera en el futuro de la familia humana de acuerdo a estos parámetros metafísicos y morales?
Una ecología basada en la religiosidad en los términos antedichos puede parecerse a la tradición hindú que “subraya la unidad de la naturaleza, humanidad y divinidad”. Pero esto es lo contrario del Cristianismo, que reafirma la distinción entre las diferentes esferas de la realidad: un mundo que ciertamente “es don de Dios para todos los seres humanos que deben ser sus guardianes”; pero no somos esclavos de “los elementos del mundo” tal como nos lo recuerda San Pablo en Gálatas. No formamos parte de una naturaleza y una divinidad en que todo se confunde, ni estamos llamados a la disolución del Nirvana, ni a perder nuestra personalidad en el todo de la divinidad. Las diferencias teológicas con los cristianos son abismales como para que se considere al hinduísmo como una tradición válida.
“Hay una unión inseparable entre nuestra armoniosa relación con la creación y la paz entre nosotros”, continúa el príncipe de la Iglesia. Sin embargo, la Iglesia enseñó siempre que la armonía entre los hombres provenía de la paz con Dios. Cuando el hombre se aleja de Dios -del Dios revelado, personal, y encarnado- entonces cae víctima del dominio de los demonios. La expresión “ecología humana” es de una peligrosidad espantosa. Tanto y como lo ha sido la poco feliz “paternidad responsable”. Quizá sea un paso más para justificar la reducción de la natalidad, en pos del “uso sustentable de los recursos del planeta. Esto comienza en la familia, que es la estructura fundamental de la ecología humana”, cita al papa el miembro de la Curia. Esto es realmente sorprendente, desde el momento que el ser humano, en este nuevo formato teológico es considerado un animal más. Nada se habla aquí de espíritu, de trascendencia, de vida eterna. Lo peor de todo es que quizá en este punto los hindúes aventajen en profundidad al pensamiento del purpurado. Ellos creen en el alma espiritual, en la penitencia, tienen una moral dirigida a la transformación del alma de sus fieles. ¿Por qué el cardenal no aporta la luminosa visión cristiana sobre estos puntos?
Por otra parte se hace mención a “los valores y convicciones compartidos” con los hindúes. ¿Valores religiosos o seculares? Esta creencia religiosa, no sólo era incompatible con el cristianismo, sino que también estaba lejos de las ideologías ecologistas de occidente relacionadas con el proceso de secularización de la Cristiandad, ya que las familias indias eran conocidas por su fecundidad. El ecologismo entre nosotros viene a ser una excusa para la reducción poblacional, el límite al número de hijos en las familias, etc. ¿Piensa el cardenal que los hindúes están convencidos de estos ideales? El Institut für soziale Dreigliederung afirmaba en agosto del 2000[2] que «a diferencia de China la India ya no quiere impedir por medio del uso de la fuerza el crecimiento demográfico. En lugar de ello el gobierno central ha puesto en marcha por medio del ministerio de Salud una amplia campaña de convencimiento. La población india rebasó en mayo la barrera de los mil millones y su densidad es ya mayor a la densidad de la población alemana». La tasa poblacional de la India al 2014 ha caído fuertemente, gracias a estas estrategias del estado indio. Por lo tanto, no se equivoca el hombre de Francisco en cuanto a ciertas coincidencias axiológicas del Occidente con la India. ¿Pero esto representa valores compartidos con la Iglesia Católica en torno a la moral familiar?
El día de “oración por el cuidado de la creación” tendrá como objetivo, “rezar por una ecología saludable y crear conciencia para una verdadera ecología humana”, se alegra Taurán. El concepto repetido una y otra vez implica la gran preocupación por los desequilibrios ecológicos que provoca la falta de esa ecología humana. ¿Qué contenidos éticos tendrá esa supuesta ecología? Eso es lo preocupante.
Fernando Doubrova
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[1] (Comentario sobre “el Consejo para el Diálogo interreligioso envía un mensaje a los hindúes para Deepavali”, aparecido en Radio Vaticana, el día 6/11/15 )
[2] http://www.trimembracion.org/noticias/00082100.html