La “sublime” horterada de una “navidad” sin Dios

Llega la navidad y, como cada año desde que la criticada “cristiandad” dio paso a la sociedad secularizada, nos encontramos con el nuevo estilo de celebración que, a modo de caricatura (realista y dura) podría detallarse con la siguiente cronología:

Primero una prisa enorme por comenzar los preparativos formales y, por tanto, la llamada al consumismo. Luces en las calles incluso antes del adviento, ofertas comerciales de todo tipo, reserva de mesas en restaurantes cuyas capacidades se completan ya a inicio de diciembre…etc.

Seguidamente: comidas llamadas de “navidad” organizadas por toda clase de empresas cuyos dirigentes desconocen por completo lo que esta solemnidad religiosa significa. Restaurantes a tope donde almuerzos y cenas se ven seguidas de fiestas en bares de modo y/o discotecas para “gestionar” adulterios puntuales de fin de semana. Ni que decir tiene que nadie va a bendecir esas comidas aunque con una excepción: si algún comensal es musulmán o de otro credo se dará un respetuoso silencio para que ejerza su derecho a rezar y por supuesto se adaptará el menú a lo que su religión disponga. Si eres católico y quieres hacer lo mismo pues simplemente se te ignorará acompañado de algún chiste fácil.

Las felicitaciones de navidad eclipsan del todo a los protagonistas reales de este tiempo: Jesús niño, María y José. Son suplantados por fotos personales de los que felicitan y/o por logos de las mismas entidades. Y si acaso aparece el americanizado, y bastante cateto, papé Noel, para evitar siempre que sea Jesús quien signifique la tarjeta.

En no pocas familias “católicas” se celebrará la nochebuena como la noche de regalos que trae ese papá Noel que ha sustituido al Dios que se hace carne en un pesebre. Es realmente increíble cómo se ha llegado, y asumido, este disparate. En muchas cenas de nochebuena ni se plantea la opción de ir a Misa del gallo para no “molestar” a los que no son practicantes (o abiertamente anti-católicos). En los temas que surjan durante la comida familiar que no falte nunca, perdón por la ironía, alguna referencia a quien se define como “lgtbi” y al que hay que guardar riguroso respeto. Hoy día se aplica fácilmente esa máxima atribuida a Dostoyevsky: “llegará un día en que se exigirá a los inteligentes callar para no ofender a los tontos”. Ese día llegó.

La forma de felicitar del tipo “feliz navidad” se cambia por la secularizada “felices fiestas” y/o otras frases horteras referentes al clima, la paz mundial o la tolerancia. Fue curiosamente un protestante llamado Donald Trump quien en una cena navideña dijo: “No dejemos de citar la palabra navidad pensando que así ganaremos a aquellos que nos seguirán despreciando”. Genial observación.

Así irá discurriendo el tiempo navideño en una sociedad antaño cristiana y hoy secularizada. Lo trágico no es tanto que esto suceda en hogares no cristianos sino precisamente en hogares católicos: familias de bautizados, confirmados, casados por la Iglesia, pseudo-practicantes (se dice así a los que van a Misa solo en ocasiones que ellos creen “especiales”). Familias donde la devoción ha sido sustituida por la moda, donde la Fe ha sido invadida por la ideología, donde la moral objetiva ha sido desplazada por la falsa ética de situación, y finalmente donde la educación social recibida ha sido absorbida por la “sublime” horterada de una “navidad” sin Dios y con gran fuego de artificio.

Padre Santiago González
Padre Santiago González
Sacerdote de la archidiócesis de Sevilla ordenado en el año 2011

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