
La intervención de Dios en la historia humana es su respuesta definitiva a la rebelión de los hombres y de las naciones contra la revelación y el imperio de Nuestro Señor Jesucristo, la rebelión contra el Dios Verdadero, es el Misterio de la Iniquidad, que como lo afirma San Pablo ya está en acción.[1]
Misterio de Iniquidad que es el principio de la Ciudad del Hombre, que lucha con la Ciudad de Dios desde el comienzo; es la raíz de todas las herejías y el fuego de todas las persecuciones; «es la quietud incestuosa de la criatura asentada sobre su diferencia específica»; es la continua rebelión del intelecto pecador contra su principio y su fin, eco multiplicado en las edades del «no serviré» de Satanás.[2]
La rebelión contra Dios se manifestó durante la era apostólica bajo la forma de gnosticismo, reapareciendo durante la Edad Media como la herejía del dualismo gnóstico de los albigenses y por último irrumpiendo a principios de la Edad Moderna como la filosofía atea de la iluminación del siglo XVI.
Así, dos manifestaciones sobrenaturales importantes se produjeron cuando más tenía necesidad el mundo de ellas, y lamentablemente cuando menos atención se les prestó.
La primera de ellas se verificó en el año en que nacieron las ideas que han formado nuestro mundo moderno (1858):
En dicho año precisamente escribió un tal John Stuart Mill su «Ensayo sobre la libertad», en el que se identifica la libertad con el abuso y ausencia de responsabilidades sociales; en el mismo año, Darwin publicó su «Origen de las especies», en el que, apartando la atención humana de los fines eternos, hizo fijar la vista de los hombres en un pasado animal. También fue en 1858 cuando compuso sus óperas Ricardo Wagner, en las que hizo revivir el mito de la superioridad de la raza teutónica. Carlos Marx, fundador del comunismo, escribió en el mismo 1858 su «Introducción a la crítica de la economía política», en cuya obra se corona a la economía como reina y base de toda la vida y de la cultura.
De esos cuatro hombres nacieron las ideas madres que han regido y dominado al mundo por espacio de casi dos siglos, sometiéndose, por ejemplo, que el hombre no es de origen divino, sino animal; que su libertad es abuso y ausencia de autoridad y de ley, y que, privado de espíritu, forma parte integrante de la materia cósmica sin tener necesidad, por consiguiente, de religión alguna.[3]
La ideología atea y violentamente antirreligiosa de la Iluminación fue la base del ataque moderno contra la Civilización Cristiana y es la base ideológica sobre la cual Marx modeló su doctrina corrupta del comunismo ateo.
La rebelión contra Dios tuvo así su culmen, en la Revolución Comunista de Rusia, y es en esa oportunidad culminante de la historia, cuando Dios intervino en ella mediante los sucesos de Fátima en 1917. En el mismo instante en que se había desatado el Anticristo, no sólo en contra de la verdadera religión sino en contra la profunda idea de Dios y contra la misma sociedad.
El «azote satánico» como lo denominó el Papa Pío XII[4], que se convirtió en una especie de «religión», atribuyendo a la materia cualidades espirituales, e incluso creadoras y divinas. Dios ha sido expulsado de su trono y en su lugar se coloca el hombre atribuyéndose el ser dios. Este habla como Lucifer: «no serviré».
El Papa Pío XII señaló que el mensaje de Fátima es una de las mayores intervenciones de Dios a través de María Santísima en la historia del mundo desde la era apostólica.
«Hoy vemos algo que nunca se ha visto en la historia del mundo la bandera de Satanás ondeando en la lucha contra Dios y la religión, contra todos los pueblos, y en todas partes del mundo este fenómeno que sobrepasa a todo lo que ha tenido lugar hasta ahora».[5]
Luego de la visión del infierno, dada por la Señora de Fátima a los pastorcitos, el 13 de julio de 1917, María Santísima prometió que regresaría para pedir la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón a fin de convertir a Rusia, sin embargo, la gente no escuchó la petición de Nuestra Señora, así Rusia no se convirtió, se desató la II Guerra Mundial y los errores de Rusia se extendieron por el mundo entero.
Nuestra Señora nos invita a confiar en su Inmaculado Corazón. El mensaje de Fátima es al fin y al cabo un llamado a cada uno de nosotros, también a los más tibios y alejados de la Fe.
En estas horas de tinieblas y relámpagos[6] para la Verdadera Fe, el mensaje de Nuestra Señora de Fátima es relevante, más que nunca.
Germán Mazuelo-Leytón
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[1] Cf.: 2 TESALONISENSES, 2, 4-12.
[2] CASTELLANI, LEONARDO, Cristo vuelve o no vuelve.
[3] SHEEN, FULTON J., La Señora.
[4] PIO XII, Encíclica Divini Redemptoris, 19-03-1937.
[5] FATIMA FAMILY MESSENGER, Julio-Septiembre 1992.
[6] MAZUELO-LEYTÓN, GERMÁN: https://www.adelantelafe.com/horas-de-tinieblas-y-relampagos/