Creo modestamente que nadie (excepto María Santísima y San José) ha vivido un amor tan elevado como Teresita del Niño Jesús. Esto escribió:
“Una noche, no sabiendo como decirle a Jesús que le amaba y cómo deseaba que fuese amado y glorificado en todas partes, pensé con dolor que Él nunca podría recibir en el infierno un sólo acto de amor; y entonces le dije a Dios que, por agradarle, aceptaría gustosa verme sumergida allí, a fin de que fuese amado en ese lugar de blasfemias…pero yo sabía bien que eso no podía glorificarle, porque Él sólo desea nuestra felicidad. Pero cuando se ama, una siente necesidad de decir mil locuras”