No es una leyenda urbana, es una MENTIRA: Pablo VI NO dio permiso a las monjas para usar anticonceptivos

El otro día, el Papa Francisco, en su infame rueda de prensa,  en el avión de vuelta de México, dijo:

Paolo VI – il grande! – in una situazione difficile, in Africa, ha permesso alle suore di usare gli anticoncezionali per i casi di violenza… Pablo VI – ¡el más grande! – en una difícil situación, en África, ha dado permiso a las hermanas para usar anticonceptivos en los casos de violación.

He escuchado esto antes. Nunca lo creí.

Años atrás, en el Foro COL [1] (que moderé) tuvimos una discusión acerca de esto. Uno de los miembros trató de desenterrar los archivos antiguos. Mientras tanto, él – El Gran Romano™ – envió esta información. No fue originalmente escrito en inglés, así que retoque un poco por aquí y un poco por allá… pero no mucho.

Por un lado, esto podría leerse como si fuese una telenovela. Por otro lado, podría leerse como una feroz campaña de mentiras y desinformación diseñada para confundir a los fieles y para socavar a la Iglesia.

La leyenda urbana (mentira) es ahora tan común que incluso los altos clérigos de la iglesia la citan como si realmente sucedió. Ellos no mienten, de por sí. Ellos están pasando algo que creen como cierto por algo que no es cierto… aunque realmente no pase el test de olores.

Esta mentira no pasa el test de olores. Pablo VI dijo a las monjas podían usar anticonceptivos…bieeeeen.

Usted decide.

Con mis énfasis y comentarios.

Hasta el momento, fui incapaz de recuperar el hilo del Foro COL de esta leyenda urbana sobre el Bto. Pablo VI y la anticoncepción para las monjas en África, pero yo tenía algunas notas guardas;  sin embargo, las estupideces sobre nuestra Santa Fe tienen la capacidad de cambiar en mi memoria las neuronas a modo de combate del mismo modo que un caballero Templario, que habiendo estado ayunando y orando por una buena pelea todo el Quattuor Tempora de la Cuaresma, tendría  cuando se gritase Sarracenos.

Puede buscar en cualquier archivo, o consultar cualquier palabra clave en Google, o preguntarle a cualquier historiador o moralista, que todo lo que encontrará serán viejos artículos pro-anticonceptivos de autores que repiten esta historia sin apoyo alguno de referencias o sin ninguna otra evidencia que las referencias a artículos más antiguos diciendo que «Roma» había dado el visto bueno a la anticoncepción de las monjas de África que se encontraban en peligro en algún momento.

Observe, como “Pablo VI”, cuanto más se retrocede en el tiempo, como se va convirtiendo, más vagamente, en «Roma». Hurgue lo suficientemente profundo y encontrará que «Roma», resulta ser sólo un artículo publicado, ya lo adivina, en Roma, precisamente por la revista Studi Cattolici, n° 27, en el año de nuestra Salvación de 1961. Título: «Una donna domanda: come negarsi alla violenza? Morale esemplificata. Un dibattito» (Una mujer pregunta: ¿cómo negarse a la violencia? Con una moral ejemplar. Un debate).

Sí, puedo oír los gritos que le está dando al monitor. Pablo VI subió al Trono de Pedro únicamente en 1963.

Y ahora quiero que alguien me diga, con cara seria, que San Juan XXIII permitió la anticoncepción. Pero por encima de todo, quiero que se me muestre dónde y cuándo lo hizo.

Volviendo al artículo. Los autores fueron: 1) Mons. Pietro Palazzini, más tarde obispo y Cardenal, pero en aquel tiempo era un respetado teólogo moral y el Secretario de la Sagrada Congregación del Concilio, 2) el Profesor Francis Xavier Hurth, S. J., de la Pontificia Universidad Gregoriana, y 3) Mons. Ferdinando Lambruschini de la Pontificia Universidad Lateranense (más tarde Arzobispo de Perugia).

Acortando un relato largo y detallado… en este artículo,  Palazzini y Lambruschini exploran una posible aplicación del «principio del doble efecto» para el caso de violación, donde se persigue un fin legítimo y en donde la probable consecuencia del mal no es intencionada. [NB: ¡¡¡¡De doble efecto!!!!]

El P. Hurth intentó una elaboración, del concepto de Aquino genus moris y genus naturae, y en donde el estatus moral de un acto puede ser diferente dependiendo de sus características físicas y espirituales. En honor a la verdad, tendré en cuenta de que en aquel entonces, la contracepción química era un sujeto relativamente nuevo. Era poco probable que los moralistas tonsurados estuviesen familiarizados del todo con la necesaria ciencia o fisiología; y no será hasta 1968 cuando podamos escuchar a una autoridad pronunciarse sobre este tema específico, con el denostado Humanae Vitae, que vino de ese mismo Pablo VI, de quién se dice que permitió la anticoncepción,  aunque sólo fuese por la vía de excepción.

Y esto es todo.

No, de verdad, no hay realmente nada más.

La opinión de tres moralistas en una revista, tratando de ofrecer, repito, una opinión sobre un asunto complejo, se repite libremente y ad nauseam por otros moralistas y periodistas hasta que se convierte en «Roma» y más tarde en «Pablo VI».

Ellos le dirán que el artículo legitimó el concepto de «mal menor». Dejando de lado el hecho de que nunca podemos elegir al mal, sin importar la escala de este, el hecho es que, en 1957, Palazzini había co-editado un manual ampliamente utilizado y en donde se dice lo siguiente (cito la edición de 1962 en inglés este manual):

«Elegir al menor de entre dos males es permisible [NB] si el mal menor no es en sí mismo un mal moral (pecado), sino puramente un mal físico o la omisión de algo bueno o indiferente, de la que en un caso específico le seguirá un efecto accidental malo, menos grave, sin embargo, que la que provocaría otro curso.» (Ludovico Bender OP, en Diccionario de Teología Moral, Ed. Roberti, Francesco, Pietro Palazzini. Trad. por H. Yannone. Westminster, MD: Newman, 1962).

Ahora bien, yo no soy un teólogo moral, pero la anticoncepción es de hecho, un mal moral en sí misma (véase la Humanae Vitae 16) y no un «mal puramente físico»; y ni mucho menos «algo bueno o indiferente». Caso cerrado.

No muchos de los que estamos fuera de Italia, sabemos, que se le preguntó sin embargo sobre este asunto al Cardenal Palazzini, años más tarde, y que fue precisamente en los años ’90 cuando otro mito fue inventado, viendo que el mito de Pablo VI con las monjas del Congo iba perdiendo credibilidad. Estoy hablando del mito de Juan Pablo II con las monjas de Bosnia.

Aquellos de nosotros con la edad suficiente recordarán, que durante las guerras de los Balcanes comenzaron a publicarse artículos acerca del «Papa» o de  «Roma» autorizando a las monjas en Bosnia a tomar la píldora en zonas de guerra. Palazzini, es citado en un artículo de aquel periódico que es una cloaca y que algunos llaman La Repubblica, y que últimamente parece haber tomado el lugar ocupado con anterioridad por el Osservatore Romano (natura abhorret vacuum, por otro lado). El artículo fue publicado el 5 de Marzo de 1993. El enlace AQUÍ.

El título puedes ser traducido como: «¿La píldora? Prohibida también para las misioneras que tengan riesgo de ser violadas».

Palazzini explica que todo lo que ellos estaban tratando de hacer era explorar la posibilidad de acciones orientadas a prevenir un embarazo después de una violación y antes de la concepción, suponiendo que esa posibilidad existiese, de tal manera que esto no tuviese nada que ver con la toma de la píldora durante semanas por el temor de una posible violación. Así que «Roma» (léase: el autor de un artículo viejo) niega haber dicho alguna vez que los anticonceptivos estén bien en determinadas circunstancias.

[QUAERITUR] Pero, ¿qué era todo este nuevo artículo y por qué estaban entrevistando a Palazzini después de 30 años?

Tenga paciencia conmigo.

Hubo historias de mujeres violadas en Bosnia (nihil sub sole novi ). El P. Bergamaschi, un fraile Franciscano, había acusado a San Juan Pablo II, de hipocresía, porque el Gran Polaco había reafirmado la enseñanza constante de la Iglesia sobre la anticoncepción, hasta el punto de exhortar a las mujeres violadas para que mantuviesen a sus bebés, pero, de acuerdo a Bergamaschi, él también había autorizado a las monjas a tomar la píldora. Así que los periodistas comenzaron a hacer preguntas. [Agere sequitur esse.]

Con el típico tono, medio horrorizado y medio sarcástico, la reportera de La Repubblica tuvo que escribir que de hecho, el Vaticano se mantenía firme en su posición sobre los anticonceptivos, incluso en el caso de la violación. ¡Cuánta inhumanidad! Ella cita al que era entonces vice-director de la Oficina de Prensa de la Santa sede, el Padre Piero Pennacchini. Estas son sus palabras:

«La Santa Sede nunca ha publicado textos en donde se autorice a las religiosas, para hacer uso de métodos anticonceptivos, incluso si corren el riesgo de ser violadas». «No sé de ningún documento oficial de la Santa Sede sobre esto».

Decepcionada, la periodista evocará al P. Efrem Tresoldi, un misionero que decía que él no sabía sobre la magnitud del fenómeno. «Seguramente» se «habla» de anticonceptivos entre las misioneras. Tresoldi  dirá que «sin duda» alguna, se les ha dicho a las monjas que hiciesen uso de los anticonceptivos. Por lo tanto, hay confesores desleales y superiores de órdenes religiosas que dirán a las monjas que actúen de manera contraria a la doctrina de la Iglesia.

De acuerdo Padre, ¿hay algo más que sea nuevo? [No mucho.]

Y sobre todo, ¿desde cuándo los miembros desleales de las órdenes religiosas son «el Papa», o «Roma»? [Cuando les interesa.]

Insatisfecha, la reportera se dirige para entrevistar a una monja misionera (ella no podía encontrar una de Bosnia así que le pedirá la entrevista a una que había estado en África, por 12 años). Dice la monja misionera: «Personalmente nunca he oído hablar de píldoras anticonceptivas», «pero ha habido, sin duda alguna, riesgo de violencia (sexual) para muchas de nosotras que vivimos a través de los grandes trastornos de África. No sé si a otras hermanas les han recomendado tomar precauciones».

De vuelta con Tresoldi, se nos dice que, por supuesto, no hay ningún pronunciamiento oficial, pero eso es porque Juan Pablo II y sus secuaces despiadados son unos hipócritas que les dicen en secreto a las monjas que tomen la píldora, mientras que a las mujeres laicos les dicen que acepten su destino y que se queden con el bebé.

Que es cuando La Repubblica se vuelve hacia el Cardenal Palazzini con la esperanza de salvar el día con las mentiras de hace 30 años.

[El culebrón continúa… después de este descanso comercial…]

¿Está cansado de periodistas  mintiéndole por insinuación  u omisión, mediante exageración u ofuscación? ¿Está usted harto de tímidos prelados que jadean, se retuercen las manos y que tratan de ser queridos por todos, en perjuicio de la clara doctrina? Entonces usted necesita una taza calentita de

¡CAFÉ MYSTIC MONK! (del Padre Z) [2]

El café y el té de Mystic Monk, es producido por fieles Carmelitas en el aire claro y no contaminado de Wyoming. Mantienen los granos de café y las bolsitas de té lejos de periodistas  mentirosos y  de prelados incompetentes para que no se empañen con sus mentiras… y cobardía.

El Café Mystic Monk no es cobarde ¡y esto no es mentira!

No y no. ¡Basta de engaños! ¡Basta de pusilanimidad!

¡Obtengan su Café y Té Mystic Monk AHORA mismo!

¡Están buenísimos!

[Y ahora, de vuelta con nuestro programa habitual]

Pocos meses después de este artículo y de otros de la misma clase, en julio de 1993, la revista Jesuita Civiltà Cattolica (¡sorpresa!) [NO] publicó lo que hasta este día sigue siendo la fundación «doctrinal» del mismo mito, esta vez con Juan Pablo II y  las monjas en versión Bosnia: G. Perico, Stupro, Aborto e Anticoncezionali, volumen III, Quaderno 3433, 3 luglio de 1993.

Busquen todo lo que quieran, que esta otra corriente del mito siempre les hará regresar a este artículo. [Suena casi de la misma forma que todos los mitos sobre Pío XII y los Judíos, que siempre apuntan a una misma fuente del año 1963; fuente que fue preparada por la KGB como campaña de desinformación.]

No hay necesidad alguna de resumirlo. Vayan y léanlo si quieren. Yo lo hice.

Él se remonta al artículo de 1961 artículo para partir desde este. [¡Sorpresa!] Como sucedió con los artículos de Palazzini, de Hurth y de Lambruschini, y más aún dada la potencia de fuego de los medios de comunicación 30 años más tarde, la pieza de Perico brillaba en todas las discusiones sobre el tema de la anticoncepción entre los teólogos de moralidad. Bien. Pero este no es el caso. El caso es que ellos no tienen nada, ni una sola cosa que pueda llegar a apoyar la idea de que Pablo VI o Juan Pablo II permitieran la anticoncepción, cuando los hechos, que son oficiales, que son conocidos y fácilmente accesibles, en consonancia con los pronunciamientos constantes y vinculantes de la Iglesia nos muestran exactamente lo contrario.

Los debates NO son las enseñanzas de la Iglesia.

Los comentarios que son fruto de la casualidad NO son las enseñanzas de la Iglesia.

Esta es la razón por la que ruego de rodillas a todos los Padres, para que verifique sus datos siguiendo las palabras inmortales de John Wayne:

«Hablaré en voz baja, lento, y no demasiado».

P. John Zuhlsdorf

[Traducido por Miguel Tenreiro. Artículo original.]

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Notas:

[1] COL. En relación al Catholic online Forum.

[2] Podría ser traducido como el CAFÉ del MONJE MISTICO.

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