¿Obediencia? ¿Respeto? No toleramos lecciones de aquellos que asesinaron moralmente a Benedicto XVI

[«Nunca nos rendiremos» Winston Churchill]

Nos complace mucho presentar este nuevo artículo de un muy sabio, conocedor e influyente clérigo, que escribe bajo el pseudónimo de Don Pio Pace.

El Gran Miedo de los Conformistas:

No toleramos lecciones de aquellos que asesinaron moralmente a Benedicto XVI

Por Don Pio Pace

De un tiempo a la fecha, los periódicos y blogs modernistas, liberales o autoproclamados “moderados” e incluso “moderadamente conservadores”, han criticado duramente la “guerra inmisericorde” librada por los Católicos ortodoxos en contra del Papa Francisco y sus orientaciones.

¡Estamos justo en medio de la parábola de la viga y la paja! ¿No criticaron ellos, sin descanso, a Juan Pablo II y su esfuerzo por llevar a cabo una “restauración” menor, estas buenas almas ahora dándonos lecciones? ¿No destruyeron a Benedicto XVI hasta un nivel que sólo podría llamarse su asesinato moral? Benedicto XVI, de quien los liberales dijeron entre sí, el día después de su elección: ¡Este no durará más que un par de años! Benedicto XVI, a quien a sus enemigos el Arzobispo Piero Marini les dio abiertamente el grito de batalla: “ ¡Resistere, Resistere, Resistere!”

A ellos les gustaría darnos lecciones, esos que a través de sus incesantes y brutales ataques sobre Benedicto XVI, en los medios católicos o convencionales, mediante la filtración de documentos, presiones financieras, destruyéndolo en lo que hacía o dejaba de hacer o en lo que decía o no, le motivaron a presentar su renuncia.

Ellos no sólo quieren aniquilarnos como hicieron con él, sino quieren que les agradezcamos por ser ejecutados, que encontremos divertido el que nos masacren y también que les ofrezcamos disculpas por el hecho de que nuestra sangre pudiera estar manchando sus inmaculadas ropas.

Hoy, estos buenos apóstoles han descubierto repentinamente las virtudes de la “obediencia” y la “humildad”, predicándonos sobre el respeto a “Pedro” como si, por proclamar la Verdad – no siempre fácil de oír y en una manera mucho más suave y proporcionada que lo que ellos jamás lo hicieron – estuviéramos faltando a la obediencia y respeto. No obstante, es precisamente por nuestra fe en Pedro y nuestra obediencia incondicional a la Iglesia y a su entera Tradición que debemos hablar como lo hacemos.

La verdad es a lo que le temen.

Veo tres razones para esto.

1) La primera razón es que los conservadores han mostrado una habilidad absolutamente extraordinaria e inesperada para adaptarse a los nuevos medios de comunicación. Su habilidad para estar presentes, su ímpetu para reaccionar, comentar inmediatamente, proporcionar análisis tan pronto como los eventos suceden, multiplicada por los blogs, sitios web, por el conjunto de los medios de comunicaciones sociales. Debe decirse que el Catolicismo tradicional de hoy en día, bajo todas sus formas y tendencias, es en parte resultado de la modernidad y….. del Vaticano II. Este Concilio quiso dar voz a los laicos. Y para el asombro de los guardianes del “espíritu del Concilio”, los laicos hicieron uso de la palabra. Pero este no es el laicado clerical del sistema liberal, sino los nuevos Católicos Ortodoxos. Partiendo de la promoción del individualismo que ha resultado de los cambios implementados en la Iglesia, pudieron sacar provecho de un modo que los artesanos y partidarios de dichos cambios nunca hubieran previsto. En la época del Vaticano II, el odio de los liberales fue desatado contra el Cardenal Ottaviani, a quien exitosamente liquidaron. Ahora, los liberales enfrentan ante sí a ejércitos de pequeños Ottavianis en todo tipo de foros y medios Católicos. ¡Y muchos de ellos son bastante hábiles!

2) La segunda razón es que la facción pro-vaticana está envejeciendo y está siendo golpeada por una “hemorragia” de “laicos involucrados”, laicos clericalizados a quienes se “desespiritualiza”, por decirlo de algún modo, a quienes se desanima y caen presa de las costumbres y prácticas burguesas actuales. Existe también un importante número de católicos a los cuales Joseph Malegue – un novelista francés que disfruta el Papa Francisco – llamó “las clases medias de la salvación”, católicos que practican su religión de un modo más o menos regular, que no se confiesan, que organizan su religión y su sistema de creencias católicas basados en las tendencias liberales de pensamiento y acción sobre las cuales viven. Estas son ovejas sin pastor, porque la Iglesia que actualmente se encuentra al frente no los despierta para nada de su letargo espiritual. (Y no se piense que esta es una tendencia de las naciones del “norte” solamente, muy por el contrario: en América Latina, mientras que aquellos que son espiritualmente comprometidos, dinámicos y celebran las costumbres familiares tradicionales no encuentran espacio ni acogida en la Iglesia y optan por el Pentecostalismo, la mayoría de los que permanecen católicos de nombre son precisamente los miembros de estas letárgicas y desvinculadas “clases medias”.)

Por otro lado, el catolicismo “conservador” representa, en todos sus matices, tendencias, corrientes, nuevas comunidades, comunidades tradicionales, movimientos juveniles, grupos de identidad, seminaristas neo-clásicos, “nuevos sacerdotes”, “monjas con velo”, escuelas y colegios decididamente católicos, lo que podríamos llamar las “fuerzas vivas” de la Iglesia actual. Es un mundo extremadamente diversificado, cierto, pero para quienes, desde los Tradicionalistas por un lado hasta los conservadores moderados por el otro, e incluyendo casi en su totalidad a la Iglesia Africana, la nueva orientación tomada por Roma en marzo del 2013 “no puede ser aceptada”. Así, este catolicismo es claramente el catolicismo del mañana. Es evidentemente minoritario, pero es una minoría que no deja de crecer, porque es la única en verdad fértil en vocaciones (o incluso solamente fértil).

3) Esta segunda razón, enfatizada por el debate público generada por la primera, deja clara la existencia de una “brecha” entre una parte considerable de la actual “clase dirigente” católica y la élite de cardenales y obispos y el “nuevo catolicismo”, una discrepancia cada vez más evidente. El error fundamental del pontificado de Benedicto XVI fue el no haber reducido esta brecha mediante fuertes nominaciones episcopales (exceptuando, parcialmente, a Estados Unidos). Cualquiera que sea la “profunda” interpretación que uno pudiera dar al actual pontificado, es sumamente evidente que está ampliando la brecha. El Papa Francisco, con todo y sus habilidades de maniobra, es un hombre de otra época. El ha cometido errores considerables, como muestran el asunto de los Franciscanos de la Inmaculada y la presentación al voto sinodal de la indisolubilidad del matrimonio, errores que han dañado su credibilidad (profundamente) mucho más de lo que el asunto Williamson y los Vatileaks costaron a Benedicto XVI.

En resumen: si los liberales desean llenar a los conservadores de un complejo de culpa, de hecho son ellos los que se muestran a sí mismos (culpables de asesinato moral como lo son) rebajados a una actitud muy defensiva. No podrán arreglárselas para silenciar a los que actúan por medio de la oración, escritos, peticiones, discusiones, protestas. A quienes así lo hacen movidos por Él que es la Verdad y la Justicia. A quienes conocen que el Cristo de la bienaventuranza de la paz es el mismo que expulsó a los mercaderes del Templo.

[Traducido por Ramses Gaona. Artículo original]

RORATE CÆLI
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