El 20 de octubre, Su Excelencia el Obispo Athanasius Schneider bendijo una vez más con su visita a los Canónigos Regulares de la Nueva Jerusalén y su Priorato de la Anunciación de la Santísima Virgen María en Charles Town, West Virginia. Celebró una misa acompañada por bellísimos cánticos cantados por un coro. Además, había familias grandes presentes y el Obispo Schneider dio también la primera comunión a un pequeño. Luego de la santa misa, Su Excelencia dio una presentación oral espontánea sin manuscrito preparado.
Esta pequeña presentación fue íntima y bien recibida por los fieles, algunos de los cuales tenían muchas preguntas apremiantes que luego el obispo respondió en conversaciones personales fuera del templo. Es siempre muy conmovedor ver la humildad e inmensa amabilidad del Obispo Schneider – especialmente hacia los pequeños – su profunda fe y amor hacia el pecador. Su confianza en la ayuda de la Madre de Dios está siempre presente, y también insiste en la manera caritativa y respetuosa de hablar con quienes está en desacuerdo dentro de la Iglesia Católica.
Además, luego de su santa misa, en una conversación personal conmigo y mi marido, el Obispo Schneider también alentó a los católicos a firmar la recientemente publicada Declaración de Fidelidad a la Enseñanza Inmutable de la Iglesia sobre el Matrimonio y su Ininterrumpida Disciplina. Por esta razón, ofrecemos aquí un vínculo a dicha solicitud que no sólo ha sido firmada por el mismo obispo Schneider, sino también por el cardenal Carlo Caffarra y el cardenal Raymond Burke, entre otros seis mil firmantes. Desde la publicación de esta declaración – la cual rechaza cualquier cambio en la enseñanza moral tradicional de la Iglesia Católica sobre el matrimonio y la familia, como el presentado en la exhortación post-sinodal Amoris Laetitia – la han firmado muchos sacerdotes y teólogos. Se espera que esta declaración se convierta – como lo fue la Súplica Filial anterior, que fue firmada por más de un millón de católicos – en un signo sincero y perseverante de la fidelidad de muchos católicos en todo el mundo.
Además de este documento, el obispo Schneider ofreció también otras recomendaciones para nosotros los fieles que enfrentamos la crisis y confusión actuales dentro de la Iglesia Católica. En su pequeña charla después de la misa del 20 de octubre, recomendó que mantengamos nuestra fe y confianza sabiendo que la Iglesia se encuentra en manos de Dios y que Él es más fuerte que cualquier Papa u Obispo. Por tanto, según Schneider, Nuestro Señor hace uso una vez más de los pequeños de la Iglesia como canal de gracia y de renovación. Este prelado magnánimo y caritativo nos recuerda que debemos mantener la caridad hacia nuestros oponentes y el sentido de comunión entre los miembros del cuerpo místico de Cristo en el que, algunas veces, un miembro puede ayudar especialmente al miembro más débil.
Por favor, lean el siguiente texto de su charla tal como fue grabada y luego transcrita por mí, con la aprobación de Su Excelencia el Obispo Athanasius Schneider para que haga uso público de ella. He realizado mi mejor esfuerzo por permanecer fiel a sus palabras grabadas ex corde pleno, pero lamentablemente algunas palabras me resultaron inaudibles.
Maike Hickson
Obispo Athanasius Schneider
Charles Town, West Virginia, 20 de octubre 2016
Mis queridos hermanos y hermanas,
Me alegra mucho que aquí también haya niños presentes, gente joven, familias, y esto es ciertamente un signo de una verdadera renovación de la Iglesia. Esto nos puede dar realmente confianza y esperanza en medio de tanta confusión que presenciamos fuera y dentro de la Iglesia. Y por lo tanto mantenemos la fe y la confianza, la fe sobrenatural, que la Iglesia está en manos de Dios. La Iglesia no está en nuestras manos. La Iglesia no está en las manos del Papa o de los obispos. La Iglesia está en manos de Dios. Él es el Maestro. Él es la cabeza de la Iglesia. Renovemos esta fe porque la Iglesia es esencialmente una realidad sobrenatural, si bien la Iglesia también es humana y visible.
Quizás en este tiempo de crisis estamos demasiado concentrados en la parte humana de la Iglesia, donde observamos la debilidad, la traición; pero la parte invisible, mística, la realidad sobrenatural de la Iglesia es más grande, más fuerte. Y ninguna fragilidad humana o traición puede destruir la Iglesia, ni siquiera la de los miembros más altos de la jerarquía. Y así lo ha sido siempre en los 2000 años de Iglesia. Entonces, cuando solemos rezar “creo en la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica,” debemos renovar nuestra fe en eso, que la Iglesia es una obra de Dios. Y por supuesto, en tiempos de prueba y de crisis, el Espíritu Santo usualmente hace uso de los pequeños de la Iglesia, los que no ostentan el poder – me refiero al poder administrativo. Y así lo fue siempre. Dios siempre elige a los pequeños, los de Nuestra Señora, los siervos de Dios, los pequeños.
Nuestro Señor se hizo pequeño de niño; Nuestro Señor eligió como simples apóstoles a los pescadores; y entonces Nuestro Señor dice, alaba al Padre, por haber elegido revelar los misterios del reino a los pequeños. Y esta es una verdad de la realidad sobrenatural de la Iglesia porque somos el cuerpo místico de Cristo. Mantengámoslo fuerte – el cuerpo místico de Cristo. Donde todos estamos conectados el uno al otro, de manera viva, de manera sobrenatural, pero verdadera. En esta conexión, un miembro de la Iglesia ayuda al otro. Realmente estamos como un en un cuerpo vivo, conectados, y también en la Iglesia; por lo tanto cuando algunas veces una parte del cuerpo de Cristo es débil, quizás en este tiempo lo sean aquellos en el poder, aquellos de la jerarquía; entonces el Espíritu Santo utiliza a los pequeños de Su cuerpo para fortalecer a los que tienen el poder visible. Por tanto, creo que el Espíritu Santo está haciendo lo mismo en nuestro tiempo. Entonces ustedes, mis hermanos y hermanas, los pequeños, los más inocentes pequeños con sus oraciones, sus sacrificios, renuevan la Iglesia. Estas gracias, cuando se celebra la Santa Misa reverentemente, con fe, con dignidad, con reverencia en estos lugares en los que Nuestro Señor es adorado verdaderamente como Dios durante la sagrada comunión – interna y también externamente – en estos lugares está ocurriendo una verdadera renovación de la Iglesia. Y este es el poder del Espíritu Santo. Y ni siquiera aquellos con autoridad dentro de la Iglesia pueden detener esto. Ni el Papa puede detenerlo, porque esta es la obra del Espíritu Santo. Y el Papa es más débil que el Espíritu Santo, es tan sólo el débil ministro de Cristo.
Por lo tanto, renovemos verdaderamente nuestra profunda fe sobrenatural, y oremos y hagamos sacrificios por el Papa y los obispos para que reciban nueva fuerza, nuevos dones del Espíritu Santo, especialmente el don del coraje, fortaleza, para ser testigos de nuestra fe, para defender la fe y conducir sus vidas para Cristo. Por favor, oren por ellos, y que Dios envíe más y más [palabra inaudible] pastores a la Iglesia en todo nivel que son de verdad – que tendrán el coraje de los apóstoles y que darán sus vidas por la verdad y por las almas.
Entonces, mis queridos hermanos y hermanas, recordemos en este tiempo y en todo tiempo de crisis y prueba, que es un tiempo especial de gracias. Y pidan a Nuestro Señor que fortalezca su fe, la fe sobrenatural, y siéntanse orgullosos de la fe católica.
Ustedes conocen su fe. Ustedes tienen el catecismo. Ustedes tienen el catecismo de Baltimore, el catecismo tradicional, ustedes saben que esa es la fe, y tienen a Nuestro Señor aquí en la santa misa y la sagrada comunión; tienen a los santos, la esperanza. Por lo tanto, den gracias a Dios y siéntanse orgullosos de la fe católica.
Y no permitan ser confundidos por nadie. Digan siempre: “Yo sé en Quien creo.” Tal como dijo San Pablo: “Yo sé.” Y por esta, mi fe católica, estoy listo para sufrir cuando no es tan [palabras inaudible]… y esta es nuestra riqueza, queridos hermanos y hermanas. La fe católica, Nuestro Señor en la eucaristía, y cuando tenemos a Nuestro Señor en la eucaristía, tenemos luego todas las cosas y este es el misterio para nosotros, y somos las personas más ricas del mundo.
Alabado sea Nuestro Señor Jesucristo ahora y para siempre, Amén.
[Traducido por Marilina Manteiga. Artículo original.]