Primera comunión: ayer y hoy

Tengo 55 años de edad, y aporto mi recuerdo de primera comunión (la de la mayoría de niños de mi generación) para compararla con la de hoy: 

– Recibí la primera comunión con 7 años de edad. Ya era consciente de ello. La catequesis duró un solo curso y fue completísima: aprendí de Jesús, de la Virgen, de la Iglesia, aprendí a rezar…..

– Antes de comulgar hice mi primera confesión. Aprendí que Dios es misericordioso y que su perdón es real cuando nos arrepentimos de nuestros pecados. Me enseñaron lo que era el pecado mortal y, por cierto, ni yo ni mis compañeros tuvimos que ir a un psiquiatra infantil por «complejos de culpa»…..

– La Misa de mi primera comunión fue solemne, hermosa, alegre sobre todo porque me inculcaron que iba a recibir a CRISTO- De regalo tuve un precioso rosario que guardo con cariño, algún regalo más y una buena merienda con mis compañeros. Mis padres me inculcaron que el gran regalo era recibir  a Jesús.

– Y tuve claro, muy claro, que desde ese momento iba a ir a Misa todos los domingos y días de precepto; y de no hacerlo por pereza u otra causa fuera de enfermedad, cometía un pecado mortal que precisaba confesión para volver a comulgar

– Finalmente: esa catequesis marcó profundamente mi vida, la llenó de alegría interior e hizo firme para siempre mi Fe.

La comparo con la habitual «primera» comunión de hoy: 

– Se recibe la comunión con casi 10 años de edad, sin conciencia alguna de que y quien es recibido; tras una catequesis de varios años donde se aprende a dibujar, a charlar con la «seño» y a cantar canciones en Misa más propias de un festival infantil que de la Iglesia.

– La primera confesión re reduce a nada: una charla con el cura que percibe que el niño no tiene idea alguna del pecado. El catequista ni menciona el pecado mortal para evitar «traumas» y «depresiones». Más tarde los padres se quejan de que los hijos son egoístas………..

– La Misa de «primera» comunión es teatral, carnavalera y a veces hasta chabacana, sin respeto alguno por lo sagrado, y solo tratando de amenizar al público. Comulga casi todo el mundo en un ambiente de absoluta indiferencia

– SI hay infinidad de regalos, todos profanos, y brilla por su ausencia algún motivo religioso. Tras la Misa hay fiestas que parecen más bodas civiles que algo que sea por alegría cristiana

– El 99% de los niños ya no van a Misa el domingo siguiente (sencillamente porque los padres tampoco van); la idea de pecado no existe- Finalmente: esta «catequesis» marca la vida, si, en el sentido de tener la religión como mero apéndice estético o funcional en la vida. 


¿Creen que exagero?……………pues aún pienso que me quedo corto. Sólo un ruego final: señores Obispos por favor…..REFLEXIONEN!!!!!!!!!!

Casimiro Delmas

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