En la semana de la Pasión ha sido una vez más vertida sangre europea y cristiana, al grito de Alá Akbar -Dios es grande- como ha ocurrido en Londres, Barcelona, Niza y ahora en Carcassonne (Francia). Un grito que nos recuerda que Europa está en guerra. Esta guerra es religiosa y es dirigida por el Islam con todas las armas, no necesariamente cruentas: también la invasión migratoria forma parte de esta estrategia de conquista. El objetivo es el mismo: el sometimiento de Europa y de Occidente al Islam. No podemos eludir esta guerra, pero la primera diferencia de fondo entre nosotros y nuestros enemigos es que la nuestra es una guerra defensiva, no ofensiva: Occidente la sufre, no la declaró. La segunda diferencia es que nuestra guerra no prevé la masacre sino la salvación de los inocentes.
En este sentido, el Teniente Coronel de Gendarmería Arnaud Beltrame, que el 23 de marzo de 2018 ofreció su vida para salvar a una mujer rehén de un terrorista, puede definirse como un héroe francés, europeo y cristiano. Francés porque cumplía el deber como militar de su nación, como teniente coronel del escuadrón de paracaidistas de la Gendarmería; europeo porque fue víctima de un conflicto que se extiende de un extremo al otro de Europa y que tiene a Europa como teatro de operaciones; cristiano porque es seguramente a la fe cristiana que el coronel debe el espíritu de sacrificio de su gesto, que aparece como una realización de las palabras del Evangelio: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn. 15, 13)
El coronel Beltrame había crecido en un ambiente laicista y había frecuentado la masonería, pero en los últimos años se había acercado a la Iglesia y su conversión se produjo en el sentido de la Tradición. Asimismo hace referencia a los canónicos de la Madre de Dios de la Abadía de Lagrasse, uno de los lugares de Francia donde se celebra la Misa según el Rito Romano. El coronel, casado por civil, se preparaba al matrimonio religioso bajo la guía de un religioso de la abadía, el P. Jean-Baptiste, y ciertamente su recorrido formativo estaba sucediendo de acuerdo a la enseña tradicional de la Iglesia y no de la nueva moral introducida por la exhortación Amoris laetitia. El mismo P. Jean-Baptiste, la noche del 23 de marzo, le llevó al Coronel, al hospital de Carcasonne, al sur de Francia, la extrema unción y la bendición apostólica in articulo mortis.
La misericordia del Señor abre el Cielo a quienes con sinceridad y coherencia buscan la verdadera enseñanza de la Iglesia, pero no nos engañemos que estas puertas se abran a aquellos que se ilusionan de encontrar un compromiso entre el Evangelio y el propio placer y egoísmo. El Coronel Beltrame tuvo la gracia de dar testimonio de como la vida del cristiano es lucha, hasta el martirio. El Cielo de los héroes ciertamente lo acogerá.
De los Obispos, de los Cardenales, del Papa, ya no esperamos palabras de elogio a su luminoso ejemplo. Esperamos que al programa de islamización de Europa resumido en el grito ¡Alá es grande!, la voz de la Iglesia contraponga, de manera firme y solemne, el programa de re-evangelización de Europa expresado en las palabras de San Pablo que resuenan en Semana Santa: “para que al Nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos y en los infiernos; y toda lengua proclame que Cristo Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre.” (Fil. 2, 9, 11).
Roberto de Mattei
(M.V.)