Frenazo a los viri probati. Fracaso del Sínodo para la Amazonía. Abierto desacuerdo con los obispos germano-amazónicos. En estos tres puntos se sintetiza la dinámica iniciada por la exhortación postsinodal del papa Francisco Querida Amazonia, presentada hoy, 12 de febrero de 2020.
En torno a la exhortación pontificia, que ha puesto punto final al Sínodo para la Amazonía que se celebró en Roma entre el 6 y el 27 de octubre, se había suscitado una gran expectación. Tanto el Instrumentum laboris publicado el 17 de junio como el documento final del 16 de octubre proponían una nueva cosmología panteísta que encontró expresión en la estatuilla de la Pachamama venerada en los jardines vaticanos y llevada en procesión a San Pedro antes de que Alexander Tschuggel la arrojase al Tíber. Esa visión cosmológica sigue siendo el aspecto más escandaloso del Sínodo panamazónico, el cual no obstante planteaba otros ambiciosos objetivos, empezando por la introducción de los viri probati. O sea: el acceso al sacerdocio de hombres casados, cuando Juan Pablo II y Benedicto XVI habían rechazado categóricamente dicha hipótesis, propuesta por los sectores más progresistas de la Iglesia desde la época del Concilio Vaticano II. El párrafo 111 del documento final aprobado por el Sínodo había adquirido en los últimos meses un marcado valor simbólico. El mencionado párrafo proponía «ordenar sacerdotes a hombres idóneos y reconocidos de la comunidad, que tengan un diaconado permanente fecundo y reciban una formación adecuada para el presbiterado, pudiendo tener familia legítimamente constituida y estable».
Mientras el papa Francisco redactaba el texto definitivo de su exhortación entre el 13 y el 29 de enero, el cardenal Cláudio Hummes, relator general del Sínodo para la Amazonía y presidente de la REPAM, envió sub secreto dos cartas a todos los obispos para sensibilizarlos de cara a la inminente publicación del texto del papa Francisco. En la segunda de dichas cartas, el purpurado brasileño adjuntaba un enlace al párrafo 111 del documento final del Sínodo, dando a entender que sería parte de la exhortación postsinodal. La creación de los viri probati habría de iniciarse en algunas zonas de la Amazonia para extenderse posteriormente a la Iglesia universal. Con ello no sólo se liquidaría una mudable disciplina eclesiástica, sino una ley de la Iglesia fundada en un precepto de origen divino y apostólico. Sin embargo, en la exhortación postsinodal Querida Amazonia, no sólo falta la alusión al párrafo 111, sino a cualquier otro párrafo del Documento final del Sínodo. Todo lo contrario de lo que pasó con Amoris laetitia, que en sus notas citaba unas ochenta veces el documento final del Sínodo de 2015. Es cierto que en el párrafo 3 de la exhortación el papa Francisco invita a leer el documento sinodal con la esperanza de que la Iglesia «se deje enriquecer» por los trabajos de la asamblea, pero la falta de toda mención explícita de porciones o párrafos del Sínodo para la Amazonía supone reconocer que ha fracasado. El Sínodo panamazónico se ha disuelto como un sueño que pasó. Un texto, escribe Andrea Tornielli, «redactado como una carta de amor».
La carta dirigida a los obispos del cardenal Hummes, cuya existencia el Sumo Pontífice desde luego no ignoraba, confirma que el propio Papa había pospuesto su preferencia hasta el final impulsado por dos presiones opuestas: por una parte, los prelados germano-amazónicos; por otra, los católicos ortodoxos, que recibieron como un manifiesto el libro escrito al alimón por el cardenal Sarah y Benedicto XVI, D es profondeurs de nos coeurs, recién aparecido en enero. Este nuevo impulso ha prevalecido, y la ausencia del cardenal Hummes en la conferencia de prensa es bastante significativa. El cardenal se encuentra en São Paulo, donde es inevitable que tenga lugar una manifestación de repulsa a la exhortación. Aun así, en su encuentro con los periodistas el 28 de enero de 2019 durante el vuelo de regreso de Panamá, el papa Francisco había establecido una distinción entre sus convicciones personales, favorables al celibato y lo que –según dijo– podría ser necesario para la Iglesia desde el punto de vista pastoral. En aquella ocasión el Papa citó un libro del obispo emérito de Aliwal (Sudáfrica) Fritz Lobinger, Teams of Elders. Moving Beyond Viri Probati, el cual proponía que hubiera dos clases de sacerdotes en la Iglesia: unos célibes y de plena dedicación, y otros casados y con hijos. El 6 de febrero del año pasado, L’Osservatore Romano había planteado nuevamente la propuesta de monseñor Lobinger para los sacerdotes del futuro, dando a entender que el Sínodo para la Amazonía la haría suya.
El pronóstico no se ha cumplido, y será inevitable que estalle la insatisfacción suscitada en los ambientes progresitas. A diferencia de Amoris laetitia, Querida Amazonía no ha supuesto el viraje explosivo que había anunciado monseñor Franz-Joseph Overbeck, obispo de Essen, según el cual después del Sínodo nada volvería a ser como antes. Ahora bien, lo que ante todo no se debe olvidar es que la exhortación del papa Francisco se ha publicado casi simultáneamente con la inauguración del itinerario sinodal de los prelados alemanes, que en su asamblea de Frankfort insistieron en solicitar ambas formas de sacerdocio, la célibe y la casada. Desde esta perspectiva, Querida Amazonia se muestra como un desaire a la Conferencia Episcopal Alemana.
Alguno recordará la estrategia de dos pasos adelante y uno atrás del papa Francisco, pero cuando un tren circula a gran velocidad un frenazo brusco puede hacerlo descarrilar poniendo un fin dramático a su carrera. El proceso revolucionario es una máquina social que con frecuencia se vuelve incontrolable y arrastra al maquinista que la conduce. «La Revolución devora a sus hijos». Esta célebre frase que el girondino Pierre Victurnien Vergniaud pronunció ante el tribunal jacobino que lo condenaba a muerte, es la clave para entender la heterogénesis del desenlace de toda acción que se aleje de la verdad y del orden.
También la manifestación de católicos Acies Ordinata que se celebró en Múnich revela plenamente su importancia después de la exhortación postsinodal de este 12 de febrero. Coincidiendo con la publicación de Querida Amazonia, el cardenal Reinhold Marx anunció que en marzo dejará el cargo de presidente de la Conferencia Episcopal Alemana. Algunos observadores han vinculado este gesto a las fuertes presiones contra el proceso sinodal de que ha sido objeto el arzobispo de Múnich en los últimos meses. Entre ellas se encuentra la del cardenal de Colonia, Rainer Maria Woelki, así como la corrección fraterna de los obispos ucranianos de rito latino y las acusaciones de Acies Ordinataen la rueda de prensa celebrada en su diócesis el pasado 18 de enero. Al itinerario sinodal de los prelados alemanes, que los conduce a una nueva iglesia desgajada de la Católica, Apostólica y Romana, Acies Ordinata opuso en Múnich la profesión pública de fe del Credo. Hoy, Acies Ordinata es el símbolo de todos los que combaten en la Iglesia de manera ordenada contra las fuerzas del caos, rezando en pie rosario en mano y plantando cara al enemigo, como exhorta San Ambrosio: «El soldado está en pie de guerra. No está sentado. El soldado armado no está acostado, sino de pie y erguido. Por esto se dice a los soldados de Cristo: “Bendecid al Señor, siervos todos del Señor, que estáis en pie en la casa del Señor”» (Comentario a doce salmos).
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