San Delfín tiene su día el 24 de Diciembre. Nacido en Pamplona, se tiene constancia de que fue Obispo de Burdeos entre los años 380 y 404. Tuvo participación en el Sínodo de Zaragoza donde se condenó la herejía de Prisciliano. Influyó en la conversión de San Paulino de Nola, y murió de muerte
natural ocupando la sede episcopal tras 24 años de ministerio fecundo. Este santo es muy poco conocido y de su vida se conservan muy pocos datos históricos. Pero se reconoce de él su provechoso enfrentamiento a la herejía del priscilianismo. Esta herejía partía supuestamente de la defensa de los pobres pero a su vez sus representantes eran de clase acomodada y usaban al pobre
como seña de identidad para introducir ideas contrarias al ministerio sacerdotal, a la jerarquía ecesiástica y, desde una extraña mezcla de ascetismo, a la interpretación bíblica desde el magisterio de la Iglesia. Los priscilianos pretendían la libre interpretación de la Palabra de Dios despreciando la mediación eclesial.
San Delfín nos dejó la herencia de su valentía y celo pastoral a la hora de evitar que en su diócesis penetrara el pensamiento herético.
Es muy curioso constatar que hoy día también hay muchos que desprecian el magisterio católico en su legítima interpretación de la Biblia y, como los priscilianos, defienden la libre interpretación desde la subjetividad personal. Estos «nuevos teólogos» afirman que enlazan con los primeros cristianos y en realidad lo hacen con los primeros herejes.
San Delfín, celoso defensor de la buena doctrina, intercede por nosotros