Una extraña contradicción: Francisco ataca al mundo…

Desde Buenos Aires, para el Denzinger-Bergoglio

La palabra contradicción (contradictio) se compone de dos partes: contra, que indica oposición, y dicere que significa decir. Una contradicción es una acción o un decir que se opone a lo que la misma persona hizo o dijo.

Tanto en las declaraciones como en los gestos de Francisco, se constata una inquietante y creciente contradicción.

Quiero ejemplificar lo que digo con la homilía pronunciada por él en la Misa de Santa Marta del martes 12 de abril. En ella encontramos algunas pocas perlas, muchas baratijas, y hasta algo de veneno mortal.

Estas afirmaciones que pueden parecer desconsideración hacia su persona, en realidad parten de un corazón agredido y dolorido que se resiste a renegar la fe que recibió de sus padres y formadores. Esto implica manifestar con sinceridad y respeto lo que a uno le inquieta; lo cortés no quita lo valiente…

Para comentar lo que dijo el papa Francisco, tomo las referencias de la francisquista agencia noticiosa católica ACI Prensa.

El Papa Francisco recordó esta mañana que la persecución “es el pan cotidiano de la Iglesia”, causada en muchos casos por leyes que aprueban las potencias mundiales y que quitan al hombre la libertad incluso de objeción de conciencia. Se trata de “la apostasía”, cuyo jefe es “el príncipe de este mundo”, subrayó el Pontífice.

En primer lugar, al decir el “pan cotidiano de la Iglesia”, automáticamente viene a la mente de un sacerdote el Pan de Vida, la Eucaristía, de la cual vive la Iglesia. Pero bueno; admitamos que el modismo tiene otras acepciones…

Hay que decir que las leyes que aprueban las potencias mundiales, las aprueban encontrando muy poca o casi nula oposición concertada de los obispos y de los fieles católicos con Francisco a la cabeza. ¡Es así! Lo políticamente correcto infectó las filas de la jerarquía y de todos los bautizados. Y si alguien se destaca por ser categórico, se le tilda de ser un fariseo que sigue la letra de la ley, o de un proselitista que no respeta las opiniones de los otros, o de un intolerante que levanta muros y dinamita puentes.

Precisamente es con las “potencias mundiales” con las que Francisco alimenta un trato gentil y hasta familiar que a veces raya en lo imprudente, por no decir en la escandaloso: son jefes de estado o personeros de otras religiones que confiesan credos y asumen posturas muy diferentes de la moral católica.

Al inicio del pontificado actual, cuando Francisco aún estaba “en estado de gracia” mediático, recibió una lluvia de incienso, y no precisamente proveniente del mundo católico. Por mi parte me dediqué a acompañar asombrado como el papa era promocionado en el establishment: fue declarado “estrella del rock” en la revista Rolling Stone, personaje del año por la revista Time y por la revista de celebridades mundanas Vanity Fair, el personaje más influyente en la vida de los LGBT para “The Advocate”, publicación Gay de los Estados Unidos; “el líder mundial más influyente del planeta” para la revista de negocios norteamericana Fortune; “Judío honorífico” para el periódico estadounidense “Forward”; “Líder absoluto en Facebook” en la red social de Mark Zuckerberg (el millonario creador de Facebook); “Global Thinkers” para la revista política americana The Foreign Policy; “Está en la onda de los musulmanes”, lo dijo el imán-presidente del Consejo Islámico de Maryland; “El nuevo héroe de la izquierda” para The Guardian, y un largo etcétera.

¿Esto no es estar de manos dadas con las potencias mundiales a las que ahora parece criticar y condenar?

Efectivamente es el “príncipe de este mundo” que promueve la “apostasía”; palabras claras… que no concuerdan para nada con el accionar pastoral de su ministerio petrino. Esas cosas tan graves que Francisco nos dice, son más propias para ser publicadas y analizadas en una encíclica, o para incitar a la redacción de una bula de alerta y de condenación, o hasta un decreto de excomunión; no para decirlas en una homilía improvisada en la casa Santa Marta que se pierde entre su océano de palabras poco reflexionadas. No podemos constatar algo sin tomar una postura consecuente.

Nosotros, cuando hacemos un poco de turismo por Roma y vamos al Coliseo, pensamos que los mártires eran aquellos asesinados por los leones. Pero los mártires no fueron sólo aquellos allí, o aquellos otros. Son hombres y mujeres de todos los días: hoy, el día de Pascua, hace apenas tres semanas… Aquellos cristianos que festejaban la Pascua en Pakistán fueron martirizados precisamente porque festejaban a Cristo Resucitado. Y así la historia de la Iglesia va adelante con sus mártires”, dijo el Pontífice.

Demasiados turistas van a Roma, es verdad. Pero Francisco no puede ignorar que van también muchísimos peregrinos, y para ellos no hay una referencia de padre o de amigo. Pareciera que se dirige solo a los turistas andariegos y curiosos, que tantas veces ostentan un paganismo chocante, e ignora a los devotos peregrinos que llegan al Coliseo y besan con amor sus ruinas, recordando a los héroes que ahí dieron sus vidas.

Pensamos que los mártires eran aquellos asesinados por los leones” dice Francisco. Los leones no asesinaban mártires, eran los emperadores anticristianos -los “potentados” de la época- los que los asesinaban. (Esta forma de expresarse puede ser un lapsus explicable en un ítalo-porteño…). En sí, lo más feo de lo que aquí dice no es contra los “leones asesinos” sino la deficiente estima de los mártires de otrora que regaron la ciudad eterna con su sangre. ¡Claro que eran plenamente mártires! El hecho de decir que hoy los mártires “son hombres y mujeres de todos los días”, como que equiparando el heroico martirio de los pakistaníes con los que sufren cualquier forma de “descarte”, como sus venerados refugiados del medio oriente o de África, los cartoneros de Buenos Aires o los indigentes de Roma; porque Francisco, en su empeño de dilatar la revolución de la ternura, es maestro en echar incienso por igual a los mártires cristianos y a cualquier excluido, especialmente si es un infiel.

Hablando de las actuales persecuciones Francisco afirmó:

“hay otra persecución de la que no se habla tanto”, una persecución “disfrazada de cultura, disfrazada de modernidad, disfrazada de progreso”:

“Es una persecución –yo diría un poco irónicamente– ‘educada’. Es cuando se persigue al hombre no por confesar el nombre de Cristo, sino por querer tener y manifestar los valores del Hijo de Dios. ¡Es una persecución contra Dios Creador en la persona de sus hijos!”

“Y así vemos todos los días que las potencias hacen leyes que obligan a ir por este camino y una nación que no sigue estas leyes modernas, cultas o, al menos, que no quiere tenerlas en su legislación, es perseguida educadamente. Es la persecución que quita al hombre la libertad, ¡incluso de la objeción de conciencia!”, explicó.

La persecución educada disfrazada de progreso y de cultura es la que sufrimos a diario los católicos, sacerdotes y laicos, de un mundo que ha dado las espaldas a Dios y, lo peor, de parte de ciertos eclesiásticos aggiornatos. Sinceramente no se entiende bien (y me resisto a entenderlo literalmente) lo que dice de que se persigue al hombre “no por confesar el nombre de Cristo sino por tener y manifestar los valores del Hijo de Dios” ¿¡Qué valores serían esos, disociados del nombre de Cristo!?

Cuando dice que “es una persecución contra Dios Creador en la persona de sus hijos” estoy seguro de no compartir su concepción de “hijos de Dios”, ya que Francisco ha manifestado más de una vez que toda y cualquier persona es hija de Dios. (Nota del DB: ver estudio aquí). Es de toda evidencia que no todos son hijos de Dios, ya que no todos han recibido el bautismo sacramental, ni el de deseo, ni el de sangre… En la religión católica que profeso, así vemos las cosas.

Talvez alguien tenga que decirle que las leyes anticristianas no son ni modernas, ni cultas. Son impudicia y desfachatez ¿Cómo es posible afirmar que “las potencias mundiales” corrompidas por la acción del demonio, hagan cosas supuestamente «modernas y cultas»? Lo que hacen es barbarie pura, retroceso, involución. Por ejemplo las leyes contra la familia que implantó el gobierno de Cristina Kirchner en Argentina, contra las cuales tan poco hizo el arzobispo Bergoglio en su momento. Recuerdo que el entonces arzobispo de Buenos Aires, como gran gesto (?) mandó una carta a las comunidades de monjas contemplativas para que recen ante la inminencia de votar el “matrimonio igualitario”… ¿O será que eso de “modernidad” y de “cultura” no es más que un eufemismo? No es fácil captar el sentido de los dichos de Francisco si el Padre Lombardi no nos explica el enigma. Y lo van teniendo cada vez más difícil.

Cuanto a la libertad de conciencia, digamos que sin duda es un derecho. Pero esa formulación que está en boca de medio mundo, suena a estado laico y aconfesional. (Nota DB: ver estudios aquí) Mejor hubiera sido apelar a los compromisos bautismales. En nombre de la libertad de conciencia se han cometido más crímenes que los que perpetraron los leones en el Coliseo.

“Al jefe de la persecución ‘educada’, Jesús lo ha nombrado: el príncipe de este mundo. Y cuando las potencias quieren imponer actitudes, leyes contra la dignidad del Hijo de Dios, persiguen a estos y van contra Dios Creador. Es la gran apostasía. Así la vida de los cristianos va adelante con estas dos persecuciones. También el Señor nos ha prometido que no se alejará de nosotros. “¡Estén atentos, estén atentos! No caigan en el espíritu del mundo. ¡Estén atentos! Pero vayan adelante. Yo estaré con ustedes”.

Qué bueno que hable del mundo y del demonio (aunque no lo cita con todas las letras; habla del “príncipe”, del “jefe”, pero entendemos que se refiere al diablo. Una vez más, se dice mucho y no se hace nada o casi nada a la altura. Contradictorio y contraproducente.

Si esta nefasta persecución “educada” está tan generalizada y tanto daño produce atentando contra Dios y configurando “la gran apostasía”, no parece sensato que ese tremendo discurso no tenga como consecuencia medidas concretas y oportunas, muy diferentes de las actitudes desmovilizadoras y sincretistas que el Francisco se permite tener a todo momento y con todo el mundo. (Nota del DB: ver estudios aquí)

¿Con todo el mundo? No. Sólo con el mundo “mundano”, porque con los católicos que quieren mantenerse fiel a la enseñanza (principios y actitudes) del magisterio de la Iglesia, el papa Francisco es más bien severo y hasta tiránico. (Nota del DB: ver aquí y aquí) Lo he vivido (aunque no de parte directa de la persona del Arzobispo, sino de su curia, de su entorno). Constato entristecido que lo que se localizó un tiempo en la arquidiócesis de Buenos Aires, se va generalizando en la Iglesia universal… ¿por obra del “príncipe de este mundo”? Pues debe de ser…

¿No dijo Pablo VI que la Iglesia estaba sometida a un proceso de auto demolición y que el humo de Satanás entró dentro del templo? Por mi parte sigo rezando, cargando la cruz y esperando días mejores.

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