El 17 de enero de 1871, durante la guerra de Francia con Prusia, cuatro niños de la localidad de Pontmain contemplaron durante tres horas a una «Bella Dama» vestida de azul y rodeada de estrellas con un velo negro sobre la cabeza y una corona de oro con una raya roja, según el relato de la aparición.
Eugène et Joseph Barbedette, Françoise Richer y Jeanne-Marie Lebossé vieron un halo que rodeó a la Virgen, dos velas sobre los hombros y dos a la altura de la rodilla y una pequeña cruz roja sobre el corazón de la Virgen. Ninguno de los adultos pudo ver la aparición.
La Virgen pidió a los niños que rezasen y les aseguró que Dios les escucharía. Delante de ella apareció un crucifijo color de sangre y sobre él, escrito en mayúsculas rojas, el nombre de Jesucristo. Las tropas prusianas se acercaban al pueblo mientras éste rezaba junto al cura Michel Guérin y los niños, que vieron entonces cómo el crucifijo desapareció, la Virgen sonrió y dos pequeñas cruces aparecieron sobre sus hombros antes de desaparecer.
Posteriormente se supo que a la hora de la aparición, el ejército prusiano recibió órdenes del alto mando de no tomar la ciudad. Once días después se firmaba el armisticio entre Francia y Prusia.
Eugène y Joseph, se hicieron sacerdotes. Jean-Mary Lebossé se convirtió en monja, y Françoise Richer, en maestra.