“Como novia que se adorna con sus joyas”

I. «Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios: porque me ha puesto un traje de salvación y me ha envuelto con un manto de justicia, como novia que se adorna con sus joyas» (Is 61, 10). Estas palabras del introito de la Misa del 8 de diciembre, si bien el profeta Isaías las escribió en referencia al Mesías, anunciando al Salvador, la Liturgia de la Iglesia las aplica a nuestra Señora la Virgen María que es presentada como una Esposa ataviada de joyas y vestiduras nobles, expresando así el privilegio singular que Dios le otorgó desde el primer instante de su Concepción Inmaculada. Se trata de una verdad que ha sido revelada por Dios y que, por tanto, es objeto de nuestra fe, como proclamó solemnemente el papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854.

II. La Inmaculada Concepción es un privilegio mariano íntimamente unido al resto de los dones que la Virgen María recibió de Dios y que se ordenan a su Maternidad Divina. Por la Concepción Inmaculada de la Virgen, Dios preparó a su Hijo una digna morada y, en previsión de la muerte de Cristo, la preservó de todo pecado (colecta).

De esta forma, la Virgen queda asociada al misterio de Cristo y, por tanto, también a su triple venida al mundo de la que hacemos memoria en el Adviento.

Este tiempo litúrgico nos recuerda la preparación de la primera venida de Cristo al mundo, cuando nació en Belén; pero la Revelación nos habla de otras dos venidas de Cristo. Viene a las almas de los fieles siempre que nos llega la gracia santificante y vendrá como Juez de vivos y muertos en el último día, al final de los tiempos. Por eso decimos que la liturgia de este tiempo evoca en el pasado la esperanza mesiánica (adviento histórico) nos sitúa ante la responsabilidad de nuestra vida cristiana en el presente (adviento mistérico o sacramental) y se encuentra expectante ante un futuro (adviento escatológico).

La Virgen María ha sido, en la historia de la salvación, el fruto más logrado de todo el Adviento en su triple dimensión[1].

II.a)Del Adviento histórico. Ella fue la criatura mejor preparada y más disponible para el misterio de Cristo. Primero, precisamente por su Concepción Inmaculada. Tras la caída en el pecado original, el hombre no fue abandonado por Dios. Al contrario, le anuncia el Mesías redentor y su victoria final[2]. Esta victoria se manifestó, antes que en nadie, en María, la Madre de Jesús, preservada de todo pecado y llena de gracia como leemos en el saludo del Arcángel san Gabriel: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1, 28)

II.b) En relación con el Adviento de la gracia. Por su maternidad divina es la criatura más perfectamente vinculada con la realidad salvadora de Cristo y con la obra de nuestra santificación.

Por eso, todas las oraciones de la Misa piden para nosotros los frutos de la intercesión de la Virgen: que lleguemos a Dios«enteramente purificados» (colecta); que seamos «libres de toda culpa» (secreta) y que «los sacramentos que hemos recibido reparen en nosotros las heridas» del pecado original (poscomunión).

Estas peticiones nos recuerdan que, de alguna manera «su gracia, su pureza, sus virtudes nos pertenecen. Ella recibió esos tesoros, no tanto para sí misma, cuanto para nosotros, para sus hijos, para la totalidad del Cuerpo de Cristo […] Todo lo que nosotros poseemos, de gracia y de riqueza espiritual, lo hemos recibido de Dios por medio de Cristo y de su inmaculada Madre, de su fiel colaboradora en la obra de la redención»[3].

II.c) En cuanto al Adviento escatológico. En Ella ya se ha verificado toda la plenitud salvífica del misterio de Cristo: es la única persona humana que ha consumado ya su reencuentro total (en cuerpo y alma) con Cristo en la eternidad.

Ella es también la imagen más lograda de lo que la Iglesia espera ser y acompaña a la Iglesia en ese itinerario hasta su último desposorio con Cristo: las bodas del Cordero y de la Iglesia que aparecen en el cap.21 del Apocalipsis y que significan «los desposorios perfectos, triunfales y eternos de Cristo con la humanidad restaurada por Él» (Jünemann cit. por STRAUBINGER in: Ap 19, 7). La Virgen tendrá sin duda un protagonismo particular en la realización del Reino mediante «una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal (cf. Ap 20, 7-10) que hará descender desde el cielo a su Esposa (cf. Ap 21, 2-4)»[4].

«Así como por María, vino Dios al mundo la vez primera en humildad y anonadamiento, ¿no podría también decirse que por María vendrá la segunda vez, como toda la Iglesia le espera, para reinar en todas partes y juzgar a los vivos y a los muertos?»[5].

III. Damos gracias a Dios por este misterio de la Concepción Inmaculada de la Virgen a la que invocamos como celestial Patrona de España.

Y le pedimos que, por su mediación, recibamos las gracias que necesitamos para recibir en nuestras almas a Jesús cuando venga a ellas en el tiempo santo de la Navidad y estar preparados para nuestro encuentro definitivo con Él para toda la eternidad.


[1] Juan ORDÓÑEZ MÁRQUEZ, Teología y espiritualidad del año litúrgico, Madrid: BAC, 1978, 202-203).

[2] Cfr. Catecismo de la Iglesia Catolica nº 410.

[3] Bruno BAUR,  Sed luz, vol.1, Barcelona: Herder, 1953, 55.

[4] Cfr. Catecismo de la Iglesia Catolica nº 677.

[5] SAN LUIS MARÍA GRIGNION DE MONFORT, Tratado de la Verdadera Devoción, nº 58.

Padre Ángel David Martín Rubio
Padre Ángel David Martín Rubiohttp://desdemicampanario.es/
Nacido en Castuera (1969). Ordenado sacerdote en Cáceres (1997). Además de los Estudios Eclesiásticos, es licenciado en Geografía e Historia, en Historia de la Iglesia y en Derecho Canónico y Doctor por la Universidad San Pablo-CEU. Ha sido profesor en la Universidad San Pablo-CEU y en la Universidad Pontificia de Salamanca. Actualmente es deán presidente del Cabildo Catedral de la Diócesis de Coria-Cáceres, vicario judicial, capellán y profesor en el Seminario Diocesano y en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas Virgen de Guadalupe. Autor de varios libros y numerosos artículos, buena parte de ellos dedicados a la pérdida de vidas humanas como consecuencia de la Guerra Civil española y de la persecución religiosa. Interviene en jornadas de estudio y medios de comunicación. Coordina las actividades del "Foro Historia en Libertad" y el portal "Desde mi campanario"

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