4º Domingo de Pascua (Rito Extraordinario)
(Jn 16: 5-14)
«Hay muchos católicos que viven estafados en su fe»
Este evangelio se sitúa en el Sermón de Despedida de la Última Cena. El Señor le dice a sus discípulos que les conviene que Él se vaya para así poderles mandar al Espíritu Santo, el cual les recordará todo lo que Él les enseñó y les llevará hasta la verdad completa.
Nos encontramos en tiempos importantes y difíciles de la vida de la Iglesia, pues hoy día se rechaza sistemáticamente por parte de altos jerarcas de ella la posibilidad del conocimiento de la verdad.
Como consecuencia de un modo de pensar que empezó en el siglo XVIII con Kant, y que decía que era imposible para el hombre conocer la verdad, esas enseñanzas han cristalizado ahora en las modernas teologías que niegan el dogma, e incluso las enseñanzas de Cristo, y hasta su misma existencia.
Se rechaza que hayan verdades inmutables, y que toda «verdad» depende del momento histórico. Y lo que ahora nosotros interpretamos como verdad, para otros será totalmente diferente. Con ello se quiere dar cabida y justificación a una nueva moral y a una nueva teología que nada tiene que ver con la enseñanza de Cristo y del Magisterio de siempre.
El cardenal Alfrink (que tuvo mucho influjo en el concilio Vaticano II) decía durante una rueda de prensa el 23 de septiembre del 1965: «El Concilio ha puestos los espíritus en movimiento. Casi no hay ninguna cuestión en la Iglesia que no pueda ser puesta en discusión».
Si se niega toda verdad objetiva caemos en el nihilismo, que es lo que está ocurriendo actualmente.
Si Cristo es nuestra vida, y quitamos a Cristo del horizonte de nuestra fe, ¿qué es lo que nos queda? Si la fe ya no es una creencia cierta en las cosas «objetivas» que Dios nos ha revelado y la Iglesia nos enseña, y todo queda en una duda entonces ¿con qué espíritu acudimos a recibir la Eucaristía? ¿por si acaso contiene a Cristo? Esto no es posible.
Por fe creemos en aquellas cosas que no entendemos pero que asentimos porque ha sido Dios quien nos las ha dicho; Dios es veraz, por lo que no nos puede engañar.
¿Qué es la belleza? El resplandor del Ser; pero si no hay Ser entonces tampoco hay resplandor. Esa es la razón por la cual ha desaparecido la belleza en el culto. En las películas modernas, en la pintura, en la música impera el feismo.
Y si desaparece el Ser también desaparece el Amor. Esa es la razón por la cual ya no se cree en el amor verdadero, en el amor para siempre; y tampoco se cree en el Espíritu Santo.
«Yo he venido al mundo para dar testimonio de la Verdad? Pero si ya no se cree en Cristo, tampoco se cree en la Verdad. Todo es mentira, y no olvidemos que el Demonio es el padre de la mentira. Pero aquellos que son buenos y sencillos no serán engañados. Cuando oigamos la voz del Espíritu Santo aprenderemos a discernir la verdad de la mentira. Y cuando hay humildad el Espíritu Santo se derrama sobre nosotros.
Pero el Espíritu Santo no es nuestro mayordomo, como pretenden algunos grupos, de todos conocidos.
Hoy día muchos católicos viven estafados en su fe.
Así pues, tenemos que ajustarnos a las palabras de Jesús; y estas palabras suyas nos las hace entender el Espíritu Santo. Si un teólogo no vive las virtudes cristianas y no hace tampoco oración, es imposible que oiga la voz del Espíritu.
Queridos hermanos todas estas cosas están ahí, pero muy pocos las conocen y por eso son engañados