Juan Pablo II y la Teología del cuerpo –Un estudio del Modernismo (II)

Parte II

La Comisión de Cracovia, Humanae Vitae y otras consideraciones

¿Qué importancia tiene la «Comisión de Cracovia» en la vida de la Teología del Cuerpo?

Creada por el arzobispo Wojtyla en 1966, la Comisión de Cracovia, como se la conoce, reunió a un pequeño grupo de teólogos expertos en moralidad católica de Cracovia y Tarnow a los que Wojtyla encomendó la tarea de examinar los fundamentos teológicos de las normas éticas de la Iglesia en la vida conyugal. Que Wojtyla dirigiera y controlara cuidadosamente la orientación de los trabajos de la Comisión, utilizándola más como caja de resonancia de sus propias ideas sobre la TDC, que como una fuente importante de aportaciones de sus colaboradores, es obvio incluso a partir de una lectura superficial del informe final de la Comisión. El informe, «Los fundamentos de la Doctrina de la Iglesia sobre los principios de la vida conyugal», se concluyó en febrero de 1968. (1) Una traducción no oficial al inglés del informe final de la Comisión de Cracovia, publicado originalmente en francés, ha sido realizada por el padre Roger J. Landry, y está disponible en la red. (2)

¿Podría usted resaltar algunos de los aspectos positivos de la Comisión de Cracovia?

A su favor, Wojtyla y sus colegas teólogos reconocieron el derecho y el deber de la Iglesia, otorgados por Dios, de hablar con autoridad absoluta sobre cuestiones de fe y moral, y mantuvieron la condena inmutable y continua de la Iglesia a la anticoncepción basada en la Ley Natural y otras consideraciones proclamadas en el Magisterio Ordinario de la Iglesia. (3)

Los autores también expresaron la esperanza de que el pronunciamiento anticipado de Pablo VI a la Iglesia Universal sobre el tema de la anticoncepción reafirmara y reforzara esta enseñanza tradicional. (4) Una vez más, hay que reconocerles el mérito.

La firme oposición de la Comisión de Cracovia a la anticoncepción contradecía la de la mayoría de los miembros de la Pontificia Comisión para el Estudio de los Problemas de la Familia, la Población y la Natalidad, quienes estaban a favor de un cambio respecto a la prohibición de la Iglesia a la anticoncepción. Una copia del Informe del grupo minoritario y del grupo mayoritario de la Comisión Pontificia ya se había filtrado a la prensa internacional y fue publicado por el National Catholic Reporter el 19 de abril de 1967, con lo cual el grupo de Wojtyla tuvo la ventaja de estudiarlo con antelación a la hora de preparar su propio informe.

Sin embargo, el hecho de que los miembros de la Comisión de Cracovia se pronunciaran en contra de la anticoncepción, no significa que su informe estuviera exento de errores, tanto por comisión como por omisión, algunos de ellos bastante graves.

¿Cuáles son algunos ejemplos de los «pecados de omisión» de la Comisión?

Un grave «pecado de omisión» es no haber incluido ni una sola referencia directa a los escritos de Santo Tomás de Aquino y San Agustín sobre el matrimonio y la moral sexual en el texto del informe de la Comisión ni en sus notas a pie de página. Teniendo en cuenta la tarea encomendada, ¿qué mejores «fundamentos» podrían haber buscado los miembros de la Comisión que los escritos de Santo Tomás de Aquino y San Agustín sobre el matrimonio y la moral sexual? Esta omisión resulta aún más censurable si se tiene en cuenta que los autores se las arreglaron para encontrar espacio para hacer una referencia a la Federación Internacional de Planificación Familiar y a las obras del pervertido sexual Alfred Kinsey. (5)

No es sorprendente que el informe de la Comisión cite a Gaudium et Spes por doquier. Sin embargo, este decreto conciliar al menos menciona la obra maestra de San Agustín sobre el matrimonio, De bono conjugii (El bien del matrimonio), y escritos sobre la vida conyugal extraídas de la Summa Theologica de Santo Tomás.

El informe de la Comisión cita, como nota a pie de página, a la Arcanum de León XIII (1890) y la Casti Connubii de Pío XI (1930), dos de las grandes encíclicas de la Iglesia sobre el matrimonio cristiano, así como las numerosas alocuciones de Pío XII sobre el matrimonio y la procreación; pero estas referencias, especialmente las encíclicas, son en gran medida accesorias al cuerpo del texto.

¿Hacía referencia el Informe de la Comisión de Cracovia a los fines primarios y secundarios del matrimonio?

No. Como en el caso de Gaudium et Spes, el informe guarda silencio sobre esta formulación tradicional, prefiriendo considerar los fines procreativos, unitivos y sociales del matrimonio como igualmente importantes entre sí.

¿Contiene el informe de la Comisión algún tema importante de Amor y Responsabilidad y/o de la Teología del Cuerpo?

Sí, la obra Amor y Responsabilidad de Wojtyla se cita a pie de página en la sección que trata de las funciones de la sexualidad, que en el texto de la Comisión se dividen en tres categorías- La función biológica de la procreación.

– La función trans-individual, que es interpersonal y social.

– La función de signo, elemento de comunicación entre los seres humanos en la formación de sus vínculos sociales. (6)

Temas importantes de la Teología del Cuerpo se encuentran en todo el informe, especialmente en su hiper-énfasis en «la persona humana, su dignidad y su genio»; en su énfasis en la primacía de la norma personalista dentro de la relación conyugal; y su insistencia en que «toda relación sexual de los cónyuges debe ser un ‘don recíproco’, una expresión corporal de su amor». (7)

¿Hay alguna afirmación en el informe de la Comisión que se oponga a las enseñanzas católicas tradicionales sobre el matrimonio?

Sí. Una aparece en el pronunciamiento de la Comisión sobre la llamada «regulación de los nacimientos».

La Comisión de Cracovia rechazó claramente la anticoncepción, la esterilización directa y el aborto provocado como medios de «regulación de la natalidad». Sin embargo, la Comisión se pronunció a favor de la ideología de la «regulación sistemática de los nacimientos», también conocida como «paternidad responsable» o «paternidad planificada», «planificación familiar» y «control de la natalidad», aunque por «medios morales». Bajo el epígrafe «Paternidad responsable» leemos:

La pareja cumple su deber de transmitir la vida y criar a los hijos en las condiciones concretas en las que se encuentra. Deseando responder a este deber de manera adecuada y de acuerdo con el designio divino, los esposos deben, con prudencia y conscientes de su responsabilidad, sopesar todas las circunstancias y tener en cuenta las exigencias a las que se enfrentan. Por eso, el número de hijos traídos al mundo no puede dejarse al mero azar. Al contrario, debido a todos los valores humanos que intervienen en este asunto, el número de hijos debe ser decidido conscientemente por los cónyuges. Se trata de una labor que les compromete como personas, de modo que su decisión sea un acto de responsabilidad humana. (negrita añadida) (8)

Aunque la afirmación anterior arroja algo de luz sobre por qué Wojtyla, en Amor y Responsabilidad, se mostró tan inflexible en su creencia de que es «bastante impropio» equiparar el aborto al control de la natalidad, desde luego que no es doctrina católica. (9)

La Iglesia enseña que cada niño es un don de Dios. Cuando un hombre y una mujer entablan relaciones conyugales, ellos, por la naturaleza misma del acto, extienden una invitación a una nueva vida – sea sincera o insincera, consciente o no, planificada o no. Pero es Dios, y sólo Dios, el Autor de la Vida. Es Él quien llama a la existencia a un nuevo ser humano y lo dota de un alma inmortal. La idea de que un ser humano haya venido a este mundo por «mera casualidad» roza la blasfemia.

Confío en que no se le haya escapado al lector que, una vez que el principio de «planificación familiar» se ha consagrado como un «derecho inalienable», y las parejas se convierten en los árbitros definitivos de cuántos hijos tendrán o no y cuándo los tendrán, ¿cómo es posible negar a las parejas el derecho al aborto para eliminar cualquier «error» en su plan? (10) No es casualidad que los llamados «embarazos no planificados» sean la razón primera y principal por la que las mujeres se someten a un aborto. Como explica la abogada feminista Sarah «Roe» Weddington, viajó a los veintiséis años a México en 1967 para matar a su único hijo, aún no nacido, porque «como muchas otras mujeres» había otras cosas que ella «necesitaba hacer en ese momento». (11)

Lo ajeno que es la idea de la «paternidad planificada» para la mente verdaderamente católica queda reflejada en la refutación del cardenal Alfredo Ottaviani al ataque del cardenal Suenens contra la primacía de la procreación y la educación de los hijos en el matrimonio, a finales de octubre de 1964, durante el debate del Concilio sobre el artículo 21, «La santidad del matrimonio y de la familia»:

No me parece bien que el texto afirme que las parejas casadas pueden determinar el número de hijos que han de tener. Nunca se ha oído hablar de esto en la Iglesia. Yo era el undécimo hijo de una familia de doce hijos. Mi padre era obrero, y el temor a tener muchos hijos nunca pasó por la mente de mis padres, porque confiaban en la Providencia. ... [Me asombra] que ayer en el Consejo se dijera que se dudara de que hasta ahora se hubiera adoptado una postura correcta sobre los principios que rigen el matrimonio. ¿Significa esto que se pondrá en duda la inerrancia de la Iglesia? ¿Acaso no estuvo el Espíritu Santo con su Iglesia en los siglos pasados para iluminar las mentes sobre este punto de doctrina? (12)

Refiriéndose a la familia «planificada» mediante anticonceptivos, pero aplicable también a los casos en que cónyuges emplean habitualmente lo que se ha dado en llamar «planificación familiar natural» para lograr la familia perfectamente «planificada», el fallecido escritor católico inglés Christopher Derrick escribe:

A menudo se argumenta que la familia "planificada" con anticonceptivos tiene más probabilidades de ser una familia feliz; que es probable que el niño cuya existencia ha sido planificada se sienta y sea mejor amado que el niño surgido del amor y la entrega mutua. La ciencia social apenas lo confirma: a menos que el panorama se complique por el hacinamiento y el hambre, parece que las familias felices y cariñosas son en su mayoría las caóticas y muy a menudo las numerosas. La gélida mano de la planificación tiende a arruinar lo que toca. ... (negrita añadida) (13)

El texto del informe de la Comisión no anima a las parejas católicas a cooperar con la Naturaleza casándose y teniendo hijos a una edad temprana, cuando su fertilidad está en su punto álgido. No hay ninguna advertencia de que posponer la maternidad durante meses o años después del matrimonio puede cerrar la estrecha ventana de oportunidad de concebir un hijo para la pareja fértil. Tampoco se menciona los métodos propios de la Naturaleza para espaciar los nacimientos: excluyendo la lactancia materna.

Gran parte de la segunda mitad del informe de la Comisión se dedica a la discusión y a enumerar citas acerca de los aspectos médicos del «método de la temperatura corporal», que, según la Comisión «es lo suficientemente seguro, sencillo y barato como para que toda familia de buena voluntad que haya sido adecuadamente instruida pueda utilizarlo«. (énfasis añadido) (14) No cabe duda de que la Comisión creía firmemente que la regulación de los nacimientos era una norma de la vida conyugal y no meramente una excepción provocada por la extrema necesidad. (15)

¿Influyeron las conclusiones de la Comisión de Cracovia y el trabajo progresivo del cardenal Wojtyla sobre la Teología del Cuerpo en la orientación y el contenido de la Humanae Vitae?

El padre Andrzej Bardecki, director de la revista polaca Tygodnik Powszechny y antiguo colaborador de Wojtyla, afirma que el sesenta por ciento del texto de Humanae Vitae se remonta a los trabajos de la Comisión de Cracovia y a documentos posteriores que Wojtyla preparó y envió al Papa Pablo en apoyo de la prohibición de la Iglesia contra la anticoncepción. (16) Sin embargo, el hecho de que Wojtyla no figurara como redactor clave de la encíclica, hasta después de convertirse en Papa, parece poner en duda la afirmación de Bardecki de que la contribución de Wojtyla a la encíclica, titulada oficialmente Acerca de la rectitud en la propagación de la prole humana, fuera la definitiva. (17)

Aunque no había sido divulgado todavía en ese momento, después de que los «Informes del grupo minoritario y del grupo mayoritario de la Comisión Pontificia» fueron presentados al Papa Pablo el 28 de junio y el 1 de julio de 1966, respectivamente, el Papa creó su propio grupo interno de teólogos para que le asesoraran en cuestiones doctrinales y teológicas clave sobre la anticoncepción.

Entre sus principales asesores se encontraban el cardenal Alfredo Ottaviani, Prefecto (más tarde Prefecto Emérito) del Santo Oficio, el teólogo franciscano Ermenegildo Lio, asesor de Ottaviani y autor del tratado De Castitate en defensa de Casti Connubii, y el jesuita francés, Pére Gustave Martelet, profesor de teología en Fourvière en Lyon. Lio colaboró en la redacción inicial de la parte doctrinal de la Humanae Vitae, y Martelet Martelet trabajó en el borrador final junto con el obispo Carlo Colombo, teólogo personal del Papa.

Otros asesores importantes fueron el jesuita español, P. Marcelino Zalba, de la Gregoriana de Roma, el padre Jan Visser, sacerdote redentorista de la Universidad Urbana de Roma, y Monseñor Ferdinando Lambruschini (más tarde arzobispo de Città della Pieve), un perito del Concilio. Zalba y Visser firmaron el Informe de la Minoría de la Comisión Pontificia, y fueron aliados cercanos de Lio. (18)

Sabemos que el Papa Pablo también recibió aportaciones de fuentes no curiales, tanto solicitadas como no solicitadas. Esto habría incluido las recomendaciones de la Comisión de Cracovia encabezada por el Cardenal Wojtyla, quien envió el informe al Papa Pablo VI en febrero de 1968. Pero no sabemos nada más.

¿Puede citar algunas similitudes y diferencias entre Humanae Vitae y el Informe de la Comisión de Cracovia?

Obviamente, ambos documentos plantean la misma pregunta esencial, «¿es la anticoncepción intrínsecamente mala»? Ambos responden: «sí».

Ambos documentos están dominados por los decretos conciliares, muy especialmente Gaudium et Spes, y ambos comparten temas «personalistas» del decreto, incluyendo referencias a la relación sexual como «don mutuo». Y lo que es más importante, tanto el Papa Pablo como Wojtyla dan paridad al «significado unitivo» y al «significado procreativo» del acto conyugal, prescindiendo por completo de la formulación de los fines primarios y secundarios del matrimonio, marcando así una ruptura importante con la doctrina católica tradicional sobre el matrimonio y la familia. (19)

En cuanto a las diferencias, el Informe de la Comisión de Cracovia no abordó la cuestión del control de la población, es decir, el control gubernamental de los nacimientos. Humanae Vitae sí lo hizo, pero de forma incompleta e insuficiente, con un falso optimismo que disimulaba los inminentes peligros que planteaban los programas gubernamentales mundiales de aborto en masa y esterilización que ya estaban en marcha a mediados de la década de 1960.

Además, Humanae Vitae no lleva toda la pesada carga ideológica de la corriente de Margaret Sanger que el Informe de la Comisión de Cracovia expresaba o insinuaba. La encíclica no presenta la planificación de la natalidad como una obligación universal. Por otro lado, la decisión del Papa Pablo de utilizar el término «paternidad responsable» (paternitatis sui officii consciae), tal como se utilizaba en el Informe de la Comisión de Cracovia, con todas sus implicaciones anti-vida, en lugar de un término genuinamente católico como paternidad «generosa», contribuye efectivamente al tono malthusiano de la encíclica.

¿Hasta qué punto la Teología del Cuerpo de Wojtyla y su especial interés por la sexualidad humana y el matrimonio se trasladaron a su pontificado como Papa Juan Pablo II?

Creo que la historia es muy clara a este respecto. A lo largo de sus veintiséis años como Papa, Juan Pablo II utilizó de manera metódica su cargo para promover y dar popularidad a su nueva teología sobre el sexo y el matrimonio. Sus esfuerzos han tenido tanto éxito que, aparte de unos pocos círculos Católicos Tradicionales, la TDC se ha convertido en la teología de facto de la Iglesia postconciliar sobre el sexo y el matrimonio. Sin embargo, sólo recientemente los fieles católicos se han dado cuenta del impacto de la TDC en la vida de la Iglesia, para bien o para mal.

Como los lectores de CFN recordarán de la introducción a esta serie, Juan Pablo II comenzó sus “meditaciones» sobre la Teología del Cuerpo el 5 de septiembre de 1979, habiendo pasado menos de un año en su cargo, como parte de sus discursos de la Audiencia General de los miércoles.

Un año después, del 26 de septiembre al 25 de octubre de 1980, Juan Pablo II celebró el Sínodo sobre el Papel de la Familia Cristiana en el Mundo Actual (Roma), y punto seguido publicó su gran exhortación apostólica Familiaris Consortio en diciembre de 1981. (20) La publicación por la Santa Sede, el 22 de octubre de 1983, de la Carta de los Derechos de la Familia completó esta trilogía sobre el matrimonio y la familia. (21)

¿Incorporó el Papa Juan Pablo II conceptos de la Teología del Cuerpo en la Familiaris Consortio? ¿Y en la Carta de los Derechos de la Familia?

La Familiaris Consortio está saturada de principio a fin con numerosas referencias a la TDC. (20)

Entre la llamada inicial en la Familiaris Consortio a un nuevo humanismo universal postconciliar, y su invitación final a la familia a cooperar con un «nuevo orden internacional» para lograr la justicia, la libertad y la paz, encontramos afirmaciones como las siguientes:

35. ...Con respecto a la cuestión de la regulación lícita de la natalidad, la comunidad eclesial en la actualidad debe asumir la tarea de infundir convicción y ofrecer ayuda práctica a quienes desean vivir su paternidad de manera verdaderamente responsable. ... Esto implica un esfuerzo más amplio, más decidido y más sistemático para dar a conocer los métodos naturales de regulación de la fecundidad, y para que sean respetados y utilizados.
37. ...la educación para la castidad es absolutamente esencial, porque es una virtud que desarrolla la auténtica madurez de la persona y la hace capaz de respetar y favorecer el "significado nupcial" del cuerpo.
66. ...Esta preparación [matrimonial] presentará el matrimonio como una relación interpersonal entre un hombre y una mujer que debe desarrollarse continuamente, y animará a los interesados a estudiar la naturaleza de la sexualidad conyugal y de la paternidad responsable, con los conocimientos médicos y biológicos esenciales relacionados con ella.

La Carta de los Derechos de la Familia comparte flaquezas similares.

En relación a la convocatoria del Sínodo de la Familia, el 9 de mayo de 1981, el Papa promulgó el motu proprio Familia a Deo Instituta, que sustituyó al Comité para la Familia del Papa Pablo VI por el Consejo Pontificio para la Familia. En 1992, el Papa estableció el primer Instituto Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y de la Familia como anexo de la Pontificia Universidad Lateranense, en Roma.

Tanto el Consejo Pontificio como la red mundial de Institutos Juan Pablo II establecidos por Juan Pablo II antes de su muerte, se han convertido en importantes medios para la promoción y difusión de la TDC.

Una última pregunta antes de que empiece su análisis de la TDC en la siguiente edición de CFN el mes que viene. ¿Podría aclarar la confusión que parece existir en torno al «estatus» oficial de la TDC?

En primer lugar, sabemos que L’Osservatore Romano, el periódico del Vaticano, en sus ediciones multilingües, conforme el Papa las exponía, publicó el texto completo de las conferencias sobre la Teología del Cuerpo, y que estas traducciones se convirtieron más tarde en la base de la primera traducción al inglés de la Teología del Cuerpo, realizada en 1997 por las Hijas de San Pablo. Esto fue suficiente para asegurar la difusión de la TDC por el mundo entero.

En segundo lugar, también sabemos que los discursos de Juan Pablo II sobre la TDC pronunciados en la Audiencia General de los miércoles entre 1979 y 1984 no aparecen en las Acta Apostolicae Sedis (A.A.S.) el registro «oficial y de autoridad» de la Santa Sede publicado por la Secretaría de Estado. En cambio, el texto de la TDC aparece en los Insegnamenti di Giovanni Paolo II, una recopilación de los escritos más informales del Papa, publicados por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, una entidad de relaciones públicas de carácter no oficial.

En su introducción a la nueva y mejorada traducción de Hombre y mujer los creó – Una Teología del Cuerpo (2006), y posteriormente en su amable correspondencia por correo electrónico con este escritor, Michael Waldstein, da fe de estos hechos. Al mismo tiempo Waldstein cree que la autoridad de la enseñanza de la TDC sigue siendo relativamente alta puesto que era la intención del Papa utilizar sus «meditaciones» sobre la TDC como una forma de instrucción catequética universal, no sólo como una exposición de sus obras teológicas privadas, compuestas antes de convertirse en Papa. (22)

Curiosamente, Waldstein reconoce que gran parte del contenido de los discursos del Papa sobre la TDC no fue bien comprendida por los peregrinos que asistieron a las audiencias de los miércoles. (23) Según el mismo Waldstein, a pesar de que ciertas partes del texto son sencillas y directas, en su conjunto, la TDC es difícil de leer. Mucho más difícil es comprenderla al escucharla por primera vez.

A la posible objeción de que incluso Nuestro Señor hablaba en parábolas para que las multitudes pudieran entenderlo, y que el Papa no debería haber utilizado las Audiencias de los miércoles para promover sus propias opiniones esotéricas sobre el sexo y el matrimonio, Waldstein da una respuesta interesante:

... El verdadero destinatario es la Iglesia universal. Al estudiar la TDC, uno tiene la impresión de que Juan Pablo II habla con toda la gama de recursos intelectuales de que dispone, como si escribiera un diario teológico personal. Al mismo tiempo, sin embargo, habla deliberadamente como sucesor de Pedro ante la Iglesia universal. ... Dirigirse a toda la Iglesia a ese nivel puede ser fructífero, siempre que haya personas que ayuden a los demás a comprender lo que se dice. ... (24)

Entiendo que esta respuesta significa que Waldstein cree que poco después de convertirse en Papa, Juan Pablo II tomó la decisión de promover sus enseñanzas sobre la TDC como enseñanza universal de la Iglesia Católica y utilizar la Audiencia General de los miércoles como vehículo inicial para llevar a cabo esta tarea. Creo que esta apreciación es acertada.

¿En qué medida exige la TDC nuestro asentimiento como católicos?

Creo que aquí se aplican los viejos y consabidos criterios de discernimiento.

En la medida en que la TDC expresa doctrinas y enseñanzas de la Iglesia que forman parte del Depósito de la Fe que nos ha llegado de los Apóstoles y que se basan en la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio Ordinario y Universal de la Iglesia – deben ser creídas. En la medida en que la Teología del Cuerpo se aparte de estas enseñanzas y doctrina, debe ser refutada y combatida.

Dada la gran cantidad de verborrea y ambigüedad que caracteriza a la TDC, este discernimiento no es tarea fácil, especialmente cuando la Teología del Cuerpo se presenta, al perfecto estilo modernista, como un «auténtico desarrollo, no una desviación» de las enseñanzas tradicionales de la Iglesia sobre el sexo, el matrimonio y la familia. (25)

Cuando el líder de la TDC, Christopher West, nos asegura que las ideas de la TDC de Juan Pablo II «seguramente dejarán a la Iglesia tambaleándose en el autodescubrimiento durante los siglos venideros», él (West) no podía hablar con mayor propiedad. (26)

Randy Engel

Notas a la Parte II

  1. Una traducción francesa de «Les Fondements de la Doctrine de L’Église concernant les principes de la vie conjugale» apareció en la Analecta Cracoviensia, Societas Theologorum Polona Cracoviae Sumptibus Curiae Metropolitanae Cracoviensis, Polskie Towarzystwo Teologizczne, Cracovia 1969, pp. 194-230.
  2. El padre Roger Landry, sacerdote de la diócesis de Fall River, tradujo el informe de la Comisión de Cracovia para preparar una reunión especial con los miembros de Boston de un grupo de estudio sobre Amor y Responsabilidad el 2 de marzo de 2003. Véase www.catholicpreaching.com/content/docs/Analecta.pdf. El P. Landry se licenció en teología moral y bioética por el Instituto Juan Pablo II para el Matrimonio y la Familia de Roma y es defensor de la TDC.
  3. Landry, pp. 1-4.
  4. Ibídem, p. 4. Con respecto a la «anticoncepción», es inquietante que el informe de la Comisión se refiera a la «píldora» y al dispositivo intrauterino como anticonceptivos cuando, de hecho, el modo primario de este último es abortivo y se sabe que la «píldora» también posee propiedades abortivas. La naturaleza abortiva de los DIU ya era de dominio público a principios del siglo XX, y la de la píldora era bien conocida en los círculos médicos católicos a mediados de la década de 1960.
  5. Ibídem, p. 13, nota 58, p. 15, nota 66.
  6. Ibídem, p. 10.
  7. Ibídem, pp. 4, 11.
  8. Ibídem, p. 8.
  9. Amor y Responsabilidad, p. 285
  10. El término «derecho inalienable» es utilizado por Juan Pablo II en la Carta de los Derechos de la Familia en relación con el derecho a fundar y planificar una familia utilizando métodos acordes con la moral. Véase Art. 3 en

http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/family/documents/rc_pc_family_doc_19831022_family-rights_en.html.

  1. Sarah Weddington: Private Choices, Public Change,” Michelle Moon Reinhardt, Good Life Magazine, May, 2003 at http://www.newmoonproductions.com/weddington.pdf.
  2. Fr. Ralph. M. Wiltgen, The Rhine Flows Into the Tiber – A History of Vatican II, Tan Books, Rockford, IL, 1967, p. 269
  3. Christopher Derrick, Honest Love and Human Life, Coward-McCann, Inc., NY, p. 116.
  4. Landry, p. 15.
  5. Ibídem, p. 18.
  6. Carl Bernstein y Marco Politi, His Holiness John Paul II and the Hidden History of Our Time, Doubleday, NY, 1996, p. 113. Hans Kung, en una entrevista de Beliefnet con Laura Sheahen en febrero de 2004, afirma que Wojtyla desempeñó un papel entre bastidores en la redacción de la Humanae Vitae. Véase http://www.beliefnet.com/story/142/story_14204.html.
  7. “De propagatione humanae prolis recte ordinanda,” AAS 60 (1968), p. 481. Mis agradecimientos al  Rev. Brian W. Harrison, O.S., por esta clarificación importante. See “Infallibility of Humanae Vitae” at http://www.catholicculture.org/library/view.cfm?RecNum=7599.
  8. Ver Robert McClory, Turning Point, Crossroad Publishing Co., NY, 1995. También James Arraj, The Church, the Council and the Unconscious, online at http://www.innerexplorations.com/catchtheomor/ccu3.htm 
  9. Humanae Vitae, AAS 60 (1968), 12: loc cit. 488-489.
  10. Familiaris Consortio en http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/apost_exhortations/documents/hf_jpii_exh_19811122_familiaris-consortio_en.
  11. Véase Carta de los Derechos de la Familia. Dirigida por la Santa Sede principalmente a gobiernos y autoridades públicas, la Carta contiene la redefinición de Wojtyla del matrimonio en términos de una «unión íntima de vida»… «entre un hombre y una mujer»… que está «abierta a la transmisión de la vida». (B) Apoya el derecho de las parejas a planificar sus hijos, pero sólo utilizando medios morales. Los gobiernos se mostraron felices de complacer al Papa promoviendo la «planificación familiar natural» junto con el aborto y la esterilización de parejas que, bajo la bandera de «libertad religiosa» deciden anticoncebir, abortar y esterilizarse a sí mismos y a su descendencia hasta el olvido.
  12. John Paul II, Man and Woman He Created Them: A Theology of the Body, traducido por Michael Waldstein, Pauline Books & Media, Boston, 2006, pp. 14-18.
  13. Ibídem, pp. 17-18.
  14. Ibídem, p. 18.
  15. Citas extraídas de una versión electrónica de Christopher West, «Why a Theology of the Body?». Inside the Vatican, noviembre de 1998 en http://www.catholicculture.org/library/view.cfm?recnum=965. P. 9.
  16. Ibídem, p. 1.

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