Meditación para el viernes de la decimoquinta semana
PUNTO PRIMERO. El bienaventurado san Ambrosio declarando este ejemplo, dice que resucitó Cristo a este mancebo imagen del pecador, porque iba en el madero que tocó Cristo, símbolo de su cruz, por medio de la cual había de dar nueva vida a los hombres, sacándolos de las tinieblas y muerte del pecado, a la luz y vida de la gracia, por la virtud que le había de comunicar con el contacto de su santísimo cuerpo. Pondera la virtud de la humanidad del Salvador, que a un madero seco, que era instrumento de muerte y de infamia en el mundo, le comunicó tal virtud sólo con tocarle y morir en él, que es instrumento de vida, y la comunicó a los muertos: ponte delante la imagen del santo crucifijo; mírale enclavado en aquel madero, dándole virtud y vida para que la comunique al mundo, y dale mil gracias y alabanzas por ello, y no cese tu espíritu de maravillarse y recrearse en las grandezas de tu Dios.
PUNTO II. Considera la resurrección que dio a este mozo, tocando el madero en que iba, y la que da a los que llevan en su compañía el madero de su cruz, de suerte que aquel fue como nave tocada de la mano de Cristo, que le llevó a aquel mozo al puerto de la vida; y la que Dios da a los hombres es nave que los lleva al puerto de la gloria. Dios extiende la mano a tu siempre que te envía su cruz. Atiende a esto y que es dádiva suya, para que le sigas con ella; estímala como don suyo, y mira el gusto y voluntad con que la llevó el Salvador, y llévala con la misma tú: mira que pretende Dios darte por su medio la vida; ríndete a su voluntad, y dale gracias por ello; sufre, calla y lleva tu cruz, que será la nave que te lleve a salvamento.
PUNTO III. Considera cómo Cristo alcanzó su resurrección por medio de su cruz, mira con la voluntad que extendió las manos y los pies a los clavos, y con el gusto que sufrió los martillos, con la paciencia que llevó las afrentas, y con la igualdad del ánimo que recibió la muerte, en la cual halló la vida para sí y para todos los hombres; y contempla los bienes que han venido al mundo por la cruz, y hallarás que cuantos han tenido y tendrán los hombres, les han venido por su medio. ¡Oh cruz santa y bendita! ¡Que trajiste la salud y la vida al mundo, quién te venerará y alabará dignamente! Contempla, pues, lo que debes, y en la obligación que estás de imitar a tu Salvador, y dale muchas gracias porque te redimió en la cruz, y ofrécete a morir con él en ella con la misma voluntad que muere en la cruz por ti.
PUNTO IV. Considera el gozo de esta madre y de todo el pueblo en la resurrección de su hijo, y las voces y alegría con que le recibieron y dieron mil alabanzas a Dios y al Redentor; dáselas tú con ellos, y contempla en este gozo el que tienen los que llegan por el madero de la cruz al puerto de la resurrección y a la vida de la gloría, la cual recibe nueva alegría como madre amorosa por la ida de su hijo, y especialmente él, como más interesado, empieza a gozar de nueva vida gloriosa en compañía de Dios y de sus santos. ¡Oh cuánto gozo tiene de los trabajos pasados, y qué alegría por la cruz en que caminó como en nave a tanta gloria! Piensa esto con la gloria de la resurrección de Cristo, y anímate con su ejemplo a llevar tu cruz con alegría y caminar en compañía de Cristo, con la esperanza de gozar en su reino de la eterna resurrección.
Padre Alonso de Andrade. S.J