Estimado sì sì no no,
tiempo de verano, tiempo de vacaciones. También los sacerdotes se van de vacaciones. Con todo el trabajo que realizan, tienen derecho, ¿sí o no? ¡Pero muchos cristianos están asombrados! En muchas iglesias, se reducen las Misas, como se dice ahora, “suspendidas”: donde había dos Misas, queda una. Pero conozco sacerdotes que celebran, entre semana, solo dos Misas por semana, y deberíamos dar gracias aún de que haya. Me dice un muchacho que querría ir todos los días a Misa, pero que ¡su párroco celebra solo el domingo!
Los buenos católicos, los que tienen “la manía de la Misa diaria”, intentan arreglárselas para no renunciar a Jesús, aunque los sacerdotes, algunos sacerdotes no acercan a Jesucristo. En mi zona hay un monasterio de clausura que consigue tener la Santa Misa todos los días. Esta mañana he ido a Misa donde las buenas monjas que creen todavía en Dios Uno y Trino y en su Hijo Jesucristo e incluso en la Virgen y en los Santos.
Daos cuenta, han mantenido el altar vuelto hacia Dios, vuelto hacia el Crucifijo, y no tienen altar-mesa vuelto hacia el pueblo. La iglesita se ha llenado poco a poco de fieles. Buena gente, pero había también un abogado que va todos los días. Uno de los médicos de la pequeña ciudad. Una pareja de jóvenes esposos, atléticos y guapos. Otra pareja de esposos, padres de un sacerdote, que van a Misa todos los días. Han llevado consigo también a una vecina o pariente. Una joven madre de familia, que durante una hora ha dejado su hijo a su suegra.
El sacerdote ha subido al altar. Ha hecho todo en el altar, sin dar espectáculo por aquí y por allá. He sentido una alegría sin fin, cuando Jesús vivo, en el momento de las palabras de la Consagración ha descendido sobre el altar.
Si bien, desgraciadamente, hay sacerdotes que son capaces de pasar días sin Misa y sus obispos son conniventes (¡qué tragedia, Dios mío!), hay también humildes fieles que hacen kilómetros para ir a Misa y recibir a Jesús todos los días y después llevar a Jesús en su jornada, en su familia, en su profesión, en el mundo donde viven. Ya, Jesús se reserva también hoy amigos predilectos, ¡aunque los sacerdotes se van de vacaciones y están cansados de decir Misa!
Un tal que se las da de liturgista y que ahora es monseñor, contaba en una “catequesis” suya que en los tiempos de los primeros cristianos, en toda Roma había una sola Eucaristía, la papal. Esto no es en absoluto cierto, es una falacia. Leo en los Hechos de los Apóstoles que los primerísimos creyentes en Jerusalén y en Judea “todos los días frecuentaban todos juntos el templo y partían el Pan en casa, tomando el alimento con alegría y sencillez de corazón” (Hechos, 2, 46). Subrayo: Cada día… partían el Pan, lo cual es la “Fractio panis”, el Sacrificio de la Misa y la Sagrada Comunión.
En una palabra, señores, monseñores y sacerdotes de vacaciones, que os remontáis a menudo a la Iglesia de los orígenes, sabed que ya en los primerísimos tiempos, en la Iglesia apenas constituida de Jerusalén, la Misa era diaria como bien ilustra el padre Bertrand de Margerie S. J. en las páginas 193-200 del libro Vénération et administration de l’Eucharistie. Actes du second colloque d’études historiques, théologiques et canoniques sur le rite catholique romain, octubre de 1996, Centre international d’études liturgiques, Paris, 1997.
Y entonces, reverendos, ¿cómo cuela?
Esta mañana, como cada vez que voy a Misa al monasterio, donde veo el “pusillus grex”, el pequeño rebaño que ha quedado de los fieles “eucarísticos”, tengo la impresión de ser y de estar con la Iglesia de siempre. “Abolir la Misa, escribe San Alfonso en su La Misa atropellada, es obra del anticristo”. Pero no lo conseguirá. Palabra de Jesús, pero tengo ganas de llorar.
Insurgens
(Traducido por Marianus el eremita)