De la providencia que Dios tiene de los que confiamos en su bondad

Meditación para el jueves de la decimocuarta semana

PUNTO PRIMERO. Considera lo que Cristo dijo que no seamos solícitos del vestido, ni de la comida, ni de las cosas temporales, por cuanto nuestro Padre celestial sabe nuestras necesidades, cuida de prevenirlas para que nada nos falte: adonde has de ponderar que le llama Padre nuestro, porque ninguno hay tan amoroso para con sus hijos, ni tan solícito y cuidadoso de lo que necesita, ni tan prevenido en proveerlos para que no les falte nada, como lo es Dios para con los suyos, porque los ama más que ellos pueden amar a sí mismo, y cuida de todas sus cosas con mayor solicitud que ellos la pueden tener de sus cosas; y así sólo les pide que cuiden de servirle, y él cuidará de sustentarlos. ¡Oh divino Señor! ¡Padre amoroso! Bendito seáis, que tantas mercedes nos hacéis: gózame, Señor y Dios mío, de tener tal Padre, con que no tengo más que desear: dadme gracia para que yo sea vuestro hijo en amaros y serviros como tengo obligación.

PUNTO II. Considera cómo Dios sustenta y cuida de todas las criaturas por ti: mira la hermosura de las aves y la belleza de los campos matizados de flores, y la claridad de las fuentes, y la grandeza de los cielos variados de estrellas, y el resplandor del sol y de la luna, y la hermosura de todas las criaturas, y pasa luego a contemplar las celestiales, de que todo esto es un rasguño y una sombra no más; y piensa y considera cuáles serán las del cielo, si tales son las de la tierra, y que Dios ha preparado con su infinita providencia todo esto para ti, para que lo goces y le alabes eternamente: todo pertenece a su providencia y al cuidado que tiene de tu; dale muchas gracias por ello, y ofrécete de nuevo a su servicio con mucho agradecimiento.

PUNTO III. Considera lo que Dios pretende con tan prevenida providencia, que es lo que dice Cristo en su Evangelio; conviene saber, que descuides de lo temporal y pongas toda tu confianza en él, no porque lo hayas de dejar totalmente, esperando a sustentarte por milagro, sino como dice san Gerónimo, dejando la solicitud y el demasiado cuidado que siempre anda mezclado con desconfianza, y poniéndola en la providencia de Dios: él cuida de ti, porque tú cuides de su servicio: él te provee de lo temporal, porque tú busques lo espiritual; y él te da lo más, que es el alma, y los auxilios y gracias para ir al cielo, porque fíes en su piedad que te dará lo menos, que es lo terreno, sin que te falte nada; confía en el Señor y todo te sobrará, esta resolución, pues, debes sacar de esta meditación; descarga todos tus cuidados en Dios, y confía firmísimamente en su piedad como en amoroso y solícito padre tuyo, que siempre te amparará, y como dice santa Teresa de Jesús, los señores del mundo se afrentan de que anden ansiados y desconfiados los que los sirven de lo que han de comer, y mucho más se afrentará Dios de ver desconfiados a sus siervos, temiendo que les ha de faltar lo necesario para servirle.

PUNTO IV. Considera últimamente lo que concluye el Salvador, diciendo: buscad en primer lugar el reino de Dios y su gracia, y todo esto se os añadirá. Donde has de ponderar, que no se contenta Cristo con que deseen el reino de Dios y su justicia, esto es, su gracia, que los hace justos y santos, sino que sea con diligencia, con más solicitud y cuidado que los mundanos buscan y diligencian las riquezas. Carga la consideración en el cuidado que ponen, y en los pasos que dan los hombres del siglo por alcanzar los bienes caducos de este mundo; y mira que te pide el Señor más cuidado y diligencia en buscar los espirituales del alma; y con esto te enriquecerás de ambos, porque te dará los espirituales y de más a más los temporales. Mira en qué has empleado tus cuidados hasta aquí, y qué fruto has sacado de ellos, y en qué los has de emplear en adelante. Considera que eres peregrino sobre la tierra, a donde no tienes ciudad permanente, ni es aquí el lugar de morada: en la celestial Jerusalén te espera de asiento; allí has de vivir para siempre, que aquí has de estar muy poco; pasa de paso por todo lo de acá, que con poco tienes harto, y no te ha de faltar, si confías en Dios como está dicho, y buscas su reino y su gracia en primer lugar.

Padre Alonso de Andrade, S.J

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Meditaciones diarias de los misterios de nuestra Santa Fe y de la vida de Cristo Nuestro Señor y de los Santos.

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