Composición de lugar. Contempla a Jesús que clama: “Venid a Mí, y Yo os daré vida, y vida eterna.”
Petición. Oh Jesús, haced que no ame más que a Vos, verdadera vida de mi alma.
Punto primero. Como no es posible dar todas las meditaciones de la vida de Cristo, hija mía, me ha parecido muy conveniente condensar en ésta algunos de los dichos y hechos más notables de tu vida admirable, para que te sirvan de guía y de vida. Contempla con qué celo mira por la honra de su Padre celestial, arrojando a latigazos a los que profanaban el templo de Dios… Cómo condena a los hipócritas y los llama raza de víboras, sepulcros blanqueados… Cómo confunde al orgulloso fariseo, y justifica al pobre publicano que humilde y compungido le pide perdón… Cómo escoge por discípulo a doce pobres pecadores, rústicos e ignorantes, para confundir a los sabios del mundo… Mírale rodeado de pueblo y de gente necesitada y enferma, y con qué paciencia los recibe, atiende a sus súplicas y los sana… Multiplica los panes en el desierto para saciar las turbas, movido a compasión porque no desfallezcan en el camino… Anda sobre las aguas, como rey sobre plateada alfombras; calma la tempestad con sola su palabra, cuando estaba a punto de zozobrar la barca de Pedro… En una palabra, pasa por el mundo haciendo bien a todos y curando toda clase de dolencias… ¿No es verdad que es Jesucristo, hija mía, el único y verdadero Salvador del Mundo y de los hombres todos? ¿Quién ha obrado, hablado y amado al hombre como Jesucristo? ¡Oh hija mía! Si hallas quien haya obrado mejor y te haya amado más que Jesús, ya te doy permiso para que le ames más que a Él… Mas no le hallarás; imposible, imposible.
Punto segundo. Mira la paciencia y sabiduría admirable de Jesucristo al instruir al pueblo… Todo se lo entendían al revés y no obstante no cesa de instruirles. Desde el sermón del monte de las Bienaventuranza hasta el sermón último del monte del Calvario en la cruz. Jesucristo siempre se presenta como Maestro de la verdad… El criado que no quiso perdonar a su deudor estando él también adeudado… el hijo pródigo… el rico avariento y Lázaro… los convidados… la higuera estéril… la higuera secada… las parábolas del sembrador… de la cizaña… del grano de mostaza… del mercader que busca perlas… del Buen Pastor que busca la oveja perdida… del que cayó en manos de ladrones y fue remediado por el samaritano… del siervo que debía diez mil talentos… del mayordomo que desperdiciaba la hacienda de su señor… del padre de familia que llamó obreros para su viña… de la viña… de la diez vírgenes… de los talentos y minas… de los dos hijos enviados a la viña… del sarmiento cortado de la vid… ¡Oh, hija mía! Sería interminable si quisiera reducir a cuenta la doctrina de la Sabiduría Eterna. Basta decirte que sin parábolas no hablaba al pueblo, y que dado por Maestro del mundo por su Eterno Padre, cumplió perfectamente su divina misión. Oye, pues, las palabras de vida eterna de Jesús, y no errarás.
Padre nuestro y la Oración final
Fruto. ¡Oh Jesús, camino, verdad y vida de mi alma, salvadme! Haced que no ande por otro camino, ni conozca otra verdad, ni viva otra vida que la vuestra, oh Jesús mío y todas mis cosas. Amén.
San Enrique de Ossó