Mysterium salutis: entre una Navidad y otra

Entre una Navidad y otra, cada año, celebramos el gran misterio de la salvación. Un año entero no es suficiente para conocer bien a Nuestro Señor. Una vez terminado el año litúrgico, comienza otro y tenemos la posibilidad de profundizar mejor aquello que es el fin principal de nuestra vida: ¡conocer, amar y servir a Dios! Solamente después de haberLo conocido, amado y servido podremos gozar de Él en el Paraíso.

San Pedro Canisio escribió: “Es mejor que quede un pequeño número de cristianos sinceros y firmes en su religión, antes que un gran número deseoso de ser… connivente con los adversarios de la Iglesia y de acuerdo con los enemigos declarados de nuestra fe”. Este gran teólogo cambió de opinión respecto a ciertas innovaciones a las cuales, en un primer momento, había sido favorable. Más tarde comprendió, por gracia de Dios, la peligrosidad de tales cambios, uno de los cuales era, ya en aquellos tiempos, la comunión bajo las dos especies y el uso de la lengua vulgar y vernácula en lugar del latín.

Los así llamados Reformadores, en efecto, usaron, para destruir la Fe católica, las mismas estrategias, redescubiertas y utilizadas en los últimos decenios, para destruir la Fe católica. Ellos consiguieron lograr su objetivo, con el mismo método usado recientemente por sacerdotes y obispos católicos, que pensaron revolucionar la Fe de los Padres. Esta Fe, lo pedimos con oración suplicante, sea protegida y custodiada por la Madre del Salvador y por el Custodio del Redentor. María y José están ahí dispuestos a ayudarnos y a protegernos.

¡No importa si solamente un pequeño resto permanece fiel a la Fe de siempre! Mejor, mucho mejor, un pequeño número de fieles en la Iglesia, antes que un gran número de infieles dentro de la Iglesia, que, entonces, no sería ya la Iglesia fundada por Nuestro Señor sobre la roca que debería ser Pedro. San Pedro Canisio y otros Santos, lo comprendieron desde hace mucho tiempo.

No es nunca demasiado tarde si llegamos, aunque sea hoy, a comprenderlo y a estar determinados en nuestra decisión de fidelidad absoluta a la Fe de los Padres o de redescubrir toda la consistencia de la Fe de la que es la “Iglesia una, santa, católica y apostólica”, es decir, la Iglesia de siempre. Un año litúrgico tras otro, tenemos la posibilidad de profundizar nuestra fe. De un Adviento a otro y de una Navidad a otra, recibimos de Dios, si El nos lo concede, el tiempo propicio y favorable para nuestra salvación. El Adviento, el tiempo de Navidad, la septuagésima, la cuaresma, el tiempo de Pascua y finalmente Pentecostés llegan puntualmente para darnos este don.

“Timeo Dominum transeuntem” (temo al Señor que pasa). Podría no pasar ya, el próximo año podría no ser ya en vida. Es el Señor el que cuenta los días de nuestra vida y podría no concedernos ya lo que nos concede ahora. “Os doy las gracias por haberme creado, hecho cristiano y conservado hasta este día, o hasta esta noche…” decimos en las oraciones de la mañana y de la noche, que no debemos descuidar jamás.

¡Qué don la vida! Pero no tenemos ningún derecho a este don. Es Bondad suya si el Señor nos ha concedido y continúa concediéndonos este don del cual no debemos abusar. La Vida Eterna vale más que nada y seremos unos fracasados si no la conquistamos con las buenas obras que son un deber para nosotros.

¡Alabado sea Jesucristo!

Presbyter senior

(Traducido por Marianus el Eremita)

SÍ SÍ NO NO
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Mateo 5,37: "Que vuestro modo de hablar sea sí sí no no, porque todo lo demás viene del maligno". Artículos del quincenal italiano sí sí no no, publicación pionera antimodernista italiana muy conocida en círculos vaticanos. Por política editorial no se permiten comentarios y los artículos van bajo pseudónimo: "No mires quién lo dice, sino atiende a lo que dice" (Kempis, imitación de Cristo)

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