Leyendo la última entrevista que el Papa Francisco ha concedido al diario «La Croix«, me he encontrado con unas declaraciones del Santo Padre que si bien no me han sorprendido, si me han entristecido profundamente en cuanto socavan gravemente la enseñanza de la Iglesia sobre la confesionalidad del Estado.
No descubrimos nada nuevo si decimos que Francisco viene expresando opiniones controvertidas y que en algunos casos ponen en tela de juicio las enseñanzas magisteriales de la Iglesia, y su última entrevista no ha sido una excepción.
Preguntado por el entrevistador acerca del laicismo y la religión en la esfera pública, Francisco ha respondido sin titubear:
«Los estados deben ser seculares, los estados confesionales acaban mal. Son contra la historia».
Estas opiniones personales de Francisco, se oponen frontalmente a las enseñanzas de la Iglesia sobre la confesionalidad del Estado, expresada magistralmente por el Papa León XIII en las encíclicas «Immortale Dei» y «Libertas Praestantissimum», que cito a continuación:
“Tiene el Estado político la obligación de admitir enteramente, y profesar abiertamente aquella ley y prácticas de culto divino que el mismo Dios ha demostrado querer”. S.S. León XIII (Encíclica Immortale Dei).
«El Estado debe profesar la única religión verdadera, la cual es reconocible con facilidad, singularmente en los pueblos católicos» S.S. León XIII (Encíclicas Libertas Praestantissimum).
Y es aquí donde yo me pregunto. ¿Qué deben hacer los estados confesionalmente católicos como Costa Rica, Malta o Mónaco? ¿Deben asumir las opiniones personales del Papa Francisco y secularizar sus estados renegando así de la Fe Católica? ¿O por el contrario deben seguir el magisterio tradicional de la Iglesia expresado en las encíclicas «Immortale Dei» y «Libertas Praestantissimum» y seguir siendo estados católicos?. Yo creo que la respuesta está clara.
En este asunto en el que el Papa se opone claramente mediante una opinión personal al magisterio formal de la Iglesia, con caridad y respeto debe siempre aplicarse el ejemplo de San Pablo:
«Pero viniendo Pedro a Antioquía, le resistí en la cara, porque era de condenar». Gálatas 2:11
Recemos por la santidad de la Iglesia. Recemos por la santidad del Papa.
Antonio Moreno