Para él sábado de la decimotercera semana
Punto primero. Considera a Dios como Padre universal de todo lo criado y respetado en el trono de su gloria, emplear desde allí su sabiduría y cuidado en proveer al hombre de todo lo necesario para su cuerpo y alma, sin que le falte nada de cuanto ha menester, antes le sobre todo, sin que se halle obligado a mendigar de otra parte cosa alguna: verdaderamente quien considera la grandeza de Dios omnipotente, infinitamente sabio, poderoso, independiente de toda criatura, no podrá dejar de admirarse de verle ocupado y como solícito de cosa tan baja y humilde como es el hombre, y que por su causa emplea sus cuidados en los animales de la tierra, y en las aves del aire, y en los peces del agua y en todas las criaturas, hasta en los mosquitos, en los gusanos, en las malvas y en las mas ínfimas criaturas: bendito sea tan buen Dios y todas las criaturas visibles e invisibles le alaben y bendigan por su infinita providencia. Amen.
Punto II. Considera la que tiene de todas las criaturas, discurriendo en particular por cada una, dando a todas el sustento, la casa, el vestido y la industria para valerse y armas para defenderse, virtud para propagarse y conservar su linaje, atendiendo a todas y a cada cual con tanto cuidado y providencia como si estuviera sola en el mundo, y alaba su grandeza y amor, bondad y liberalidad, y dale gracias por todo.
Punto III. Vuelve los ojos a ti mismo y considera la providencia y cuidado que ha tenido el omnipotente Dios de ti en particular, sustentándote con tanto cuidado, vistiéndote, curándote, dándote casa, oficio, honra, hacienda, y previniendo todas las cosas necesarias de que necesitabas, para que te faltase nada. Mira los lances de tu vida, y cuántas veces hubieras acabado desastradamente, si Dios con su infinita providencia no te hubiera librado; y cuántas te ha proveído, sin saber tú el cómo, de lo que necesitabas, teniendo el Señor más cuidado de ti que tú mismo. Pondera que tú no sabes el número de los cabellos que tienes en tu cabeza, y Dios los tiene contados y sabe cuántos son, y no permitirá que te falte alguno sin particular providencia y parabién tuyo. Considera el cuidado que Dios tiene de ti, nacido del amor con que te ama, y dale gracias por todo, y disponte a servirle y a mostrarte agradecido a lo que continuamente hace por ti.
Punto IV. Considera cómo toda su providencia ordena Dios para que le sirvas, tomando de las criaturas lo que conviene para su servicio y tu aprovechamiento, y no más. Considera la cuenta que has de dar de este insigne beneficio a tu Criador, y cómo te has aprovechado hasta aquí de él, para alabarle, engrandecerle y servirle; y pídele perdón de tu ingratitud y gracia para enmendarte y para recuperar en adelante lo que has perdido hasta aquí, y a la Beatísima Virgen María y a todos los santos que intercedan por ti y que suplan con sus alabanzas lo que falta a tu corto caudal.
Padre Alonso de Andrade S.J