Del amor y patrocinio de la Santísima Virgen María para con sus hijos

Meditación para el sábado de la decimoquinta semana

PUNTO PRIMERO. Considera en esta amorosa madre a la Santísima Virgen María, que es madre de todos los hijos de la Iglesia, y los ama cordialísimamente como a hijos suyos, reengendrados por Cristo en el bautismo de su sangre: misa el cordial amor que tenía esta viuda a su hijo, y reconoce por él el que la Beatísima Virgen tiene a todos los suyos, y el que te tiene a ti sin comparación mayor; y considera el amor que le debes y la obligación en que te pone de servirla, y ofrécete a su pies con mil agradecimientos por esclavo suyo.

PUNTO II. Considera las lágrimas y sentimiento de esta viuda por la muerte de su hijo, y entiende que es mayor el sentimiento que causa a la Beatísima Virgen la muerte espiritual de cualquier hijo, cuanto es mayor su amor, y la pérdida del alama que la del cuerpo; y aunque no está en estado de dolor, le ha mostrado algunas veces, apareciéndose con lágrimas y muestras de grande sentimiento, para mover a dolor y lágrimas de contrición a sus devotos, y atraerlos por este medio a penitencia, de que puedo ser testigo. Considera si has dado ocasión de lágrimas y dolor a la Santísima Virgen con tus pecados y se la das ahora, y haz debida penitencia de ellos resucitando a la gracia; y llora los muchos hijos de la Iglesia y suyos que están muertos en pecado, y pídele con mucho afecto y perseverancia al Señor que los resucite.

PUNTO III. Considera que si Cristo se movió a misericordia por las lágrimas de esta viuda a resucitar a su hijo, mucho más se moverá a darnos la vida de la gracia por la intercesión y ruegos de la Beatísima Virgen María, a quien ama como a madre, y no podrá negar nada de lo que le pidiere;  pídela que pida por tu y por todos; confía en su intercesión, y no ceses de suplicarla que te mire como a hijo, aunque tú no lo merezcas, y que te alcance del Señor que te resucite de muerte a vida.

PUNTO IV. Considera el gozo de esta buena viuda en la resurrección de su hijo, a quién habiéndole Cristo recibido muerto, le volvió vivo; y reconoce el gozo y alegría de la Beatísima Virgen en la resurrección de cada uno de sus hijos, cuando vuelven de la muerte del pecado a la vida de la gracia y a la amistad de Jesucristo; que si los ángeles por el amor que nos tienen, hacen tanta fiesta en el cielo por un pecador que resucita, como testifica el Salvador, mucho mayor la hará la Beatísima Virgen, cuanto es mayor su amor que el de los ángeles, y el deseo que tiene de nuestro bien como de hijos suyos. ¡Oh Santísima Virgen! ¡Oh amantísima Madre! ¡Oh Señora piadosísima! Si cayéremos en la muerte del pecado intercede con vuestro benditísimo Hijo, para que nos asaque de ella y nos restituya a la vida: no os pido que lloréis como la madre de este hijo, sino que roguéis al vuestro que nos perdone nuestras culpas, y nos de su santa gracia, con la cual recuperaremos la vida, y yo propongo, en la que me quedare, no daros ocasión de sentimiento, sino de gozo y alegría, y os suplico que me tengáis de vuestra mano para que lo cumpla como lo ofrezco, sirviéndoos fidelísimamente todos los días de mi vida.

 Padre Alonso de Andrade, S.J

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Meditaciones diarias de los misterios de nuestra Santa Fe y de la vida de Cristo Nuestro Señor y de los Santos.

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