De la dignidad del alma, y su valor

Para el miércoles de la decimocuarta semana

PUNTO PRIMERO. Considera lo que dice Cristo, que el alma es más que el manjar, como el cuerpo más que el vestido; pues si estimas tanto el cuerpo que por sustentarle, vestirle y conservarle no perdonas cuidado ni trabajo, y todo te parece poco para él, mira qué debes hacer por tu alma, cuyo valor excede sin comparación al cuerpo. Pondera que Dios te formó de dos partes enlazadas con el vínculo de la vida, que son alma y cuerpo; el cuerpo terrestre, y el alma espiritual: ni eres todo espíritu como los ángeles, ni todo tierra como los animales, sino parte espíritu, que es alma, y parte tierra que es el cuerpo; y tan tuya es el alma como el cuerpo, y de las dos partes la más noble y preciosa es el alma, y la menos el cuerpo: avergüénzate pues delante de Dios viendo cuánto haces por el cuerpo y cuán poco por el alma: cuánto te bajas y cuidas de los bienes temporales, y cuán poco de los espirituales; y pide a nuestro Señor gracia para enmendarte y apreciar cada cosa con su propio valor.

PUNTO II. Considera la nobleza del alma criada para vida de tu cuerpo por el poder infinito de Dios; no de tierra, como el cuerpo, sino toda espiritual a imagen y semejanza de Dios; enriquecida con las tres potencias de entendimiento, memoria y voluntad, y con otras muchas virtudes en que frisa con los ángeles, y últimamente criada para ver y gozar de Dios eternamente en su gloria. Pondera cuánto más vale que todo lo terreno, y que como dijo Cristo 1, nada le aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma, que vale más que todo él; y saca de aquí el aprecio que debes tener de esta joya, y lo que debes hacer y pasar por no perderla y conservarla.

PUNTO III. Añade a lo dicho su duración, porque es eterna e incorruptible y ha de durar para siempre: cava en esta duración y cotéjala con lo poco que duran el cuerpo y todas las cosas temporales que tanto aprecian los hombres, y apenas son, cuando no son, y muchas juntan el principio con el fin, y la que más dura, es un soplo respecto de la eternidad; ¿pues en qué seso cabe apreciar tanto lo que vale tan poco, y despreciar una joya que tiene tan subido valor como el alma? Mira la tuya y considera que lo que hicieres por tu alma, lo has de gozar eternamente: aviva la fe, alarga la vista a la duración del otro mundo, y pide a Dios que no te ciegue el resplandor aparente de las cosas temporales, sino que todo tu cuidado y solicitud se enderece a las eternas.

PUNTO IV. Últimamente considera en lo que estima Cristo tu alma, pues dio por ella el precio de su sangre, la cual no diera, como dice san Bernardo, por todo el universo mundo, y si todo fuera tuyo, no la pudieras comprar con él: llora y gime en el acatamiento de Dios, viendo y contemplando por cuán vil precio la has vendido a Satanás tantas veces, cuantas has cometido algún pecado mortal. Mira cuántas la has trocado por un momento de deleite, y por un vil interés, y por cosas de menos monta, y llora tus yerros con amargura y dolor y propósito de la enmienda en la presencia del Señor. Pondera que no tienes más que un alma, y que si esta se pierde todo se pierde, y resuélvete a morir mil muertes antes que perderla, que Dios te dará su gracia para que desestimes lo que tanto le costó.

Padre Alonso de Andrade S.J

1 Mateo 16.

Meditación
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Meditaciones diarias de los misterios de nuestra Santa Fe y de la vida de Cristo Nuestro Señor y de los Santos.

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