Meditación para el miércoles de la decimoquinta semana
PUNTO PRIMERO. Considera lo que dice el venerable Beda, citado por Tomás [1], que así como en este difunto se presentó, como en espejo, la muerte del pecador a la vida de la gracia, así en su resurrección se dibujó la del pecador de la muerte del pecado a la vida espiritual del alma. Considera, pues, que el primer paso para la resurrección de este mancebo fueron las lágrimas de los que le lloraban: por las lágrimas empezó su restauración, por las cuales se movió Cristo a piedad de él; y por las lágrimas ha de empezar la resurrección del pecador, y la restauración de la gracia perdida, llorando con verdadera, contrición sus pecados, y con propósitos firmes de enmendarse. Considera los tuyos y las ofensas que has hecho contra Dios: mírate difunto en el alma y el estrago que han hecho en ti, y llora con amargura tu muerte en la presencia de Dios, y él tendrá misericordia de ti y restituirá la vida, dándote la gracia que perdiste.
PUNTO II. Considera cómo toda la dicha de este difunto estuvo en carearse con Cristo cuando le sacaban a enterrar, y toda la del pecador está en carearse con él, cuando está muerta su alma. ¡Oh si te pusieses en su presencia, y adonde te mirase con los ojos de su piedad! ¿Pero cómo le buscará quien tantas veces ha huido de él, y se ha apartado de la vida por entregarse a la muerte? ¡Oh vida de mi alma, y qué ciego he andado cunado he huido de vos! ¿Adónde pude ir apartándome de vos? Salisteis al encuentro a este difunto para darle vida: salid al encuentro a este pecador, más que difunto, y ya hediondo con la podredumbre de los pecados, para darme la vida: no os de en rostro mi fealdad y mal olor, como no os le dio el de Lázaro de cuatro días de muerto; más ha que lo estoy yo, pero mayor es vuestra misericordia que mis pecados: tenedla, Señor, de mí: tocadme y detenedme antes que me sepulten en el infierno.
PUNTO III. Considera cómo Cristo tocó y llamó a este difunto, y con su voz resucitó: así toca Dios y llama al pecador, para que resucite de la muerte de sus vicios. Mete la mano en tu pecho; considera cuántos toques te ha dado Dios al corazón para que vuelcas en tu, cuántas voces para que despiertes y salgas del sueño de los pecados en que estás sumido, y cuán obstinado y rebelde has estado a sus inspiraciones, y más que sordo a sus voces, volviéndote contra tu Criador: despierta, que ya es tiempo de oír su voz, que podrá ser que te cite de remate, y que si ahora no le oyes y obedeces, que no te llame más. Pondera que los muertos obedecen a su voz, y vuelven de la muerte a la vida con ella: no seas tú más duro que los muertos, ni más sordo que los difuntos; oye que te llama y dice como a este: a ti te digo; levántate de los vicios en que estás; levántate de las malas costumbres, levántate de los regalos, levántate del olvido de Dios, y a la oración y penitencia; levántate a nueva vida, la cual te quiere dar Dios; ríndete a sus pies, y di con Samuel [2]; hablad, Señor, porque tu siervo oye. Tocad mi corazón y dadme una voz, que yo ofrezco humildemente obedecerla luego en todo lo que mandareis.
PUNTO IV. Considera cómo luego se levantó y habló este difunto, y lo que diría serian alabanzas de Cristo, que le había resucitado; muestras claras, como dice santo Tomás, de su resurrección; las mismas te pide Dios a ti, que des la tuya espiritual, levantándote de los vicios, y dejando las ocasiones de pecar, y empezando las alabanzas de Dios, y desatando la lengua para confesar tus culpas, y empezando otra nueva vida, como la empieza el que resucita de la muerte. Medita esto con atención, y considera cuánto te importa, y dispón tus acciones en la presencia de Dios en orden a su servicio y al bien de tu alma, que él te ayudará, y lograrás los frutos de su gracias y tu resurrección.
Padre Alonso de Andrade, S.J
[1] S Tomás, en Catena Aurea.
[2] I Samuel, 3.