Señor Bornhoft, ¿Los tradis no están del lado de la ortodoxia?

Un tal William Bornhof ha escrito un artículo en el cual explica pacientemente que aunque no encuentra ninguna desviación de la doctrina ortodoxa o de la praxis con la cual acusar a aquellos unidos a la misa tradicional, sin embargo:

Aunque no se den cuenta, los TLM Millennials, [como él mismo los llama] no son parte del catolicismo ortodoxo. Chocan con las enseñanzas de la Iglesia Católica.”

Es una verdadera lastima que no encuentre alguna doctrina real que rechacemos, ya con su acusación de que “estamos en desacuerdo con las doctrinas de la Iglesia Católica”, pareciera implicar que es sobre doctrinas a lo que se refiere.

Sin embargo, es un viejo truco, y es que ¿no son los mas viejos los mejores?, decir que debido a que los católicos tradicionales están apegados a la misa tradicional y tienen criticas a la reforma litúrgica, por lo tanto son escépticos de la reforma litúrgica y por lo tanto, son escépticos del Vaticano II.

Pero aún estamos muy lejos de cualquier especificación de las doctrinas de la Iglesia  que se supone rechazamos, y es éste último salto lógico el que el señor Bornholft se rehúsa dar, cual caballo nervioso, pese a su deseo de llegar a la otra orilla.

Señor Bornhoft, No sería más seguro decir que al ser «escépticos de la reforma litúrgica», los católicos tradicionales están aceptando, asimilando y haciendo propia la doctrina del Concilio Vaticano Segundo que dijo – y estas palabras podrían ser fácilmente un lema o grito de batalla para los católicos ligados a la misa tradicional- en Sacrosanctum concilium 23 :

“Por último, no se introduzcan innovaciones si no lo exige una utilidad verdadera y cierta de la Iglesia, y sólo después de haber tenido la precaución de que las nuevas formas se desarrollen, por decirlo así, orgánicamente a partir de las ya existentes”

De hecho, esta es una expresión de escepticismo sano sobre la reforma, una demanda de que las reformas propuestas pasen rigurosas pruebas, que la responsabilidad de demostrar el valor de lo que proponen recae sobre los reformadores. ¿Acepta el señor Bornhoft esta doctrina y se guía por ella? Si es así, debería ciertamente asistir a la misa tradicional y criticar al Novus Ordo por no cumplir con la expectativa. Sólo un lunático podría imaginar que lo que Annibale Bugnini y sus asociados hicieron está conforme a este principio, y a los admiradores de la reforma les agrada precisamente porque no lo hace.

Debemos reconocerle a estos radicales de la liturgia que un pasaje como este no es de hecho dogmático, es un principio prudencial y mientras cabe señalar que esto ha sido un principio implícito en toda la historia litúrgica de la Iglesia, oriental y occidental, desde los tiempos apostólicos hasta la década de los sesenta, aquellos que lo rechacen no son ipso facto herejes. Pero los radicales deben reconocer en paralelo, a nosotros, que si señalamos por ejemplo, que el experimento de un leccionario multianual, considerando todo, ha sido un fracaso, pudiéramos estar siendo escépticos del Vaticano II respecto a este punto (ver Sacrosanctum Concilium 51), pero sólo en una forma que es perfectamente legítima para los católicos ortodoxos. Esta es la razón por la que los liturgistas comprometidos totalmente con el Novus Ordo, como el oratoriano padre Jonathan Robinson, no dudan en indicar los problemas del leccionario multianual. (Para sus opiniones y debate completo de este tema véase también la FIUV Position Paper).

Sin embargo, parece estar fuera del alcance del señor Bornhoft el poder distinguir aquellos aspectos de la reforma litúrgica que realmente fueron tocados aunque sea de forma tangencial por el Vaticano II, de aquellos otros que no pueden apoyarse en absoluto en los textos del Concilio. Ya que los ejemplos que escogió para ilustrar nuestra falta de fidelidad al Vaticano II no podrían haber sido peormente elegidos. Se refiere a Sam Guzman del blog Catholic Gentleman:

Guzman culpa al “Novus Ordo”, a la pobre música litúrgica, “ad orientem”, la falta de latín y la comunión en la mano por hacer la misa católica menos atractiva para los hombres.

Esta es una frase redactada de manera muy pobre, seguramente es a la falta de culto ad orientem sobre lo que habla Guzman, pero presumiblemente deberíamos decir: ¡qué vergüenza Sam Guzman! por tu escepticismo sobre el Vaticano II (lo que al final viene a ser un rechazo de las enseñanzas de la Iglesia), en relación con la pobreza de la música litúrgica, con la abolición del culto ad orientem, con la desaparición del latín y con la comunión en la mano, que para efectos prácticos están entre los sellos distintivos del Novus Ordo.

Pero el Vaticano II no llamó a que la misa fuera de cara al pueblo, tampoco pidió que se que comulgara con la mano, se opuso a la desaparición del latín y suplicó por una buena música litúrgica. Sólo tiene que leer Sacrosanctum Concilium, señor Bornhoft, y díganos cómo cuadra usted lo que realmente dice con su misa Novus Ordo local. Cuando haya hecho esto, puede explicar por qué no deberíamos señalar que el fracaso de la misa Novus Ordo típica para ajustarse a los principios del Vaticano II, ha llevado a problemas. ¿Por qué no podemos hacer eso exactamente?

Y, ¿por qué no podemos repetir lo que en 1966 dijo Pablo VI, proféticamente, sobre las vocaciones a la vida religiosa, las antiguas oraciones que los reformistas masacraron de manera tan despiadada, el latín y el canto gregoriano?

“Existe, asimismo, continúa el Papa, la cuestión de si esos hombres, deseosos de saborear las preces sagradas, acudirían en número tan elevado a vuestros templos en caso de que en ellos no resonase ya más la lengua antigua y original de aquéllas, unida al canto lleno de gravedad y belleza”

Más aún, esas oraciones, con su antigüedad, su excelencia, su noble majestuosidad, continuarán atrayéndoles a los jóvenes hombres y mujeres, llamados a la heredad de nuestro Señor. En cambio el coro de donde sea desterrado aquel lenguaje de admirable fuerza espiritual, que sobrepasa las fronteras de las naciones y del que se elimine la melodía que brota de lo más hondo del alma, donde se asienta la fe y arde la caridad, es decir, el canto gregoriano, será semejante al cirio apagado, que no alumbra ya más, que ya no atrae más hacia sí los ojos y las mentes de los hombres

El “cirio humente”. El pico está en 1965
El “cirio humeante”. El pico está en 1965

¿Era Pablo VI escéptico al Vaticano II, señor Bornhoft? ¿No apoyaba a la doctrina católica? Salga y dígalo, si tiene el coraje de sus convicciones.

La afirmación del señor Bornhoft de que la antigua liturgia no tiene nada que aportar a la “Nueva Evangelización” necesita una respuesta distinta, la cual he puesto en mi propio blog aquí .

Joseph Shaw

[Traducido por Gloria Gracia. Artículo original]

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