Fija tu mirada en Jesús. Contempladle para que podáis amarlo e imitarlo. La Cuaresma es tiempo para dejar atrás el mundo y contemplar cosas divinas. Acepta a la cruz (sufrimientos, pruebas y dificultades) por amor a Dios, en reparación por el pecado, y en preparación para una eternidad feliz. Reflexiona seriamente sobre tus pecados desde la perspectiva celestial. El pecado es fuente de TODOS los males y desgracias que cubren la tierra. Reconoce la gravedad del pecado y no pienses: «Pues todo el mundo lo hace» o «todos van al cielo». ¡No! Dios te está dando una oportunidad más. No recibáis su gracia en vano.