Benedictólatras

La noticia surgida ayer sobre las alabanzas de Benedicto XVI a Francisco ha cogido con el pie cambiado a más de uno. Llevamos ya cinco años aguantando todo tipo de teorías de la conspiración, caricaturizando la situación actual por parte de un pseudotracionalismo tan agresivo como hueco.

Según los Benedictólatras, tendríamos por un lado un papa “malo”, un demonio, surgido por generación espontánea no se sabe cómo, inexplicablemente, tras muchos años de gloriosos pontificados, y por otro lado tendríamos al papa «bueno»,  a una víctima de una especie de conspiración de la masonería y el comunismo internacional, recluido en el Vaticano y que sería algo así como la reencarnación viva de San Pío X. El pobre Benedicto estaría allí poco menos que aislado, secuestrado, casi preso, manipulado, obligado a callar, y vayan a saber que más historias. El papel lo aguanta todo, nunca mejor dicho.

Viven confiados ciegamente en que Benedicto salvará a la Iglesia, y muchos incluso piensan que es el verdadero papa. Son muy exigentes con el derecho canónico para otros pero ellos mismos se otorgan el poder de determinar de forma infalible, ni más ni menos, quién es papa y quién no… casi nada. Su pasión por él es tal que no hay razón humana ni prueba que puedan ver que les convenza de lo contrario.

Es difícil fijar los orígenes de esta Benedictolatría ciega e irracional, pero mucho tiene que ver Summorum Pontificum y algunas frases aisladas que todos suscribiríamos, y por todo ello han querido ver en él -de forma inmerecida a mi modo de ver- a una especie de alter modosito de Mons. Lefebvre viniendo a restaurar la Tradición.

Sinceramente, a mi todo esto me parece una auténtica caricatura, y diría que una burla, de la cruda realidad. Una fase de negación profunda de los hechos queriendo construir una realidad inexistente a su alrededor, y, claro, tanta fantasía, tanta fantasía, que luego vienen noticias como la de ayer y ¡zasca!, en toda la boca.

El golpe es durísimo, el líder soñado defendiendo al malvado. ¡No puede ser! ¡Manipulación! Unos mantienen un silencio espeso, otros se lanzan enseguida a construir novelitas de ciencia ficción, en todos hay un nexo común: se desmonta la fábula sostenida durante cinco años y hay rápidamente que poner la maquinaria de fantasía al más puro estilo Disney a funcionar. En el colmo de la ridiculez se hacen «concienzudos» análisis sintácticos para demostrarnos que donde hay una alabanza en realidad hay escondido un sarcasmo, que donde dijo digo quería decir diego y que tal coma en no se que párrafo así lo demostraría. Como si, de todos modos, fuera esta la primer y única vez que Benedicto alaba a Bergoglio, lo cual ha hecho de forma sostenida e ininterrumpida. Verdaderamente un festival del humor, pura propaganda de autoconsumo Benedictólatra.

Los Benedictólatras si cabe son de una cerrazón obtusa, ya podría uno mostrarles algo de puño y letra de Benedicto que dirían que lo han drogado o vete a saber qué. Señores, por favor, todo esto no es serio, sinceramente. Entiendo que la mayoría son personas de buena fe, con bastante desconocimiento del origen y desarrollo de la crisis de la Iglesia, y que confundidos se han agarrado como clavo ardiendo a estas teorías, pero esto es que no tiene fundamento alguno.

No voy a tratar de explicarles aquí los desvaríos doctrinales de Benedicto XVI, pues autores mucho más cualificados que yo ya lo han desarrollado profusamente. Vean si no, a modo de botón de muestra los artículos del padre Alfonso Gálvez o el libro «La fe impregnada de razón: la hermenéutica de Benedicto XVI» en nuestra sección de descargas. Pero sí es preciso recordar al menos cinco verdades importantes.

  • A día de hoy se siguen reeditando libros suyos, en tanto que teólogo, que contienen todo tipo de doctrinas heterodoxas sin rectificación ni nota alguna por su parte.
  • Al igual que Juan Pablo II, Benedicto XVI organizó Jornadas interreligiosas en Asís.
  • Summorum Pontificum, digamos la verdad, no ha sido más que una condición que impuso la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en el transcurso de sus negociaciones. Las negociaciones se rompieron al final y Roma se quedó con esta “patata caliente” de la que han ido picoteando multitud de grupos. El propio Benedicto no llegó a celebrar públicamente la Misa tradicional ni una sola vez. No olvidemos que en el propio Summorum Pontificum se establece que es incompatible con la crítica al novus ordo, es decir está destinado a sofocar críticas a cambio de unas Misas.
  • Bajo su pontificado se han seguido permitiendo movimientos heréticos y sectarios como neocatecumenales, carismáticos y todo tipo de disparates.
  • Las teorías de la conspiración, concediendo por un momento fueran ciertas, lo único que reflejarían es una enorme cobardía por su parte, pues como Sumo Pontífice habría estado obligado a dar su sangre y su vida por defender la verdad, al martirio si es preciso, y no ceder a chantajes o presiones, eso, sinceramente, diría muy poco de él de ser ciertas.

Y saben que es lo mejor de la carta sobre Francisco, que dice la pura verdad. Hay una continuidad entre Francisco, y no ya con Benedicto, sino con Juan Pablo II, Pablo VI y el Vaticano II, cada uno con su estilo y gradación por supuesto, pero Francisco y su obra de demolición avanzada no habría sido posible sin 50 años previos de destrucción de todos y cada uno de los cimientos eclesiales a mano de la jerarquía, imponiendo el catolicismo liberal como religión de estado. Muchos andan ensimismados en la teología de la liberación y similares, y no quieren ver que el enemigo que de verdad tenemos dentro, hasta arriba, es el liberalismo en todas sus dimensiones.

Francisco no es más que la guinda grosera del pastel, o como dijo alguien en España, el que ha venido a recoger las nueces que otros sembraron. La Benedictolatría es otra enfermedad más dentro de esta iglesia, destinada a lavar conciencias y alimentar esperanzas que sofocan y rehúyen las verdaderas soluciones.

Miguel Ángel Yáñez

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Miguel Ángel Yáñez
Miguel Ángel Yáñez
Empresario, casado y padre de familia católico.

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