El Espíritu Santo es Señor (Dios). El vivifica (da la vida) y santifica (da la gracia). El Credo nos enseña que Él infunde la vida divina en las almas a través de la Santa Iglesia y en los sacramentos. La misión de Jesucristo es dar a los hombres la vida de gracia en la tierra y hacer que lleguen a participar en una vida bienaventurada en el cielo. En su vida terrenal, Jesús no quiso completar esta misión, sino se la entregó al Espíritu Santo para que Él la completara y perfeccionará. Pues esta misión de salvar almas es la misma misión del Espíritu Santo y de la Santa Iglesia Católica. El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia. Él actúa en las muchas obras de la iglesia: las escrituras, la tradición, el magisterio, la liturgia sacramental, la oración, los carismas y ministerios, la vida apostólica y misionera, y el testimonio de los santos.