Octubre es el mes del Rosario por excelencia, y ello nos da la oportunidad de reflexionar sobre esta excelsa devoción mariana tan recomendada por los santos desde tiempos de Santo Domingo de Guzmán y tan promovida por los últimos Papas de la Iglesia sobre todo desde las apariciones de Nuestra Madre Santísima en Fátima cuyo centenario celebraremos el próximo año 2017.
¿Por qué hemos de rezar el Santo Rosario? ¿Con que frecuencia hemos de rezarlo?
Son dos preguntas que se invita a considerarlas en la oración delante del Santísimo, y que en este artículo se van a responder a modo de propuesta para la vida cristiana de todos los bautizados.
¿Por qué rezarlo?: el pasado más cercano nos lleva a Fátima, en 1917. La Virgen María nos lo pidió en las seis apariciones. Pensemos de corazón cual ha de ser la importancia de esta devoción que hasta la Madre de Dios la solicita con insistencia y reiteración. Y lo hace no solo para que nos unamos más, por la oración vocal, a los Sagrados Corazones de Cristo y María, sino porque el rosario bien rezado en un instrumento poderoso para la salvación de las almas. Si, no nos sorprendamos con esa afirmación. Nuestra Madre se lo repitió a los pastorcillos, Lucía, Jacinta y Francisco. “Rezad el Rosario para la conversión de los pecadores, pues son muchas las almas que se condenan porque nadie reza por ellas” (de los mensajes de la Virgen). Meditemos despacio esta exhortación maternal de quien se desvive por sus hijos en hijas. Recemos el rosario y, al hacerlo, encomendemos las almas de aquellas personas conocidas que Dios ha puesto en nuestro camino y que vemos van, objetivamente hablando (sin entrar en juicios personales) alejados de la Fe, de la Gracia, de la Iglesia…………de la Salvación en definitiva. Por ello el rezo del rosario se convierte así en un ejercicio de responsabilidad moral, de caridad fraterna, de apostolado en la oración……ayudemos así a otras almas del mismo modo que otras almas nos ayudan y ayudaron a nosotros en nuestro camino hacia la dicha eterna.
Con este acicate y estímulo, respondamos muy afirmativamente a la primera pregunta. Rezamos el rosario porque SI queremos la salvación de las almas, de todas las almas (empezando por la nuestra), pero de modo especial por aquellas más cercanas a nuestras vidas en la tierra. Es obvio que nadie se condena sin culpa propia, pero la oración por los demás es el arma principal de la misión, la fuerza sobrenatural que ataca los orgullos y los blindajes que el pecado mortal va tejiendo alrededor de los corazones imbuidos en la lejanía de la Gracia. Así que desde HOY, integremos en rosario en nuestra piedad personal.
¿Y con que frecuencia?: pues la misma Madre de Dios, y Madre nuestra, nos lo dijo. Ella misma fijó la pauta. Todos los días, si, que NINGÚN día llegue a su ocaso sin haber rezado el rosario. De San Juan Pablo II se sabía que rezaba cada día en rosario en todas sus partes, o sea misterios gozosos, dolorosos y gloriosos. Luego se añadieron los luminosos. Es como si rezara cuatro rosarios cada día, y también sabemos que la actividad diaria del Papa es muy dura, para aquellos que ponen la excusa de la “falta de tiempo”. Benedicto XVI y Francisco son igualmente Papas que rezan cada día el rosario. El Santo Pío de Pietrelcina, el querido Padre Pío, lo rezaba varias veces cada día, así como la ya Santa Madre Teresa de Calcuta, siempre con su rosario en mano o en el bolsillo de su hábito. Y muchos más ejemplo personales se podrían poner.
Por ello nuestra respuesta, en conciencia y corazón, ha de ser rezarlo todos los días. No es necesario acudir al Templo a rezarlo, si ello no es factible. Se puede rezar paseando, caminando de un lado a otro, en una espera, en la casa de cada uno……….recordemos que el peor rosario es aquel que no se reza. No obstante hay una sugerencia especial que enriquece mucho la vida cristiana en su conjunto: rezarlo en familia, en el hogar. Tomar algún momento del día en que toda la familia se reúna en presencia del Señor y todos juntos recen el rosario. Eso supone una hermosa escuela de piedad que irá forjando el carácter espiritual de los hijos y además mantendrá unida la familia bajo el precioso vínculo mariano.
Algunos objetan contra el rezo del rosario:
- Que es muy repetitivo, siempre la misma avemaría………lo cual se hace rutina. Objeción absurda para el que tiene amor a Dios. ¿Acaso los enamorados no se repiten una y otra vez que se quieren?………..¿y es eso rutina?………; si, bendita rutina de amor, detalle cariñoso que, por ser tal, merece ser reiterativo.
- Que no es litúrgico, y, por tanto, carece de “valor” religioso, o si acaso valor mínimo. Objeción típica de una mentalidad deista, racionalista o filioprotestante. Hemos de recordar, y recordarnos cada día, que Ella es la medianera de todas las Gracias, y que a Jesús se va y se vuelve por María Santísima. Que Ella es la Madre de Dios Hijo, y, por tanto, es de gran agrado de Jesucristo toda devoción hacia su Madre que además, en el caso del rosario, tiene la particularidad de ser pedida por Ella misma.
Recemos el Santo Rosario. SI ya lo hacemos, sigamos con ello y animemos a otros a rezarlo. Si lo hacemos con frecuencia, pues avancemos y recemos todos los días. Y si no lo hacemos, empecemos ahora en octubre, mes del rosario, y creemos la costumbre en este mes para seguirla cada día tras este mes y para siempre. Y recemos en familia. ¡Cuantas almas se verán beneficiadas de nuestra oración mariana y cuanto gozo procuraremos en el Sagrado Corazón de Jesús y en el Inmaculado Corazón de María!
Boletín de la diócesis de Oruro, Bolivia