La Santa Misa comienza con una ferverosa petición por el Salvador: cielos enviad rocío de lo alto. La oración de la Iglesia nos enseña claramente y repetidamente que el Niño Dios que nace, para salvarnos del pecado, es Rey. Él es rey sobre toda la creación. Él nace para establecer su reino y su reino no tendrá fin. La Navidad no se trata de andar ahogándonos en el materialismo. La Navidad nos trae una gracia especial para que verdaderamente aceptemos el reinado de Cristo. Hay muchos frutos para la Iglesia, sociedad y cada feligrés cuando Cristo es aceptado como Rey. Pero nuestra sociedad es muy anti-Cristo y quiere hacer de cada individuo un rey, en vez de aceptar el reinado de Jesús.