Respecto al rumor de un nuevo documento sobre la Misa en latín, rumor que se extendió la semana pasada, nuestras fuentes en Roma han desmentido su existencia, o al menos que esté planificado.
***
Una advertencia importante, sin embargo, y esta es de cosecha propia, no de nuestras fuentes: este Pontificado ha visto salir una plétora de nuevas legislaciones cada mes. Y, a diferencia de lo que solía suceder en el pasado, la legislación promulgada por Francisco no se deriva de un procedimiento meditado, en el que se pide a cada Congregación interesada su opinión y consideraciones.
En la Ley de Francisco, no hay procedimiento.
La camarilla que rodea al Papa selecciona proyectos prefabricados de cualquier lobby eclesiástico ruidoso que encuentre una audiencia favorable en el círculo jesuita: y, si es favorecido por aquellos que a su vez son favorecidos por Francisco, tiene grandes posibilidades de convertirse en ley. Esto es lo que ocurrió con Traditionis custodes: es una mala ley, mal redactada y llena de lenguaje grotesco, porque fue escrita en su mayor parte por un diletante litúrgico, Andrea Grillo, cuya única cualificación personal es su odio por la Misa Tradicional. Fue presentado a Francisco por su entorno, lo aceptó y lo decretó.
Todo es muy extraño: en un sistema, como el papado, en el que el soberano es ejecutivo, legislador y juez, los límites a su poder son las directrices de procedimiento desarrolladas a lo largo de los siglos. Cuando se ignoran, todo está perdido. Y la legitimidad misma de la institución se viene abajo. Cada nuevo mes del pontificado de Francisco es un mes de creciente ilegitimidad debido al colapso de los baluartes institucionales que protegen los derechos, deberes y prerrogativas de todos, desde los obispos y cardenales hasta los laicos.
Todo esto viene a decir que el rumor puede no ser del todo cierto, pero no que algo así sea imposible. Sencillamente, nunca se sabe lo que está pasando ni a quién favorece actualmente la camarilla.