Afán por lo extraordinario: cáncer de la Tradición

En esta época que vivimos de tan elevada confusión, ignorancia doctrinal, herejía modernista generalizada y anestesia general de las conciencias, es obligado advertir la tentación que se da, cada vez más extendida, entre el sector fiel a la tradición católica, de un cáncer con ramificaciones todas ellas disfrazadas de supuesto fervor, devoción y lealtad a la doctrina recta. Ese cáncer me atrevo a definirlo como “afán por lo extraordinario”: un afán que nuble el corazón y eclipsa todo crecimiento interior hacia la santidad personal que es la vocación recibida por cada alma en su bautizo. Intento concretar el cáncer en sus diversas acepciones:

Esa moda actual de los llamados retiros de “sanación”. Se trata de buscar sacerdotes que supuestamente han recibido unos carismas extraordinarios por medio de los cuales se obran milagros de curación de enfermedades físicas o incluso morales. Se pierde totalmente el sentido sobrenatural de la aceptación de la Divina Providencia en cuanto a la cruz que cada cristiano está llamado a llevar. Algunos de estos retiros sirven también para que algunos sacerdotes se encaramen en una fama (nacional o internacional) con el evidente peligro de vanagloria para ellos.

Otro tipo de “retiros” que consisten en una proliferación de cursos, conferencias, debates…etc (nada que ver con la espiritualidad de san Ignacio) donde se ofrecen temas de carácter apocalíptico por parte de personas completamente desautorizadas para hacer esas “profecías” desde supuestas revelaciones. En esos eventos se nos “descubre” cuando llega el fin de los tiempos, las olas oceánicas que invadirán los continentes, las alianzas de potencias militares que implantarán el reino de satán en el mundo…con aportaciones de fechas que, en futuros retiros, serán obviamente cambiadas…

Convocatorias en torno a “apariciones” marianas donde, una y otra vez (año tras año y década tras década) la Madre de Dios repite siempre el mismo mensaje. En alguna de estas apariciones cuando llegó la pandemia la Virgen María se tomó “vacaciones” de mensajes y es que el límite del ridículo llega a veces a extremos de risa. Aunque no debamos reirmos de lo que no es más que una burla hacia lo sagrado.

Encuentros dentro de templos donde de repente el “espíritu” se suelta y lo que parece empezar como una oración acaba siendo un extraño espectáculo de “mística eurovisión” con mensajes “divinos” en distintas lenguas…

Mimetismos de laicos con el clero y la vida religiosa. Esta tendencia a “consagrarse” como si se olvidara que SOLO los religiosos se consagran por los votos de pobreza, castidad y obediencia.

El problema, y grave, de todo esto, es que desde fuera el gran público lo vincula a la tradición católica, y es porque no pocos católicos que se sienten tradicionales sienten una especial afición por todo aquello que sea extraordinario o lleva a lo llamativo o emotivo. La espiritualidad católica que vive en la tradición se identifica por los siguientes signos:

1: Basada en el crecimiento interior, en la respuesta a la llamada de Dios a la santidad. No se basa en luchar contra los males externos a uno mismo (de la sociedad o de la Iglesia) sino que empieza en la vida en Gracia de Dios y en la virtud de la caridad. Solo desde ese inicio se podrá luchar contra los males de fuera.

2: Es discreta y sencilla. No busca lucirse, llamar la atención, asumir posturas que deslumbren a otros. Busca contentar a Dios, dar Gloria a Dios con el apostolado. No busca la gloria propia.

3: Busca la unidad y no la mezcla. Ni el sacerdote se mimetiza con el laicado ni el laico se mimetiza con la vida religiosa consagrada.

4: Ni quiere ni pide ni finge ni desea los dones extraordinarios.

5: Vive una devoción normal a su estado, perseverante y sin cambiar constantemente. Sabe decir que NO precisamente para poder vivir en al SI a Dios.

6: Rechaza todo aquello que no pertenezca al depósito de la fe y/o a la parte de revelaciones privadas aprobadas oficialmente por la Iglesia.

7: Tiene clara que BASTA para vivir cristianamente el tesoro infinito que Dios nos da, o sea, sus sacramentos, su palabra, su doctrina. No necesita añadidos ni los busca.

Aprendamos a amar de verdad la espiritualidad católica desde la devoción tradicional, pero no perdamos el tiempo en una “devoción” aparente y emotiva, supuestamente tradicional y a la larga ridícula y ñoña.

Padre Ildefonso de Asís
Padre Ildefonso de Asís
Sacerdote tradicional sin complejos y con olor a pastor

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