Conducta de Jesús con los niños

Composición de lugar. Contempla a Jesús rodeado de pequeñuelos, abrazándolos, acariciándolos, regalándolos y bendiciéndolos.

Petición. Oh Jesús mío, haz que te imite en tu amor de predilección por la niñez.

Punto primero. El amor del corazón de Jesús se manifestó de un modo portentoso con dos clases de personas: con los pecadores arrepentidos y con las almas puras, inocentes. Testigos de esta verdad la Magdalena, la mujer adúltera, Pedro, Mateo, Zaqueo, el hijo pródigo y tantos otros de que nos habla el Santo Evangelio… Mas el amor de Jesús a las almas puras vióse principalmente en la predilección que mostró a los niños…a los niños abrazaba, bendecía, acariciaba… A los niños defendía contra los escandalizadores, amenazándoles con muerte eterna… A los niños ponía por modelo y ejemplar a los que querían entrar en el reino de los cielos… A los niños resucitaba, tomaba en sus brazos y les besaba en señal de amor, de preferencia, porque veía en ellos los representantes de las generaciones venidera… almas hechas a imagen y semejanza de Dios… no inficionadas por el pecado… templos vivos del Espíritu Santo… paraísos de delicias, de todo un Dios, por su pureza e inocencia… He ahí los motivos de su predilección por la niñez… ¿La amas tú, hija mía, como Jesús?… Es señal de predestinación este amor santo y puro a los párvulos a semejanza de Jesucristo. Cultivas, pues, en tu alma tan nobilísimo amor.

Punto segundo. Lo que hiciereis, dice Jesucristo, con uno de estos pequeñuelos, a Mí lo habéis hecho… ¿Quién no se animará con esta promesa a trabajar para que los párvulos vayan a Jesucristo?… Las palabras, el ejemplo, las promesas, las amenazas de Cristo Jesús, todo nos convida o nos mueve a amar la niñez, a mirar por su porvenir, a vigilar por su inocencia, a cuidar de su educación cristiana. ¡Oh hija mía! Piensa qué sería de ti si no hubieses tenido buenos padres, buenos maestros, buenos ejemplos… quizás serías hoy piedra de escándalo… estarías perdida para siempre…

Punto tercero. Además, hija mía, es la única gente de bien que queda en el mundo, entre la poca que hay en él… En todos, si los tratares, hallarás más o menos dolo, falsedad, traición, ingratitud, desvío, perfidia… sólo en la niñez hallarás verdad, sencillez, candor, amor desinteresado… Feliz mil veces, hija mía, si el Señor te llama a cultivar esta parte la más hermosa y preciosa del jardín de la Iglesia por el apostolado de la enseñanza: hallarás gran consuelo, harás bien inmenso, y contentarás al Corazón de Jesús, y asegurarás tu salvación eterna. Trabaja, pues, con todo ahínco por amor de la niñez, y Jesús premiará este amor.

Padre nuestro y la Oración final

Fruto. Trabajaré con mis palabras y obras y buen ejemplo y buenos libros, para que la niñez y la infancia vayan a Jesús su Salvador.

San Enrique de Ossó

Meditación
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Meditaciones diarias de los misterios de nuestra Santa Fe y de la vida de Cristo Nuestro Señor y de los Santos.

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