“Y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón” Lucas 2,7.
El varón peregrino lleva el puño al cayado, la arena de diciembre le parte las sandalias, su mirada vigila los pasos de la esposa grávida como un campo florecido de dalias. |
Ya son nueve las lunas y hay presagios de estrella,
aletea un arcángel ,es inminente el parto, Dios ha dispuesto el cielo cantando de rodillas, pero en la tierra nadie sabe ofrecerle un cuarto. |
La posada ha cerrado llena de hombres y frío ¡si supieras ventero Quién llamaba a tu puerta! Si te hubiera dictado tu corazón de fonda que eran clausos los muros, mas el alma era abierta. |
¿Qué ha de pasar ahora, Señor, en este adviento,
cuando es mesón tu iglesia, figón de desertores, cuando son mesoneros los que nombraste reyes y la Verdad padece crujiendo de estertores? |
¿Qué ha de pasar ahora, Señor, en esta patria, que te cierra cancelas, que sella los postigos, que es una tasca llena de huéspedes oscuros sin un pan para aquellos que fueron tus testigos? |
No importa que se vallen las cancelas romanas ni que tapien los arcos o que el mundo se quiebre, Ven Señor con María, con José y los pastores, aquí –te lo juramos- no faltará un pesebre. |
Traeremos el heno, los forrajes, la brizna, los viñedos recientes en los odres de antaño, cantaremos los himnos de gloria y alabanza, nosotros, los hermanos del pequeño rebaño. |
Antonio Caponnetto