Informe de situación de la FI Una Voce: La costumbre de usar velo en la iglesia

Front coverPublico hoy el número 22 de la serie de informes de situación de la Federación Internacional Una Voce, sobre el tema de cubrirse las mujeres en la iglesia. Como se explicó en este blog (Rorate Caeli), lo escribo mientras se acerca el «Día del Velo» (8 de diciembre), promovido por la Sociedad para la difusión de la Misa en Latín en EE.UU. y Canadá. Ofrezco este como modesta contribución a un debate que se hace muy necesario.

Las principales contribuciones son dos:

En primer lugar, centrar la atención en el contraste entre la costumbre entre el hombre y la mujer: los varones deben llevar la cabeza descubierta, mientras que la mujer debe tenerla cubierta. No es algo que la Iglesia haga sólo a las mujeres. Tiene que ver con la teología de la complementariedad de los sexos, que tiene consecuencias tanto en el sacerdocio como en el matrimonio.

En segundo lugar, demostrar la insostenibilidad del frecuente argumento de que esta costumbre tradicional era la norma cultural cuando San Pablo escribió su primera epístola a los Corintios. La tradición no se puede desechar tan a la ligera.

En mi blog personal he puesto más comentarios.

Introducción

La costumbre de que la mujer se cubra la cabeza y el hombre la tenga descubierta, según se indica en el Código de Derecho Canónico de 1917 (Canon 1262 §2),[1] es una tradición de origen apostólico recalcada por San Pablo.[2] Esta tradición se conserva en las iglesias orientales, y es observada por muchos en el Rito Romano Extraordinario; en el contexto cultural occidental, la mujer puede cubrirse con sombrero, gorro, bufanda, capucha o mantilla.[3] Aunque el Código de 1983 no alude al tema,[4] el cardenal Raymond Burke, a la sazón prefecto del Tribunal de la Signatura Apostólica, describió la mencionada tradición como algo que se esperaba en la celebración del Rito Extraordinario.[5] En el motu proprio Summorum Pontificum S. S. Benedicto XVI cita la Instrucción general sobre el Misal Romano:

Desde tiempo inmemorial, y también para el futuro, es necesario mantener el principio según el cual «cada iglesia particular debe concordar con la Iglesia Universal, no sólo en cuanto a la doctrina de la fe y los signos sacramentales, sino también en cuanto a los usos universales aceptados por la tradición apostólica y continua. Éstos han de observarse no sólo para evitar errores, sino también para transmitir la integridad de la fe y para que la ley de la oración de la Iglesia se corresponda a la ley de su fe.»[6]

En vista de ello, se podría decir que mantener la tradición es en gran medida congruente con la antigua liturgia, y a la vez una loable expresión de fidelidad a la tradición apostólica. El presente informe tiene por finalidad proporcionar argumentos en favor de dicha costumbre, que es prácticamente desconocida en el Rito Ordinario.

Lo que dice San Pablo sobre la complementariedad de los sexos

La explicación paulina de la costumbre en cuestión gira en torno a la complementariedad de los sexos.[7]

Pues bien: quiero que sepáis que la cabeza de todo varón es Cristo, y la cabeza de la mujer, el varón, y la cabeza de Cristo, Dios. Todo varón que ora o profetiza velada la cabeza, deshonra su cabeza. (…) El varón no debe cubrir la cabeza, porque es imagen y gloria de Dios; mas la mujer es gloria del varón. [8] v.7

Este pasaje se debe leer teniendo en cuenta la manera en que describe el Apóstol de las gentes la relación conyugal en su carta a los efesios:

Las casadas estén sujetas a sus maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la Iglesia y salvador de su cuerpo. Y como la Iglesia esta sujeta a Cristo, así las mujeres a sus maridos en todo.[9].

La autoridad de Cristo sobre la Iglesia, con la que guarda analogía la del marido sobre la esposa, da a entender a su vez una analogía de la relación de la cabeza con el cuerpo. Que la mujer sea el «cuerpo» de la familia, y analógicamente el cuerpo de la Iglesia, tiene que ver con la idea de Nuestra Señora como imagen o tipo de la Iglesia, en frase de San Ambrosio[10] citada en Lumen Gentium[11] y reiterada por S. Juan Pablo II en Mulieris Dignitatem.[12] Una vez más, siendo la mujer esposa del marido, es símbolo también de la Iglesia en cuanto esposa. S. Juan Pablo II enseñó:

En esta dimensión esponsal, propia de toda la vida consagrada, es sobre todo la mujer la que se ve singularmente reflejada, como descubriendo la índole especial de su relación con el Señor.[13]

Compendiando esta larga tradición, Manfred Hauke señala lo siguiente después de referirse a la bienaventurada Virgen María como arquetipo de la Madre Iglesia:[14]

En un sentido analógico, la mujer también es representiva de la Iglesia y además personificación de ella. Al contrario del hombre y el sacerdocio masculino, simboliza una realidad a la que ella misma es idéntica.[15]

En resumidas cuentas, la costumbre de que la mujer se cubra en la iglesia es una afirmación simbólica de la complementariedad de los sexos en el matrimonio y de la subordinación de la Iglesia a Cristo. La Iglesia, representada por las mujeres de la congregación, oculta su propia gloria –la belleza natural de la cabeza– a fin de glorificar a Dios. Las cabezas descubiertas de los varones manifiestan la autoridad de Cristo, a la que, como miembros de la Iglesia, ellos mismos están sujetos.

El velo como representación de lo sagrado

San Pablo da a entender su concepto del sentido que tiene cubrirse en un pasaje posterior de la 1ª Espístola a los Corintios donde presenta una vez más analogía de la Iglesia como cuerpo.

Y a los [miembros] más viles los rodeamos de mayor honor, y a los que tenemos por indecentes los tratamos con mayor decencia. [16]

Aunque cubrirse la cabeza es símbolo de estar sujeto a una autoridad –San Pablo escribe que la mujer «debe llevar sobre la cabeza una señal de sujeción» (I Cor 11,10)[17]–, cubrirse es no obstante una forma de honrar aquello que se cubre. La Iglesia, representada por la mujer, se cubre en señal de sujeción y de santidad: como esposa sin mancha de Cristo.[18]

El velo de santidad es muy familiar para los que tienen apego a la liturgia latina tradicional. Al mismo tiempo que oculta, el velo también atrae en cierto modo la atención hacia aquello que oculta, poniendo de relieve su importancia. Así, de un modo obvio en extremo, el Santísimo Sacramento está oculto en el copón dentro del Tabernáculo; otro ejemplo sería la palia que cubre el Cáliz.[19] Como Esposa, la Iglesia se cubre para recalcar, además de su sujeción a Cristo, su pureza y santidad.

En la cultura occidental moderna, así como en otras, este simbolismo sigue vigente, destacando en particular en la ceremonia nupcial. El velo de la novia es señal de recato, y a la vez de pureza y belleza. Alice von Hildebrand subraya la importancia del velo como símbolo de lo sagrado[20],concepto que existe también en el mundo islámico.[21] En contraste con ello, la vergüenza y la humillación se simbolizan descubriendo o desnudando: exponer a la vista es afrenta y deshonor.[22]

¿Deben cubrirse los hombres?

Desde un punto de vista intercultural, es mucho más sorprendente que los hombres se cubran la cabeza en la iglesia en vez de las mujeres. Como en Occidente ya no es tan frecuente que hombres y mujeres lleven sombrero u otros cubrecabezas, no es tan evidente como antes que quienes tenían que descubrirse al entrar en un templo eran los hombres, y eso a lo largo de casi toda la historia de la Iglesia, mientras que las mujeres no tenían que cubrirse porque ya llevaban la cabeza cubierta.

Con relación a esto, vale la pena mencionar que mientras que todavía en el siglo XX los protestantes cumplían en general las instrucciones de San Pablo en este sentido[23] (y hay una minoría que todavía lo hace), se observaba un notable contraste en la práctica: dado que los protestantes no aceptaban que un edificio pudiera estar consagrado, los hombres sólo se descubrían la cabeza para orar.[24]

Importancia moderna del velo

Mantener esta tradición apostólica en Occidente, aunque sólo sea en el contexto del Rito Extraordinario, establece un valioso vínculo con la Iglesia primitiva y es señal de solidaridad con las iglesias orientales.[25] La Instruction Il Padre lo expresa con estas palabras:

Por motivos históricos y culturales, han mantenido una continuidad más directa con el ambiente espiritual de los orígenes, prerrogativa que incluso en Occidente se considera con cada vez más frecuencia, no una señal de estancamiento y atraso, sino una preciosa fidelidad a las fuentes de la salvación.[26]

La fidelidad de las iglesias orientales y de las adeptas al Rito Extraordinario en la Latina puede ser un signo y una motivación para toda la Iglesia, del mismo modo que la fidelidad de los recabitas a su tradicción constituyó un signo para Israel en tiempos de Jeremías.[27]

En Occidente, la naturaleza contracultural de la tradición aumenta su eficacia como testimonio de la tradición y de la sacralidad del contexto en que se practica.[28]

Con relación a las sociedades no cristianas que han mantenido o redescubierto la utilidad de cubrirse, la costumbre tradicional católica supone una apertura al verdadero diálogo. Precisamente en el contexto de una campaña en pro de la modestia y respeto en los templos de todas las religiones realizada en 2011, se volvieron a exigir una vez más que la mujer se cubriera la cabeza en la catedral de Santa Lucía de Colombo, la capital de Sri Lanka.[29]

A lo largo y ancho de Europa, así como en los países de tradición islámica, se ha vuelto habitual ver a mujeres musulmanas con la cabeza cubierta en público[30], y las críticas de islamistas en el sentido de que la mujer occidental carece de recato, y por tanto de dignidad, han llegado a ser moneda corriente. Que las católicas se cubran con un velo en la iglesia no deja de ser indicación –por pequeña que sea– de que las muestras de preocupación por parte de las críticas islámicas hacia Occidente no son del todo incomprensibles para los católicos, así como de que no aprobamos la pérdida de la dignidad femenina, que es ciertamente la pérdida del sentido de la sacralidad femenina surgido a raíz de la revolución sexual.

Apéndice A: El velo en el contexto cultural de San Pablo

Se suele afirmar que la costumbre de cubrirse la cabeza en la Iglesia primitiva es reflejo de un contexto cultural más amplio, y en general se considera que socava la autoridad del mandato paulino: por ejemplo, se la desestima en la instrucción Inter insigniores de la Congregación para la Doctrina de la Fe fechada en 1976, calificándola de «mero dato cultural».[31] La dificultad de dicho enfoque estriba, no obstante, en que se puede identificar con cualquier cultura con la que los primeros cristianos estuviera en contacto con la costumbre descrita en 1ª a los Corintios 11.

Representaciones gráficas de los sacrificios paganos y referencias literarias dejan claro que la costumbre romana era que una persona, indiferentemente de su sexo, se cubriera la cabeza con una parte de la toga o con otra prenda al realizar sacrificios. No parece que los espectadores de las procesiones sacrificiales hicieran lo mismo, aunque se los representa con guirnaldas alrededor del cuello. Es preciso recordar que los sacrificios (libaciones incluidas) no sólo eran realizados por los sacerdotes en los templos, sino que también eran cosa de todos los días en el ambiente doméstico.

Si tenemos en cuenta las no menos numerosas representaciones de los sacrificios paganos que se observan en vasijas griegas, es evidente que no se cubrían la cabeza, aunque con frecuencia se observa que ambos sexos lucían también guirnaldas.

En ningún caso se encuentran precedentes de la insistencia en que la mujer se cubra la cabeza durante las funciones de culto y los hombres la mantengan descubierta.

Si nos fijamos en los judíos, la costumbre practicada por los ortodoxos hebreos, universal hasta el siglo XX, es que el hombre se cubra la cabeza, incluso doblemente.[32] La kipá es un solideo que hombres y muchachos llevan puesto a lo largo del día [33], y durante las oraciones su cubren además con un mantón llamado taled, sobre todo al rezar la shemá.[34]

Las mujeres no están obligadas a usar dichos tocados [35], y por esa razón se considera inadecuado por tradición que lo hagan. Las casadas están obligadas a cubrirse la cabeza por decencia [36], pero ello no tiene nada que ver con las oraciones ni con el culto. [37]

Es imposible saber con plena seguridad cuál era la costumbre en el siglo I, pero parece claro que entonces, lo mismo que entre los judíos de siglos posteriores, tener la cabeza cubierta al rezar estaba más estrechamente relacionado con los hombres que con las mujeres, así como que tenía más importancia con relación al culto.

Los sacerdotes que oficiaban en el Templo tenían prescrito llevar una mitra o turbante de lino, que en el caso del Sumo Sacerdote tenía además ornamentos de oro.[38] Moisés[39] y Elías[40] se cubrían con velo en presencia de Dios. Cuando en las Escrituras se habla de mujeres cubiertas con velo, como Rebeca cuando vio por primera vez a su prometido [41] y ante el Amado en el Cantar de los Cantares [42], nunca es en un contexto concretamente religioso.

Las referencias midrásicas al velo durante la oración son exclusivamente a los hombres: Mordecai,[43] Nakdimon ben Gurion[44] y en general los rabinos y los sabios.[45] El último punto queda reflejado en la alusión a las filacterias y las borlas de los fariseos en Mateo 23,5 y la descripción de Moisés envuelto en un taled que se ve en los muros de la sinagoga de Dura Europos, que es del siglo III.

Para concluir, diremos que lo que llama la atención de la costumbre paleocristiana es el contraste entre la indumentaria del hombre y la de la mujer. Contraste que no se encuentra en la costumbre pagana actual dentro del mismo contexto. Y además la costumbre judía siguió una dirección totalmente contraria a la cristiana. En vista de ello, no hay que obstinarse en decir que la costumbre cristiana refleja simplemente una norma cultural, de la que la explicación teológica paulina fue una simple racionalización. Por el contrario, todo indica que la costumbre cristiana se distinguía de las culturas de su entorno, y que era una deliberada novedad.

De ser necesarias más explicaciones de las que da San Pablo en su exposición teológica, lo natural sería relacionar la costumbre con una diferenciación consciente de otras costumbres características del judaísmo, en el principio de no «irse con ellos». [46] Otros ejemplos de diferenciación entre costumbres cristianas y judaicas sería la dirección en que se ora [47], los días semanales de ayuno [48] y la supresión de las fiestas judías.[49] Esta diferenciación tiene importantes razones teológicas perdurables; no obedecen a motivos culturales pasajeros, y de ahí procede la mezcla de continuidad y discontinuidad que distingue la relación entre judaísmo y cristianismo.

Apéndice B: Testimonio de las jóvenes actuales

El uso del velo en la iglesia, sobre todo en la Forma Extraordinaria del Rito Romano, ha suscitado abundante debate. Se pueden encontrar en Internet numerosas explicaciones y defensas de dicho uso en blogs y en videos.[50] Tienden a centrarse en la experiencia de jóvenes que han adoptado dicha costumbre. Generalmente se cubren con una mantilla de encaje. La vinculación simbólica con la naturaleza esponsalicia de la mujer es frecuente en dichas explicaciones, que se hace patente en la asociación entre la mantilla y el tradicional (y todavía muy popular) velo nupcial. Tratan también algunos puntos no mencionados en el presente informe de situación y que vale la pena señalar, concretamente en el contexto cultural en que se encuentran dichas jóvenes.

Cubrirse es un distintivo marcadamente contracultural para la mujer occidental de hoy, y más cuando lo hace con mantilla, prenda que actuamente tiene connotaciones religiosas. La presencia de mantillas en misa es por tanto un eficaz testimonio de la sacralidad del Santo Sacrificio y de la Presencia Real de Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento. Testimonio que se vuelve más contundente que en una situación cultural en que la mujer lo mismo está cubierta en la iglesia que en cualquier otro sitio.

Constituye además un testimonio eficaz de fidelidad a la tradición. Significa dejar de lado las preferencias personales y la presión de las modas contemporáneas en favor de la sabiduría inmemorial de la Iglesia.

Desde el punto de vista de la moda, la preferencia de la mujer actual por el pelo suelto y su relación con conceptos actuales de belleza y sexualidad, pone de relieve la importancia de cubrirse. Esto guarda relación con la idea a veces expresada de que las jóvenes que tienen la cabeza cubierta en la iglesia distraen menos a los hombres.

Muchas jóvenes dan fe de que la mantilla o el velo la liberan de distracciones durante la Misa y realzan la sensación de intimidad. Cubrirse al entrar en el templo, al igual que santiguarse con agua bendita, puede ayudar una vez más a concentrarse en la sacralidad del edificio, en la presencia del Santísimo Sacramento y en la liturgia.

Por estar razones, al recuperar las jóvenes la tradición de cubrirse, responden a las palabras de Benedicto XVI:

La palabra griega que se traduce por conversión significa repensar, replantearse la propia y común manera de vivir. Dar cabida a Dios en los criterios de la propia vida. No juzgar por las meras opiniones en boga. Por consiguiente, convertirse significa no vivir como los demás, no hacer lo que hacen todos, no sentirse justificados en realizar acciones dudosas, ambiguas, malas, solo por lo que los demás hacen lo mismo. Empezar a ver la propia vida desde la perspectiva de Dios, y por lo tanto aspirar al bien, por incómodo que resulte. No aspirar al criterio de la mayoría, de los hombres, sino a la justicia de Dios. Dicho de otro modo: buscar una nueva forma de vida, una vida nueva.[51]


[Traducido por J.E.F. Artículo original]

[1] Canon 1262 §2: ‘Los hombres en la iglesia o fuera de ella, cuando asisten a las funciones sagradas, estarán con la cabeza descubierta, a no ser que las costumbres legítimas de los pueblos aconsejen otra cosa; las mujeres han de tener la cabeza cubierta y vestir con modestia, sobre todo cuando se acercan a comulgar.‘ (‘Viri in ecclesia vel extra ecclesiam, dum sacris ritibus assistunt, nudo capite sint, nisi aliud ferant probati populorum mores aut peculiaria rerum adiuncta; mulieres autem, capite cooperto et modeste vestitae, maxime cum ad mensam Dominicam accedunt.’)

[2] 1ª Corintios 11,1-16

[3] En el Rito Extraordinario, la costumbre varía de un país a otro e incluso dentro de un mismo país. En aquellos lugares donde ya estaba arraigado el uso de mantilla o velo en los años sesenta, ha resultado más fácil restablecer la costumbre de cubrirse con sombreros o gorros, que han pasado de moda en casi todas partes.

[4] El vigor de la obligación ya está desestimado por la Congregación para la Doctrina de la Fe en la instrucción Inter insiogniores de 1976: ‘Otra objeción viene del carácter caduco que se cree descubrir hoy en algunas de las prescripciones de San Pablo referentes a las mujeres, y de las dificultades que suscitan a este respecto ciertos aspectos de su doctrina. Pero hay que notar que esas prescripciones, probablemente inspiradas en las costumbres del tiempo, no se refieren sino a prácticas de orden disciplinar de poca importancia, como por ejemplo a la obligación por parte de la mujer de llevar un velo en la cabeza (cfr. 1 Cor. 11, 2-16); tales exigencias ya no tienen valor normativo. No obstante, la prohibición impuesta por el Apóstol a las mujeres de «hablar en la asamblea» (cfr. 1 Cor. 14, 34-35; 1 Tim. 2, 12) es de otro tipo. Los exegetas, sin embargo, precisan así el sentido de la prohibición: Pablo no se opone absolutamente al derecho, que reconoce por lo demás a las mujeres, de profetizar en la asamblea (cfr. 1 Cor. 11, 5); la prohibición se refiere únicamente a la función oficial de enseñar en la asamblea. Para San Pablo esta prohibición está ligada al plan divino de la creación (cfr. 1 Cor. 11, 17;Gen. 2, 18-24): difícilmente podría verse ahí la expresión de un dato cultural.‘ Más abajo se habla del tema de que mujer rece con velo como algo «inspirado en las costumbres del tiempo».

[5] En una carta privada fechada el 4 de abril de 2011, disponible (en inglès) en

https://www.ewtn.com/expert/answers/head_coverings_in_church.htm (vista el 15 de octubre de 2014).

[6] Motu propio Summorum Pontificum del papa Benedicto XVI (2007): ‘Ab immemorabili tempore sicut etiam in futurum, principium servandum est «iuxta quod unaquaeque Ecclesia particularis concordare debet cum universali Ecclesia non solum quoad fidei doctrinam et signa sacramentalia, sed etiam quoad usus universaliter acceptos ab apostolica et continua traditione, qui servandi sunt non solum ut errores vitentur, verum etiam ad fidei integritatem tradendam, quia Ecclesiae lex orandi eius legi credendi respondet»’ La cita interna es de la Instrucción General sobre el Misal Romano (2002) 397. Cf. la Instrucción Universae Ecclesiae de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei de 2011: ’27. Con respecto a las normas disciplinarias relativas a la celebración, se aplica la disciplina eclesiástica en el Código de Derecho Canónico de 1983. 28.Además, en virtud de su carácter de ley especial, dentro de su ámbito propio, el motu proprio Summorum Pontificum deroga aquellas medidas legislativas inherentes a los ritos sagrados, promulgadas a partir de 1962, que sean incompatibles con las rúbricas de los libros litúrgicos vigentes en 1962.’ (’27. Quoad regulas disciplinares ad celebrationem formae extraordinariae pertinentes, applicetur disciplina ecclesiastica Codicis Iuris Canonici anno. 1983 promulgati. 28. Praeterea, cum sane de lege speciali agitur, quoad materiam propriam, Litterae Apostolicae Summorum Pontificum derogant omnibus legibus liturgicis, sacrorum rituum propriis, exinde ab anno 1962 promulgatis, et cum rubricis librorum liturgicorum anni 1962 non congruentibus.’)

[7] V. Positio 1: The Service of the Altar by Men and Boys

[8] 1ª Cor. 11,3-4, 6: ‘Volo autem vos scire quod omnis viri caput Christus est caput autem mulieris vir caput vero Christi Deus. Omnis vir orans aut prophetans velato capite deturpat caput suum. … Vir quidem non debet velare caput quoniam imago et gloria est Dei mulier autem gloria viri est.’

[9] Efesios 5,22-24: ‘Mulieres viris suis subditae sint sicut Domino, quoniam vir caput est mulieris sicut Christus caput est ecclesiae; ipse salvator corporis sed ut ecclesia subiecta est Christo. Ita et mulieres viris suis in omnibus.’ La palabra griega «kefale» empleada en estos pasajes significaba a la vez «cabeza» y «amo» en el uso de los Padres.

[10] S. Ambrosius, Expos. Lc. II, 7: PL 15, 1555

[11] Lumen Gentium 63

[12] MD 27 ‘Mariam Nazarethanam Ecclesiae esse «figuram»‘ Cf. S. Juan Pablo II
Encylcical
Redemptoris Mater (1987) 44: María es ‘modelo y figura de la Iglesia’ (‘exemplar ac typus Ecclesiae’)

[13] Vita consecrata 34: ‘Hac in sponsali ratione quae praecipua est omnis consecratae vitae, mulier, propriam quasi indolem detegens suae cum Domino coniunctionis, se reperit ipsa.’ Se podría traducir de forma más literal: ‘En esta mentalidad esponsal, que es la consideración principal de toda vida consagrada, la mujer, al descubrir el carácter particular por así decirlo de su unión con el Señor, se encuentra a sí misma’.

[14] Manfred Hauke Women in the Priesthood?A systematic analysis in the light of the Order of Creation and Redemption (San Francisco CA: Ignatius Press, 1986) p322

[15] Hauke ibid. p324; destacado en el original.

[16] 1ª Cor 12:23: ‘Et quae putamus ignobiliora membra esse corporis his honorem abundantiorem circumdamus et quae inhonesta sunt nostra abundantiorem honestatem habent.’

[17] ‘debet mulier potestatem habere supra caput’.

[18] Efesios 5, 23: ‘Porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia y salvador de su cuerpo.‘ (‘Quoniam vir caput est mulieris sicut Christus caput est ecclesiae ipse salvator corporis.) Cf. 2 Cor 11:2: ‘Pues os he desposado a un solo marido para presentaros a Cristo como casta virgen.’ (‘Despondi enim vos uni viro virginem castam exhibere Christo.’); y Rom 7,3-4.

[19] Otro ejemplo bíblico fue cuando Moisés se cubrió el rostro con un velo para ocultar su resplandor al pueblo tras habar hablado con el Señor: Éxodo 34,33 ss.

[20] Alice von Hildebrand Man and Woman: a Divine invention (Ave Maria FL: Sapientia Press, 2010) p41 y passim.

[21] La etnógrafa Fadwa El Guindi comenta que, aunque la palabra ‘modestia’ la han tomado las mujeres musulmanas para expresar el objeto de cubrirse el rostro, sería más precisa la fórmula: «santidad, recato, respeto». Fadwa El Guindi Veilp82. Señala asimismo que la Kaaba, lugar más santo del mundo islámico y centro de la peregrinación a La Meca, está cubierta con una tela (p95).

[22] En la tradición bíblica, esto se observa con más claridad en Númberos 5,18, cuando el sacerdote le retira el velo a la mujer sospechosa de adulterio; cf Cantar de los Cantares 5,7. En el islam, como parte de la indumentaria de la mujer respetable, los velos son en muchos casos más trabajados entre las mujeres de mejor posición social, y más sencillos e incluso inexistentes entre las de más humilde condición; en algunos casos, éstas hasta los tienen prohibidos: V. Guindi p104.

[23] En 1942, la Iglesia Anglicana abolió formalmente el requisito de que las mujeres comulgaran con la cabeza cubierta (Canon 18 del Código de la Iglesia Anglicana inglesa).

[24] Se cubrían, por ejemplo, para escuchar el sermón; en muchos cuadros del siglo XVII se los puede ver visitando iglesas tocados con sombrero. Entre los anglicanos, descubrirse al pasar ante una iglesia se puede llegar a entender como señal de mentalidad católica.

[25] S. Juan Pablo II Carta apostólica Orientale Lumen 8: ‘Hoy en día nos sentimos muchas veces prisioneros del presente. Se podría decir que el hombre ha perdido la noción de ser parte de la historia que lo antecede y lo sigue. Las iglesias orientales en particular manifiestan este empeño por situarse entre el pasado y el futuro con sincera gratitud por los beneficios recibidos y los esperados, y un claro sentido de la continuidad que asume el nombre de Tradición y de esperanza escatológica.’ (‘Captivos hodie saepius nos temporis praesentis esse sentimus: quasi si notionem homo amiserit sese esse particulam alicuius historiae praecedentis et subsequentis. Huic magno labori, quo contendit quis ut se inter praeteritum collocet futurumque tempus cum grato sane animo tam de acceptis quam de donis postmodum accipiendis, clarum praestant Orientales Ecclesiae sensum continuationis, quae sibi Traditionis atque eschatologicae exspectationis nomina sumit.’)

[26] Congregation for the Oriental Churches: Instruction Il Padre, incomprensibile (1996) 9

[27] V. Jeremías 35

[28] V. Apéndice B, y Positio 11: Evangelisation and Western Culture.

[29] ‘La catedral de Colombo exige a las mujeres el velo durante la misa’, pie de foto en una nota de UCA News, 20 de enero de 2011. En el texto decía: ‘La Asociación Nacional de Seglares Católicos de Sri Lanka ha apoyado las peticiones de seguidores de todas las religiones con miras a que en los lugares de culto se vista decentemente.’ …Victor Silva, secretario de dicha asociación, apeló a los fieles en ese sentido señalando «con gran tristeza y consternación la desafortunada tendencia de algunos fieles católicos a vestir con inmodestia y muy poco respeto al participar en la liturgia, prestando poca atención al sentido de lo sagrado.» …Las autoridades de Sri Lanka han creado una comisión interconfesional para confeccionar una normativa relativa al atuendo apropiado en los lugares de culto.’ http://www.ucanews.com/news/sri-lankan-lay-catholics-call-for-dress-code/3230 visto el 21 de octubre de 2014.

[30] Aunque habitualmente en el islam se asocia el velo a la mujer, ambos sexos se cubren la cabeza en público y para rezar, y tampoco es desconocida entre los hombres la costumbre de cubrirse la cara.

[31] Citado en el contexto de la nota 3 supra.

[32] Los judíos ultraortodoxos conservan esta costumbre: se cubren la kipá con un sombrero, y durante las oraciones con un taled.

[33] Lo más frecuente es que lo lleven desde los tres años en adelante.

[34] Está relacionado con los mandamientos de Deuteronomio 22,12 y Números 15,37-8. El último pasaje forma parte de la Shemá, para la cual el uso del taled es particularmente indicado. El taled grande guarda relación con el pequeño que se lleva bajo la camisa, que no cubre la cabeza y se lleva todo el día. Los hombres casados se cubren además la cabeza con el taled cuando rezan la Shemá. Esta última oración se reza tanto por la mañana como por la tarde.

[35] Como mandamiento con especificación de tiempo (ya que no se aplica de noche), va dirigido exclusivamente a los hombres. Este principio interpretativo general ya se encuentra en el siglo I: «En todos los mandamientos positivos que tienen especificación de tiempo los hombres están obligados y las mujeres exentas. Y en todos los mandamientos positivos que no tienen especificación de tiempo, la misma obligación se aplica a los hombres y las mujeres.» (Mishnah Kiddushin 1:7)

[36] Entre los judíos ortodoxos, puede tomar la forma de una peluca (sheitel) cuando están en púublico.

[37] Aunque en un contexto religioso, naturalmente se intensifican los requisitos en cuanto a decencia.

[38] Ex 28,4, 36-7. Cf. Ex39,26, 30; Lev 16,4

[39] Éxodo 34,33 ss.

[40] 1º de Reyes 19,13

[41] Génesis 24,65

[42] Cantar de los Cantares 4,1. Véanse también los pasajes aludidos más arriba al hablar sobre descubrirse: Números 5,18 y Cantar de los Cantares 5,7

[43] Mid. Rab. Levítico 23,6

[44] V. Juday Goldin, trans. The Fathers According to Rabbi Nathan [‘Abot deRabbi Natan], (Yale, 1995), 45

[45] Mid. Rab. Ecclesiastes 2,15; 4,1. Los ejemplos del Midrash se tratan en Tim Hegg, 2001: «Should I remove my Kippah? A Jewish perspective of 1 Cor 11:2-16»

http://www.torahresource.com/EnglishArticles/1Cor11_Kippah_Final.pdf visto el 29 de octubre de 2014

[46] Proverbs 1,15: ‘No te vayas con ellos, hijo mío; ten tus pies muy lejos de sus sendas.’

[47] Los cristianos rezaban en dirección al Monte de los Olivos, y más tarde hacia el Oriente, en vez de hacia el Templo. V. P. Uwe Michael Lang Turning Towards the Lord (San Francisco CA: Ignatius Press, 2004) pp37-8.

[48] Desde la pía costumbre judía de ayunar los lunes y los jueves (V. Lucas 18,12), todavía observada por los askenazis, hasta la de ayunar los miércoles y los viernes. (Aunque un breve ayuno los viernes también se encuentra en la tradición judía: V. Talmud Pesachim 99b.)

[49] V. Gálatas 4,10

[50] Se pueden encontrar ejemplos de dichos videos en las siguientes direcciones: http://youtu.be/lFqSae_ZwRY ; http://youtu.be/Q9d4eLBAPFA ; http://youtu.be/zoNovGyyuKI, vistos el 21 de octubre de 2014. Buscando con los términos apropiados, se pueden encontrar muchos más en los sitios web de videos.

[51] Benedicto XVI (Joseph, Cardenal Ratzinger) ‘Discurso a los catequistas y profesores de religión’, Jubileo de los Catequistas, 12 de Diciembre de 2000.

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